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Nord Stream 2, ¿un caballo de Troya desde el Kremlin?

El 2021 se cerraba con el fin de la era Merkel y con ecos de invasión rusa de Ucrania tras la movilización de tropas en la frontera entre ambos países. Estos dos acontecimientos guardan una correlación con tintes geopolíticos, ya que, entre medias, está la cuestión del gaseoducto del Nord Stream 2 (NS2), exponente de lo que son hoy las relaciones entre Rusia y Europa.

Todavía se tienen que concretar las relaciones que el nuevo Ejecutivo germano mantendrá con el Kremlin. A pesar de las tensiones entre Bruselas y Moscú, Angela Merkel fue capaz de mantener durante más de quince años una línea de comunicación fluida con su homólogo ruso para garantizar la funcionalidad de sus vínculos comerciales. Y es que una mínima base de estabilidad se comprende en gran medida por los acuerdos energéticos entre la potencia euroasiática y el Viejo Continente: la interdependencia entre ambos es un hecho que ambas partes aspiran a minimizar a pesar de la complejidad que entraña. Europa demanda el gas y petróleo de Rusia, y esta última necesita el capital que recibe por sus exportaciones. Esta necesidad recíproca es el eje de unas relaciones tan interdependientes como poliédricas.

Nord Stream 1. Iniciado en 2011

Desde los años 60 Ucrania ha sido un espacio de tránsito energético capital de Rusia hacia Europa. Las necesidades recíprocas entre los países europeos y la nación más extensa del planeta es una realidad que ha ido acrecentándose durante décadas, y que ha sido uno de los principales motivos por los que, a pesar de la tensión imperante desde 2014, los lazos en materia energética no se han interrumpido. Sin embargo, Rusia no ha dudado en emplear su capacidad energética como instrumento geopolítico, mientras la UE ha seguido la línea marcada por Estados Unidos y ha impuesto sanciones a Rusia que no han dado los resultados esperados.

La infraestructura del Nord Stream 2 permitirá duplicar el flujo gasístico hacia Europa respecto al Nord Stream original con el aliciente de que evita el paso por países de tránsito como Ucrania al cruzar el mar Báltico. El NS comenzó a operar en 2011 y ha sido uno de las principales canales logísticos de gas ruso hacia Europa. En términos generales, las cifras reflejan la necesidad energética de hidrocarburos de origen ruso: la Unión Europea importa el 40% de su gas, el 30% de su petróleo y el 25% de su carbón del país eurasiático. Esto en términos generales europeos, pero naciones del norte de Europa como Finlandia o Lituania dependen hasta en un 90% de los recursos energéticos del país más extenso del planeta. No obstante, además de los Nord Stream, la infraestructura logística está repartida en más ductos, como Yamal-Europe, que cruza Bielorrusia y Polonia, además del que transita a través de Ucrania.

Infraestructura para la exportación de energía rusa a Europa.

Ante el grado de necesidad de hidrocarburos, la Unión Europea es consciente de la amenaza que suponen sus necesidades energéticas, y más con Rusia como máximo proveedor. Pos esa razón se ha fijado dos objetivos estratégicos paralelos en su futuro a corto-medio plazo: (1) reducir la dependencia energética con Rusia y (2) asegurar la transición hacia el empleo de energía limpia. Este último señala el camino para romper con la necesidad de productos energéticos de la nación eslava, a pesar de que es un plan a largo-medio plazo. La actual condición permite a Moscú poner en jaque a la Unión Europea, por lo que ésta debe asegurar una transición que minimice tal dependencia si pretende ser capaz de contener la proyección del Kremlin. En los últimos años se han visto ejemplos con las interrupciones de gas en 2006 y 2009 a modo de presión por la dirección que en esos momentos tomaban países como Ucrania en contra de los intereses de Moscú.

A raíz de tal coyuntura, Bruselas ha insistido – más aún a partir de la anexión de Crimea y la guerra en Donbas desde 2014 – en ejecutar una política energética europea más coordinada, perfilada a diversificar su agenda de proveedores. Esta idea adquirió cuerpo con la creación de la Unión de la Energía. El objetivo es, además de ampliar proveedores y rutas, cohesionar políticas energéticas hacia el exterior, de tal forma que también se gane en resolución. Entre todas las medidas para menguar la dependencia energética, la Comisión Europea puso en marcha en 2014 la Estrategia de la Seguridad Energética con el objetivo de incrementar la producción propia, especialmente por medio de la energía a partir del hidrógeno. En esta línea también se visualiza el desarrollo de un mercado interno integral y eficiente. Para ello otro aspecto a potenciar es la conjugación de las políticas energéticas nacionales alineadas a nivel comunitario, una proyección en clara sinergia con la idea de unificar la voz hacia el exterior en cuestiones de este calado.

