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El conflicto asimétrico, la nueva guerra (I)

El conflicto asimétrico, la nueva guerra (I)

Por D. Juan del Río Martín.

Durante la «Guerra Fría», el conflicto armado se concebía como un enfrentamiento entre dos bloques: la OTAN, liderada por los Estados Unidos, y el Pacto de Varsovia, liderado por la Unión Soviética, representadas por fuerzas armadas muy numerosas y altamente tecnificadas, combatiendo prioritariamente en el Teatro de Operaciones europeo y con alto riesgo de empleo de armas nucleares.

Paradójicamente, el peligro que representaba la posibilidad de empleo de estas armas, sirvió de elemento de disuasión y si bien la tensión entre los bloques se manifestó en una escalada de armamentos y en un sinfín de enfrentamientos menores en escenarios de carácter local o regional, impidió el enfrentamiento generalizado entre ambos.

Esta situación fue posible porque alcanzado el equilibrio nuclear-estratégico entre soviéticos y norteamericanos, la base de la disuasión se centró en la posibilidad de llegar a una «Destrucción Mutua Asegurada» (MAD) en caso de enfrentamiento. La doctrina MAD fue la disuasión por «el terror», basada en la capacidad de cada gigante nuclear de tomar como rehén a la población civil del adversario. Dada la imposibilidad de cada uno de los contendientes de destruir en un primer golpe la totalidad de las fuerzas nucleares del contrario, la respuesta de éste sería la destrucción de una cantidad importante de sus ciudades. Por tanto, con la certeza de que las sucesivas respuestas llevarían al holocausto final, la doctrina MAD proporcionó un marco estratégico estabilizador.

El 23 de Marzo de 1983, el presidente de los EEUU, Ronald Reagan, lanzó un mensaje a sus ciudadanos anunciándoles que existía la posibilidad de encontrar un sistema que acabaría con la amenaza atómica y con el «equilibro del terror» y al que dieron el nombre de Iniciativa de Defensa Estratégica (IDE). No obstante, en el momento de su anuncio, el sistema no era más que un proyecto consistente en la posibilidad de destrucción de los misiles en alguna de las fases de su recorrido y antes de que éstos pudieran alcanzar su objetivo.

La imposibilidad material de la URSS de competir económicamente con los EEUU para contrarrestar este proyecto, fue uno de los principales motivos de la caída del «muro de Berlín» el 9 de Noviembre de 1989, la desmembración de la URSS y con ella la desaparición del Pacto de Varsovia y el riesgo de enfrentamiento entre los bloques.

Consecuencias de la desaparición de la URSS

Inicialmente, la desaparición de la URSS produjo una oleada de euforia en todo el mundo, persuadido de que entrábamos en una nueva época de paz y prosperidad. Sin embargo, muy pronto el mundo comprobó que si bien se había salido de una etapa en la que la proliferación de los arsenales había puesto en peligro la propia existencia del planeta, entrábamos en otra que, si no tan peligrosa, se manifestaba como mucho más inestable e insidiosa.

En efecto, mientras se mantuvieron los dos bloques, cada uno de ellos controlaba a aquellos países u organizaciones que    se encontraban en su esfera de influencia, no permitiendo que el grado de tensión rebasara las «líneas rojas» que pudieran llevar a los bloques a un conflicto generalizado, que pudiera poner en peligro la propia existencia del planeta.

Sin embargo, la desmembración de la URSS produjo a su vez la desaparición del poder moderador que ésta ejercía, provocando el «descontrol» e «inestabilidad» en amplios espacios de Europa Oriental, Asia, África y América Central y del Sur, dado que abandonaba un amplio arsenal de armas en manos de países inestables, al tiempo que dejaba sin financiación a una serie de organizaciones marxistas-leninistas a lo largo del mundo que, a partir de entonces, hubieron de buscarla para subsistir en campos como la droga, el tráfico de personas o la delincuencia organizada.

Como prueba evidente de la situación creada y simplemente a manera de recordatorio, sin pretender tener un carácter exhaustivo, enumeramos los principales acontecimientos armados que, a nuestro juicio, se han producido desde aquella fecha:

  • 1990-91 II Guerra del Golfo (Invasión de Kuwait por las fuerzas irakíes)
  • 1995 Intervención de la OTAN en Bosnia (como consecuencia de la resolución de UN.s)
  • 1994-1996 y 1999-2002 Guerra de Chechenia
  • 1999 Intervención de la OTAN en Kosovo (al margen de una resolución de las UN.s)
  • 2001 (11 SEP) Atentado contra las «Torres Gemelas» en Nueva York.
  • 2001 (OCT) Invasión de Afganistán
  • 2002 Atentado terrorista en Bali
  • 2003 Inicio de la Guerra de Irak
  • 2004 (MAR) Atentado terrorista en Madrid
  • 2005 (JUL) Atentado terrorista en Londres
  • 2008 (AGO) Invasión de Georgia por Rusia
  • 2011 (FEB-OCT) Guerra civil en Libia.
  • 2012 Guerra civil en Siria

Todo ello sin tener en cuenta el eterno conflicto árabe-israelí y los incontables problemas en los que se ve envuelto permanentemente el desgraciado continente africano.

El nuevo escenario de conflicto

En todos los conflictos en los que se emplearon doctrinas y procedimientos convencionales quedó de manifiesto la superioridad de las Fuerzas Armadas occidentales, lideradas por los EEUU, lo que debería haber llevado a sus potenciales enemigos a abandonar la vía de la confrontación armada y buscar el entendimiento por las vías políticas. Sin embargo, lejos de amedrentarse, lo que hicieron fue «inventar», «resucitar» o «ampliar», viejos procedimientos que han dado lugar a lo que se denomina «conflicto asimétrico», y que la Doctrina del Ejército de Tierra español define como: Aquel que enfrenta a contendientes con capacidades militares normalmente distintas y con diferencias sustanciales en su modelo estratégico.

El carácter asimétrico del conflicto no viene dado por la desproporción de fuerzas, ni tan siquiera por la mayor o menor superioridad técnica de uno sobre otro u otros, cuestión que casi siempre se produce en todo conflicto armado; la asimetría se produce porque alguno de los contendientes buscará la victoria utilizando el recurso militar de forma abierta en un espacio de tiempo y lugar determinados y ateniéndose a las restricciones legales y éticas tradicionales, en tanto que, su oponente u oponentes, tratarán de desgastar, debilitar y obtener ventajas actuando de forma no convencional mediante éxitos puntuales de gran trascendencia en la opinión pública, agotamiento de su adversario por prolongación del conflicto, recurso a métodos alejados de las leyes y usos de la guerra, o incluso mediante el empleo de armas de destrucción masiva si llegara a disponer de ellas. Todo ello con el objetivo principal de influir en la opinión pública y en las decisiones políticas del adversario.


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