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San Martín invade Chile: el paso de los Andes

San Martín invade Chile: el paso de los Andes

Paso de los Andes. San Martín

G.B. D. Agustín Alcázar Segura (R).

El 1 de Agosto de 1816, San Martín fue confirmado como general en jefe del Ejército de los Andes, que para esta fecha contaba ya con más de 4.000 hombres, en sus cuatro quintas partes argentinos, el resto chilenos [1]. Además, disponía de: 10.000 mulas, 1.600 caballos, 600 reses para alimentar a la tropa en la travesía, así como: 18 piezas de artillería ligera, proyectiles de cañón y munición de fusil y carabinas.

Antes de iniciar el paso de los Andes, San Martín ordenó realizar una amplia labor de inteligencia en el teatro de operaciones chileno, mediante el envío de representantes suyos que se pusieron en contacto con los criollos resistentes clandestinos contra el poder español. Esta acción le permitió obtener importante información, desorientar con rumores falsos a los realistas y mantener vivos los focos locales de insurrección.

Así mismo, y con el fin de completar la información que poseía sobre los pasos de los Andes, envió al comandante Álvarez Condarco para que le entregara al capitán general Marco del Pont una copia del acta de independencia firmada en Tucumán el 9 de Julio de 1816. Sin embargo, lo que le interesaba a San Martín era utilizar su singular embajada para hacer el levantamiento topográfico de los pasos o puertos de la cordillera, por lo que le ordenó que me reconozca los caminos de Los Patos y Uspallata y me levante dentro de su cabeza un plano de los dos, sin hacer ningún apunte, pero sin olvidarse de una piedra. Lo despacharé por el camino de Los Patos, que es el mas largo y el mas lejano, y como es seguro que así que entregue usted el pliego que lleva lo despedirán con cajas destempladas por el camino más corto, que es el de Uspallata,(…), dará usted la vuelta redonda y podrá a su regreso formarse un croquis sobre el papel.[2]

PASO DE LOS ANDES

El 9 de Enero de 1817, en pleno verano austral, el ejército inició la marcha sobre Chile utilizando itinerarios diferentes. El teniente coronel Cabot partió hacia La Serena por San Juan y el paso de Azufre, a 3.600 metros de altitud, con 200 hombres, milicia y la Legión Patriótica. El mismo día, el comandante Zelada salía de Rioja hacia Copiapo por el paso de Come Caballos, a 5.160 metros, con 200 hombres, milicia y parte de las milicias chilenas. Cuatro días después, el teniente coronel Freire dejaba Mendoza en dirección a Talca, Cuneo y San Fernando a través del paso de Planchón, a 4.010 metros, con 380 hombres.

El 18 se ponía en marcha el coronel Las Heras, desde Mendoza hacia el paso de Uspallata, a 5.021 metros, con el XI batallón de infantería, que contaba con 750 hombres; 30 granaderos a caballo y 20 artilleros con piezas de a 4 libras.

El 19, el teniente coronel Lemos partía de San Carlos hacia el paso de Portillo con 130 hombres montados y San Martín salía de Mendoza para dirigirse al paso de Los Patos, a 3.565 metros, con el grueso de la fuerza fraccionado en dos agrupaciones: en vanguardia el general Soler, con el batallón de infantería de los Andes; un batallón mixto de cuatro compañías, las compañías de flanco (granaderos y cazadores) de los batallones VII y VIII de Infantería; dos escuadrones de granaderos a caballo y 55 artilleros con cinco piezas de a 4 libras. En total, 1.315 hombres y 1.750 mulas. A continuación, el general O’Higgins con el VII y VIII batallones de infantería menos las compañías de flanco, la escolta del general, dos escuadrones de granaderos a caballo, 22 artilleros con 2 piezas de a 4 libras y el personal médico. En total 1430 hombres y 2000 mulas.

Las dificultades que tuvimos que vencer para el paso de las cordilleras —escribió el propio general años más tarde— sólo pueden ser calculadas por el que las haya pasado. Las principales eran la despoblación, la construcción de caminos, la falta de caza y sobre todo de pastos. El ejército arrastraba mulas y sillas de carga, caballos y reses y, a pesar de un cuidado indecible, sólo llegaron a Chile (pocas) en muy mal estado, (…)  Dos obuses de a 6 y diez piezas de batalla de a 4, que marchaban por el camino de Uspalleta, eran conducidos por quinientos milicianos, mucha parte del camino a brazo (…). Los víveres para los veinte días que debía durar la marcha, eran conducidos a mula (…). La puna o soroche (mal de las alturas) había atacado a la mayor parte del ejército, de cuyas resultas perecieron soldados por el igualmente intenso, frío (…). La temperatura nocturna bajaba hasta seis grados bajo cero, (…). Tal el camino de Los Patos (…) donde el ejército al descender desde cuatro mil metros de altura quedó materialmente colgado en la espiral de su pendiente[3].


[1] MARTÍNEZ DE CAMPOS, Carlos. España bélica, el siglo XIX. Guerra de independencia americana. Ed. Aguilar. Madrid, 1961. p, 103.

[2] MAMONDE, Carlos. José de San Martín. Ed. Quórum. Historia 16. Madrid, Enero 1987.  p, 45.

[3]  Ibidem.  p, 52.