La lucha por la soberanía de Gibraltar

Marta Gómez/ Sevilla.

Gibraltar sigue siendo la única colonia en un estado de la Unión Europea en territorio de otro estado miembro. Se reanuda el diálogo entre España y Reino Unido tras diez años de silencio sobre la soberanía de Gibraltar. El conflicto pesquero reabre las suspicacias entre ambos gobiernos

Los acontecimientos acaecidos el pasado 12 de marzo a ambos lados de la verja que separa La Línea de la Concepción de la colonia británica de Gibraltar han reabierto el conflicto entre España y Reino Unido en busca de una posible “cosoberanía”, que encuentra más reticencias que votos a favor.

El motivo de las disputas entre el Gobierno británico y español residen en las trabas impuestas por la policía gibraltareña hacia los más de 70 barcos pesqueros que intentaban faenar el pasado marzo en las aguas de la Roca. Después de 13 años de convivencia, gracias a un “indefinido” acuerdo del año 1999, en el que representantes de los pescadores de La Línea y Algeciras parecían entenderse con las autoridades gibraltareñas. Mediante este acuerdo verbal se decidió no imponer ningún límite a los barcos pesqueros en sus caladeros sin ninguna licencia.

El “principio de acuerdo verbal”, entre la Mesa de la Pesca y las autoridades de Gibraltar, sobre “papel mojado” al que se refería el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Abel Matutes, no tenía suficientes fundamentos para que fuera reconocido. “Por mí, esos acuerdos, esas licencias o lo que sea los pueden colgar del palo mayor, los pueden llevar entre sus documentos o los pueden poner en un marco en su cuarto de baño”, comentaba Matutes hace 13 años, alejándose del discurso oficial.

Asimismo, en 1999, las aguas que rodean al Peñón parecían recuperar la calma que había en 1991 y en 1997, antes de que fuera promulgada una ley de protección ecológica que prohibía la pesca con redes en las aguas de Gibraltar. Sin embargo, entre sus apartados no se mencionaba nada al respecto sobre los pescadores españoles, que siguieron faenando como venían haciendo hasta entonces.

Quien fuera primer ministro de Gibraltar, Peter Caruana devolvía el problema al gobierno de España y a Londres afirmando “que la legislación prohíbe pescar con redes en esas aguas y que no puede ser desautorizado por Londres”. Caruana se desentendía con estas afirmaciones.

“Si el conflicto se prolongase”
Ya en 1999 empezaron las primeras dudas sobre el “principio de acuerdo”. El entonces consejero de la Presidencia de la Junta de Andalucía, Gaspar Zarrías, dudaba de la integridad de dicho acuerdo acercándose al “papel mojado” al que Abel Matutes se refería, y, que fue acusado por Peter Caurana de reavivar el conflicto de la soberanía utilizando el problema de los pescadores.

Las protestas por parte de los pescadores barbateños llegaron por otros frentes –la entrada de pescado de Marruecos- y, con ellas las ayudas, en las antiguas pesetas, que concedió el delegado del Gobierno de Andalucía, José Torres Hurtado, si el conflicto se alargaba más de lo previsto.

Gibraltar de nuevo en asuntos de política exterior
Aquellos tímidos acuerdos verbales anunciaban la prolongación del conflicto 13 años después. Actualmente, el choque entre ambos Gobiernos se reabrió el pasado marzo con la expulsión de más de 300 pescadores que fueron advertidos de no faenar en las aguas del Peñón.

El alcalde de Algeciras, el popular José Ignacio Landaluce, intentaba mediar con Gibraltar para que aquel “acuerdo” no se rompiera y los pescadores pudieran seguir haciendo su trabajo, pero esto no trajo más que fuertes reprimendas por parte de Gibraltar remitiéndose de nuevo a ley ecológica y apropiándose esas aguas que España no reconoce.

A mediados de abril de 2012 el diálogo se rompe a pesar de las afirmaciones del principal ministro de Gibraltar: “Sigo dispuesto a alcanzar con los representantes de los pescadores españoles un acuerdo que garantice el cumplimiento de las leyes de Gibraltar”. Se producen numerosas colas de personas y vehículos para salir de Gibraltar, con rigurosas medidas de control aduaneras, que ponen en peligro los intereses del Peñón, y estos, a su vez, echan la culpa a España. Mientras tanto, alrededor de más de 300 familias de La Línea y Algeciras que viven de la pesca, y, “que si no pescan no ganan” –comentaban los pescadores españoles- , se ven envueltas en los conflictos de sus respectivos gobiernos, que parecen no llegar a ningún acuerdo.

Mientras los pescadores dejaban de faenar, las visitas se producían a Gibraltar. Con motivo del 60 aniversario del jubileo de la Reina de Inglaterra, los condes de Wessex visitaron el Peñón en el marco de los diferentes actos que estaba realizando la casa real británica a las diferentes colonias.

Por su parte, la Reina doña Sofía, consideraba oportuno anular el viaje que tenía previsto realizar a Londres debido a los malentendidos entre España y Reino Unido. Decisión que vio acertada el ministro español de Exteriores y Cooperación, José Manuel García Margallo, “la cancelación del viaje de la Reina Sofía muestra la extraordinaria sensibilidad de la Casa Real para con todo problema que afecte a la nación española”.

Quien sí se acercó al problema fue el Rey don Juan Carlos acudiendo a Algeciras con el propósito de conocer las labores de control fronterizo en mar abierto y ver de primera mano las tareas que realiza el buque oceánico “Río Segura” en la lucha contra el narcotráfico y el tráfico ilegal de personas. En esta ocasión, el Rey aprovechó para mostrar su apoyo y solidaridad a los pescadores: “Os apoyamos y trabajaremos por vosotros”. En su visita, los armadores andaluces entregaron al Rey un escrito sobre la situación que se está produciendo en las aguas de Gibraltar desde el pasado marzo en el que se dejaba claro que el conflicto tiene causas políticas y no medioambientales o ecológicas, como manifestaban desde Gibraltar.

Y mientras tanto, un grupo de pescadores y representantes de Gibraltar siguen con las negociaciones encontrando como respuestas las reticencias por parte de las autoridades gibraltareñas, con Picardo a la cabeza que manifestó recientemente que “Gibraltar nunca será español”, y, que ésta “no cederá ni un grano de arena a España”.

Actualmente hay una mesa de trabajo que estudia cómo se puede solucionar el problema en las aguas de Gibraltar con el fin de llevar a cabo una pesca sostenible, puesto que el ministro principal de Gibraltar asegura “no tener nada en contra de lo que faenan en las aguas pues el problema tiene tintes medioambientales, y, nunca ellos fueron la diana de nuestras acciones”.


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