Así las cosas, este planteamiento al que aspira la Unión de la Energía difícilmente converge con el proyecto del Nord Stream 2, dado que éste duplica el flujo energético de un único proveedor, Rusia. Además que interpretarse como una amenaza a la seguridad energética europea, ha generado un debate dentro de los 27, erosionado el plan de dotar a la Unión de una única voz por la polémica que suscita el nuevo gaseoducto, y que además afianza a Alemania como eje energético de Europa. Por tales argumentos, para los críticos del Nord Stream 2, este proyecto concede gran ventaja geopolítica a Moscú, que se beneficia en múltiples planos estratégicos.

Firma del Nord Stream en 2011. En el centro la canciller Angela Merkel y el por entonces presidente ruso Dmitri Medvédev

El Nord Stream 2 se inició en 2017 con la idea ya mencionada de multiplicar por dos los 55.000 millones de metros cúbicos de gas anuales. Sin embargo, las consecuencias de su funcionalidad van más allá del plano energético-comercial. La cuestión del NS2 encierra varias cuestiones geopolíticas solapadas e interrelacionadas. Una regional en el panorama europeo dentro de la Unión, otra bajo el prisma global en la lucha de poder e influencia de Rusia (con Estados Unidos de fondo), y por último una interna dentro del Gobierno alemán de coalición. Y de fondo, las consecuencias que suponen para Ucrania.

Dentro del marco político alemán, la postura hacia el Nord Stream 2 se ha complicado tras la formación del Gobierno de coalición. La élite política alemana que respalda este proyecto argumenta que el NS2 se justifica bajo razones económicas, dado que mantendrá el mismo grado de vinculación energética que antes, pero con el aliciente de estar en menor medida a merced de los conflictos regionales que puedan surgir en países que conforman otras líneas de circulación energética, con especial énfasis en el tránsito a través de Ucrania. Por su parte, Los Verdes han rechazado el plan desde el principio por las consecuencias medioambientales de la construcción y por el enfoque exterior. A ello hay que añadir el hecho de que la inversión en esta infraestructura evidencia la involución de la política energética a la que se aspira, dado que ellos abogan por una transición notablemente más drástica hacia el uso de energía limpia.

Alemania se encuentra en el centro de toda la cuestión y cualquier dirección que tome se encontrará con una oposición sólida. También hay que atender a las consecuencias de la impresión que deja Alemania por ser el eje de este proyecto energético: que la nación motor de Europa adopte una política divergente para la Unión añade gravedad al trasfondo que deja el NS2 hacia los objetivos comunitarios. La conexión económica que existe entre Rusia y Europa es un imperativo geopolítico para ambos que cada actor quiere decantar a su favor: que Alemania haya accedido al NS2 representa un gesto de desunión en uno de los eslabones fuertes de la Unión, un hecho que condiciona los principios de la Comunidad europea.

¿Qué alternativas tiene Europa para rebajar su dependencia energética de Rusia?

(1) Los yacimientos encontrados en el Mediterráneo Oriental en los últimos tres lustros (Tamar, Leviatán, Afrodita, Zohr y Calypso). Sin embargo, las expectativas se han rebajando en la corte europea tras la esperanza inicial debido a la complejidad de explotación, dado que se corre el riesgo de que los costes no cubran la inversión. (2) Traer el gas del norte de África desde Argelia (con puerta desde España); incluso ampliar la diversificación de líneas de aprovisionamiento a Oriente Medio, aunque la efervescencia de la región condiciona los precios (incluso se ha contemplado importar gas licuado de naciones exportadoras como Qatar). (3) Dar un giro hacia Estados Unidos e importar el gas licuado de Norteamérica. (4) Invertir para acelerar la transición hacia las energías renovables y acabar antes con el sistema basado en energía de hidrocarburos (aunque este plan es difícilmente viable a corto plazo por la exigencia de infraestructura).

La operatividad del Nord Stream 2 representa una maniobra geopolítica crítica para Ucrania, principalmente, aunque también afecta a otros países del este de Europa, como Polonia o Bielorrusia. En 2014 cambió la atmósfera internacional por la anexión rusa de Crimea y la guerra en Donbas que aún hoy continua. El Nord Stream 2 duplicaría el flujo gasístico hacia Europa sin necesidad de las líneas de abastecimiento que cruzan Ucrania, lo que en nomenclatura geopolítica se traduce en que Kiev se quedaría sin su principal aval para contrarrestar las presiones de Moscú.

