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Recorriendo la historia de Aragón: de Jaime I a lo...

Recorriendo la historia de Aragón: de Jaime I a los Reyes Católicos

Por G.B. D. Agustín Alcázar Segura (R).

La magnífica labor desarrollada en vida por Jaime I estuvo a punto de frustrarse con su testamento, mediante el cual el reino se vio desmembrado en dos (Aragón y Mallorca), lo que trajo como consecuencia recelos y traiciones. Asimismo, sus sucesores tuvieron que luchar contra la especial idiosincrasia de la nobleza aragonesa, empeñada en limitar los poderes del monarca. Una y otra situación llegó, en ocasiones a momentos de tan graves enfrentamientos, que pusieron en peligro la propia existencia del reino.

En el campo exterior, el reino de Aragón volvió su mirada al único espacio que se abría ante sus ojos, el Mediterráneo. El éxito acompañó a esta empresa, pero como efectos secundarios, le llevó a un enfrentamiento tanto con Francia como con el papado, llegando al extremo de soportar una invasión del reino del Norte, afortunadamente abortada por la gran habilidad guerrera de Pedro III.

Lamentablemente su reinado tan solo duró nueve años, y aún menor fue el de su hijo, Alfonso III, pero fue suficiente para que el reino de Aragón se convirtiera en una potencia mediterránea.

La tónica expansionista y victoriosa de los reyes de Aragón se acentuó durante el largo reinado de Jaime II el “Justo”. Aunque la Reconquista había finalizado para Aragón con el reinado de Jaime I, su nieto consiguió adelantar sus fronteras hacia el sur, si bien no combatiendo contra los musulmanes, sino contra Castilla, reino con el que mantuvo unas relaciones irregulares. No obstante, también existieron períodos de acercamiento, cooperando a las guerras que contra Granada llevaron a cabo tanto Sancho IV como Fernando IV, y que si bien se saldaron con las conquistas de Tarifa y Gibraltar para aquella, ningún beneficio material le reportaron a los aragoneses.

En el exterior, Aragón logró la paz con Francia y el papado a costa de renunciar a sus derechos sobre Sicilia, si bien compensados con la donación pontificia de Córcega y Cerdeña, que no obstante hubo de conquistar por la fuerza de las armas.

Se produjo asimismo, durante el reinado de Jaime II de Aragón, la expedición almogávar al Imperio de Oriente, aún cuando ésta tuvo realmente un carácter independiente, manteniendo apenas vínculos con Aragón.

El espacio de tiempo que transcurre entre 1327 y 1387, lo llenan: en Castilla, la mayoría de edad de Alfonso XI y los reinados de Pedro I el “Cruel” Enrique II Trastamara y Juan I; y en Aragón Alfonso IV el “Benigno” y Pedro IV el “Ceremonioso”.

El período considerado podemos definirlo como de gran convulsión y de enfrentamiento entre todos ellos, en especial entre Aragón y Castilla, que dio lugar a la larga guerra de “Los dos Pedros” (Pedro I de Castilla y Pedro IV de Aragón), e incluso a una coalición de todos los reinos cristianos peninsulares contra Castilla, ya en tiempos de Enrique II.

Los 23 años que comprenden los reinados de Juan I el “Cazador” y Martín I el “Humano”, pusieron fin a la dinastía de la casa de Aragón y Barcelona, iniciada con el matrimonio de Petronila de Aragón y el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV.

La muerte de Martín I el Humano sin haber designado sucesor, dio lugar a un período que se conoce como El Interregno (1410-1412), durante el que la Corona de Aragón careció de monarca.

El problema se solucionó mediante el Compromiso de Caspe, establecido en 1412 por representantes de los reinos de Aragón, Valencia y el principado de Cataluña para elegir como nuevo rey a Fernando de Trastamara, el de “Antequera”, sobrino de Martín el Humano, produciéndose así el inicio de la dinastía Trastamara en la Corona de Aragón.

La vocación italiana de los reyes de Aragón, iniciada con Pedro III el Grande, alcanza su máxima expresión con Alfonso V el Magnánimo, que permanecerá ausente de sus estados peninsulares durante 29 de los 42 años que ocupan su reinado, asentando el dominio de Aragón sobre los reinos de Nápoles, Sicilia y Cerdeña.

Tan dilatada ausencia obligó a dejar los asuntos del reino, primero a su esposa doña María, y posteriormente a su hermano don Juan, rey de Navarra, posteriormente Juan II de Aragón.

En relación con Castilla, el inmenso poder acumulado por Fernando I el de Antequera, pasará a sus hijos, los “Infantes de Aragón”, que conseguirán sentarse en el trono de los cuatro reinos cristianos de España y que, junto a parte de la nobleza, serán causa de inestabilidad y luchas cruentas en el reino de Castilla.

El reinado de Juan II fue un período convulso, ya que, en primer lugar hubo de sortear el problema de la sucesión al reino de Navarra, que correspondía a su hijo, el Príncipe de Viana, pero al que no estuvo nunca dispuesto a cedérselo. La prisión de éste, junto a los problemas provocados por los remensas, dieron lugar a la primera guerra secesionista de Cataluña, que se prolongó durante diez años, y durante la cual intervinieron en diversas etapas: Castilla, Portugal y Francia.

Aunque en un contexto diferente, el conflicto con esta última provocó la primera pérdida de los territorios ultrapirenaicos del Rosellón y la Cerdaña.

Con Juan II finaliza la monarquía independiente de Aragón, ya que su hijo y heredero, Fernando II de Aragón y V de Castilla, mediante el matrimonio con Isabel I de Castilla, unificará en sus personas ambos reinos.

La extraordinaria personalidad y visión de futuro de la infanta Isabel de Castilla, que se enfrentó a su propio hermano y a parte de la nobleza, eligiendo al infante don Fernando de Aragón como el marido más conveniente para los intereses del reino, dio origen a la unión política de ambos reinos al menos en cuanto a sus cabezas rectoras, así como a una política exterior que en lo sucesivo será única.


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