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La Travesía del Desierto de la Reserva Española

La Travesía del Desierto de la Reserva Española

Recientemente se han cumplido catorce años desde la primera convocatoria de Reservistas Voluntarios. Desde entonces, uno de los últimos proyectos de la etapa de Federico Trillo como titular de Defensa ha pasado por no pocas vicisitudes. Su sucesor, José Bono, lo vio con cierta simpatía y se marcó el objetivo de una Reserva Voluntaria de unos 13.000 miembros. Se convocaron abundantes plazas, cursos y destinos en numerosas unidades. Pero aquella época de expansión no duró demasiado, ya que si la etapa de Antonio Alonso fue más bien de inercia, la de Carme Chacón abrió un via crucis que dura ya una década y que Pedro Morenés ni intentó terminar.

La Reserva militar italiana se enfrenta a la reforma de un modelo fallido. La Reserva Voluntaria se transformó en un proyecto huérfano que fue languideciendo por inanición. Tan sólo aparecía de forma marginal en las propuestas electorales de 2011 y en el programa de algunos partidos. Los años de recortes restaron recursos a una iniciativa que no acababa de cuajar ni siquiera entre los militares, y eso a pesar de que España tiene amplios antecedentes de fuerzas de reserva. El modelo había fracasado y se llegó a hablar de su disolución. No obstante, y gracias en buena medida a la labor del diputado Vicente Ferrer, se consiguió crear en la primavera de 2015 una subcomisión de defensa para el estudio de la reforma del modelo de reserva militar. Los plazos, el parón político tras las elecciones y la baja prioridad del proyecto han tenido como resultado otros tres años perdidos. A pesar de ello, el pasado mes de diciembre el Senado emitió una moción instando al gobierno la potenciación de la reserva militar.

Ese interés está justificado, al margen del mal resultado del modelo actual. Las abundantes misiones exteriores, los recientes atentados yihadistas y la crisis de los refugiados han puesto de manifiesto de contar con unas fuerzas armadas flexibles y con nuevas capacidades. Así lo han entendido países de nuestro entorno, como Francia o Alemania, que han emprendido ambiciosas reformas para dotar a sus reservistas de un renovado perfil, incluso asumiendo tareas que ya parecían ajenas al ejército como la seguridad interna y la defensa territorial.

La Reserva sueca. Una reserva militar camina sobre dos piernas, la formación y la disponibilidad. Sin esa base, todo lo demás es un ejercicio de pensamiento voluntarista. Asumida la necesidad urgente de reforma y vista la experiencia propia  y de nuestros aliados, es hora de establecer algunas consideraciones en áreas clave:

  • Formación. El tiempo de los reservistas es valioso y debe aprovecharse al máximo. A las unidades en la actualidad no les compensa formarles, no hay tiempo para ello ni vienen en suficiente número. Esa misión debe ser asumida, al menos en una primera fase, por su Delegación de Defensa. Un modelo recurrente es el anglosajón, con activaciones de un fin de semana al mes y quince días al año. Al margen de cursos más largos. Impartiendo las materias en módulos cortos se pueden obtener sinergias como incluir en el mismo módulo a personal de distinta categoría y distinto ejército.
  • Disponibilidad. Es imperativo elaborar un programa de apoyo a empleadores y familias con medidas compensatorias, que no siempre tienen que ser pecuniarias. El abono de la seguridad social durante el tiempo de activación o el acceso a residencias y clubes militares son algunas de las más habituales. Al igual que otras reservas, ésta debería estar categorizada en función de una disponibilidad que inevitablemente varía según circunstancias personales.
  • Gestión. Desde la desaparición de la Oficina General de Reservistas en 2008 no hay ningún órgano permanente de gestión. Es necesario crear un Mando Reservista que establezca objetivos y políticas, asigne recursos y evalúe el rendimiento. También es esencial contar con un órgano como el Consejo Superior de la Reserva Militar en Francia para reunir en un diálogo periódico a los actores relevantes (Mando de Personal, patronal, sindicatos, asociaciones de reservistas, Comisión de Defensa del Congreso, etc.).
  • Efectivos. El número de plazas debe establecerse en función de unos objetivos de capacidad y de los recursos disponibles. La propuesta electoral del PP en 2011 era de 40.000, un objetivo moderado, aunque ambicioso dado el bajísimo punto de partida actual.
  • El modelo. La tendencia actual en Europa es hacia un modelo que podemos denominar dual, es decir, que combina una reserva de especialistas (tal era el enfoque de la Reserva Voluntaria) con otra de refuerzo. Visto que una reserva de especialistas necesita representar alrededor de un 10% de los efectivos para dar un apoyo significativo, ésta debería contar con alrededor de 12.000 hombres y mujeres;  ello nos permitiría destinar unos 28.000 para el refuerzo de las unidades existentes no sólo a nivel individual, sino también con unidades propias.
  • Optimización de recursos. Tenemos ya miles de reservistas cuya experiencia se está desperdiciando, se trata de los reservistas de especial disponibilidad y los mandos en situación administrativa de reserva. Sería deseable permitir su integración en un modelo de reserva más activo junto a los reservistas voluntarios. La formación de los reservistas puede realizarse en las instalaciones de las FAS destinadas para ello, pero no olvidemos que Defensa tiene un patrimonio inmobiliario hasta cierto punto infrautilizado. La posibilidad de pasar ágilmente de una categoría de reserva a otra también permitiría el mejor aprovechamiento del reservista a lo largo de distintas etapas profesionales o vitales.

Muchas de estas consideraciones estaban recogidas en el proyecto original de Reserva del General Asensio, el primer jefe de la OGRE. Puede que sea el momento de recuperar el trabajo para aquel proyecto que ya nació emasculado. Puede que convenga analizar a fondo las reformas de nuestros aliados y ahorrarnos sus errores. Y puede que sea el momento, ahora que entramos en un ciclo inversor plurianual en Defensa. Porque lo que está claro es que lo más caro es lo que no funciona.


Licenciado en Marketing y Management. Profesor del CISDE. Colaborador en CISDE Journal, Revista Ejército, GEES, Revista Atenea, XXI Legio e IEEE. Teniente del ET (Reservista). Novelista.

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