Estados Unidos

La postura de Estados Unidos respecto al Nord Stream 2 ha amplificado la cuestión a toda la esfera occidental. La Administración Trump en su momento ya criticó el proyecto y, en el último año, Joe Biden ha mostrado una postura más pragmática a sabiendas de que, en última instancia, no estaba en sus manos la paralización del gaseoducto, a pesar de que se llegó a hablar de sanciones a empresas implicadas en la construcción de la infraestructura.

El país norteamericano contempla la posibilidad de convertirse en un gran exportador de gas licuado, y el mercado europeo es una oportunidad que merece contemplarse. Así las cosas, el NS2 supone una amenaza para tales objetivos. A esto se le suma la disputa de poderes entre Washington y Moscú. Cualquier maniobra que debilite a Rusia se considera beneficiosa en calve geopolítica para la élite política norteamericana. Sin embargo, los equilibrios de poder que la política internacional entraña pueden arrastrar a Rusia a solidificar la ya existente alianza estratégica con China, una relación que puede representar la verdadera amenaza para Estados Unidos en el siglo XXI.

No obstante, la posibilidad de cambiar a Rusia por Estados Unidos como fuente energética para el la Unión Europea, a día de hoy, resulta remota por su complejidad. Si se atiende al punto en el que se encuentra el NS2 en la actualidad, la realidad es que a corto y medio plazo la interdependencia entre Rusia y Europa va a continuar en la tónica de las últimas décadas. A fin de cuentas, por proximidad geográfica y constancia de infraestructura, los vínculos energéticos entre Rusia y Europa justifica su continuismo a pesar de las tensiones y discrepancias geopolíticas. Aunque Rusia pueda desarrollar negocios con China y la Unión Europea haga lo propio con Estados Unidos u otras naciones exportadoras de hidrocarburos, el vínculo comercial entre ellas está consolidado y, precisamente por ello, las relaciones entre ambos actores son multidimensionales. El Nord Stream 2 representa el último ejemplo de disputas e intereses entrelazados que une a la nación eurasiática y a la Unión Europea.

Unión Europea

La Comisión Europea ha sido uno de los organismos europeos más críticos con el proyecto, acusando a éste de minar los objetivos de la Unión de la Energía al ya no solo ampliar las cadenas de suministros, sino de además mejorar la posición de un proveedor con una cosmovisión geopolítica antagónica. Entre otras cosas, esto condujo a la Comisión Europa a dar cuerpo a sus intenciones en 2019 con el Pacto Verde, en su meta por reducir  las emisiones de CO2 para 2050.

Aunque el NS2 aumente el flujo energético para Europa está pagando un precio mayor por ello: primero, incrementa la dependencia respecto a Rusia, que supone una amenaza geopolítica; segundo, erosiona los principios de la Unión y dinamita los esquemas estratégicos del plan energético a medio-largo plazo; y tercero, que este proyecto salga adelante a través de Alemania representa una amenaza todavía mayor por el papel preponderante que tiene el país germano dentro de la UE. El funcionamiento del NS2 puede acrecentar el estado asimétrico de las relaciones entre los miembros de la Unión y dotar a Alemania de una mayor independencia, contraproducente para la UE en sus relaciones con el exterior. Rusia posee la capacidad para mirar a los mercados que necesita en cada punto cardinal del globo, Europa debe responder a una legislación comunitaria.

Rusia

La empresa estatal rusa, principal responsable del Nord Stream 2

Para Moscú el Nord Stream es una oportunidad para alcanzar varios objetivos estratégicos. Por un lado diversifica sus vías de exportación hacia Europa y consolida al Viejo Continente como su mayor cliente; también le dá mayor oportunidad de ampliar su agenda de clientes europeos gracias al aumento de gas exportado; y, por último, reduce la baza geopolítica que posee Ucrania por ser espacio de tránsito energético, lo que se traduce en mayor poder de presión hacia este país; además del ahorro de las tarifas del 3% por la cuota de tránsito. No obstante, las tácticas rusas en cuestiones energética no se reducen al NS2. Otra demostración más de la profundidad de influencia rusa se vio con el proyecto Nabucco, un ducto que aspiraba a traer suministros energéticos desde Asia Central hasta Europa, pero que fue boicoteado por Rusia a través de Hungría – que se decantó por la alternativa proporcionada desde Moscú – para que Nabucco no se convirtiera en competencia para las exportaciones rusas.

Rusia ha dado siempre más valor a su resonancia geopolítica que a sus ganancias económicas. Es parte de su conciencia nacional y de su memoria histórica. Si aún hoy es complicado medir el poder de la nación más extensa del planeta, es un hecho probado en múltiples escenarios cómo su potencial energético es órgano vital de su política exterior.

Alemania

A pesar de endurecer la narrativa hacia Rusia, la Administración Merkel mantuvo la línea política sobre el NS2, al que calificó como proyecto comercial. No obstante, consciente de la polémica que éste suscitaba, la canciller recalcó que Alemania impondría sanciones a Rusia si ésta usaba el gasoducto como instrumento de presión contra Ucrania. Así fue cómo la canciller convenció a Joe Biden de aceptar la continuidad del proyecto. Sin embargo, ahora, con un Ejecutivo tripartito, está por ver qué política exterior tomarán los germanos hacia Rusia, más aún con la situación de tensión que se vive en la frontera entre las dos antiguas repúblicas soviéticas.

El nuevo canciller, Olaf Schulz, cabeza del Gobierno tripartito

Todo esto sucede mientras Alemania se encuentra en un proceso de transición energética: apremiando el cierre de su centrales nucleares y con la exigencia de reducir su consumo de carbón. Una tarea harta complicada para la nación germana dada su talla industrial. He aquí que el gas cobra capital importancia al proyectarse como fuente de energía de transición de cara a 2050.

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El NS2 altera la realidad geopolítica incluso antes de iniciar su funcionamiento. Ucrania pierde su mayor baza para frenar las presiones rusas mientras sufre las amenazas sobre su soberanía; Europa aumenta el flujo de gas, pero en detrimento de perder unanimidad en materia energética y poner en riesgo el futuro de la transición que pregona para frenar los efectos del cambio climático; Alemania deteriora su imagen a cambio de fortalecer su posición dentro de la Unión; Estados Unidos se ha dado cuenta de sus propios límites a raíz de la sólida interdependencia entre la UE y Rusia; por contra, el Kremlin ha dispuesto en el Nord Stream 2 la cuestión para dividir a la élite europea, al mismo tiempo que ha encontrado otra vía para hacer a los países occidentales más dependientes de su gas.

La cuestión del Nord Stream 2 es un apéndice de todo el entramado geopolítico que las relaciones euro-rusas engloban. Ya finalizada la construcción, el gaseoducto está a la espera de su aprobación burocrática para ponerse en funcionamiento. Una burocracia que quiere blindar la seguridad energética de la Unión cumpliendo la legislación europea. Sin embargo, la operatividad (o no) de esta infraestructura puede servir de medidor de tensión de la esfera diplomática, más aún estos días en los cuales la narrativas entre Occidente y Rusia dificultan discernir el grado de amenaza a la estabilidad.

Europa se encuentra en un momento de transición. Con el Brexit ya asumido, la Unión Europea perdió a una de sus potencias; Alemania acaba de formar su Gobierno de coalición que aún debe definir su política exterior; y Francia encara una elecciones que limitan las maniobras de su Ejecutivo. Ante esta coyuntura, Bruselas necesita más que nunca mayor soberanía estratégica, más aun cuando la Administración Biden enfoca sus recursos hacia Asia Oriental y prueba estar saltándose los intereses europeos. Ucrania es el último ejemplo.

Dentro del contexto de tensión entre Occidente y Rusia, Europa debe mostrar la autonomía estrategia – fuera de la OTAN – para encontrar el equilibrio en la relación con Rusia, muy a pesar del interés de Estados Unidos por ver distantes las posturas entre Moscú y Bruselas. Con una geoestrategia propia bien definida, la Unión Europea podría consolidar su relación como socia de Rusia sin romper su alianza con Estados Unidos. De hecho, una buena diplomacia europea podría servir para mediar en las relaciones entre la Casa Blanca y el Kremlin en temas candentes que amenazan la transición en la que actualmente se encuentra el orden mundial. El papel geoestratégico de la UE se ha devaluado hasta el punto de que su proyección diplomática se ha visto desvirtuada. La Unión Europea debe resolver sus contradicciones y configurar su propia partitura geopolítica si quiere ser el primer decisor sobre sus propios intereses.

La pregunta que debe formularse hoy es, ¿hasta que punto está relacionado la operatividad del NS2 con la movilización de tropas rusas en la frontera con Ucrania? ¿Será la movilización de tropas rusas la manera de forzar la aprobación definitiva del Nord Stream 2 en la mesa de negociación?


Analista independiente, especializado en Conflictos Armados, Terrorismo y Geopolítica

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