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KFOR, la confianza de España en la Legión para las misiones internacionales

Por TCol. D. Antonio Cabrerizo.

CONTINGENTE ESPAÑOL

El Consejo de Ministros autorizó, el 26 de febrero de 1999, la participación de un contingente de entidad máxima 1.200 efectivos en la Operación “Joint Guardian”, para el despliegue de una fuerza terrestre que permitiera la puesta en práctica de un posible acuerdo de paz para Kosovo. Las condiciones para desplegar esa fuerza multinacional no se produjeron hasta tres meses después.

La participación española en KFOR se materializó mediante la contribución a los Cuarteles Generales de KFOR y de la Brigada Multinacional Oeste, y la aportación de una Unidad tipo Agrupación Táctica, una Compañía de Ingenieros, un Núcleo de Operaciones Especiales, una Sección de Policía Militar, un Equipo de Cooperación Cívico-Militar y otras pequeñas Unidades integradas en las correspondientes multinacionales. Para el apoyo de las unidades integradas en KFOR, España mantuvo bajo mando y control nacional un Elemento de Apoyo Logístico Nacional (KNSE), desplegado en Petrovec (Macedonia), con algunos elementos en la zona de Istok (Kosovo).

Muchas unidades españolas contribuyeron a ese primer contingente español, siendo la más numerosa y el núcleo del contingente la Brigada de la Legión que aportó la Agrupación Táctica en base a la VII Bandera y la Unidad de Ingenieros en base a la compñía de Zapadores de la Legión.
Las unidades españolas integradas en KFOR I zarparon a bordo de los buques «Galicia» y «Aragón» del puerto de Almería el día 22 de junio de 1999 con más de 100 vehículos y equipos llegando a Tsalónica (Grecia) algunos días después, aunque desde el día 20 un equipo de reconocimiento había llegado en avión a Kosovo para ir preparando la llegada del grueso y recabar la información que permitiera realizar una entrada en zona de operaciones lo más segura y eficaz posible.

LAS PRIMERAS MISIONES SOBRE EL TERRENO

Desde el puerto de Tsalónica las unidades españolas hicieron un despliegue ejemplar hasta sus emplazamientos dentro de Kosovo. Lo más complicado de ese viaje no fueron las horas intempestivas para no colapsar las carreteras de Grecia y Macedonia, ni los puentes y las carreteras de Kosovo destruidas, sino el peligro de que hubiera minas o algún elemento hostil, serbio o del UCK, se hubiera autonombrado autoridad de paso y circulación. La operación fue meticulosamente planeada y ejecutada y tras dos intensas jornadas de continuos rodeos, reconocimientos y búsqueda de desvíos seguros, las unidades españolas se aposentaron en sus correspondientes campamentos.

El Tcol que mandaba el GT Valenzuela de la Legión, encuadrado en la KFOR I, recuerda así esta entrada en Kosovo (fuente: http://www.amigosdeltercertercio.com):

«Una vez llegados al puerto de Tesalónica y desembarcada la unidad se articularon las diferentes columnas y se inició la marcha hacia la Zona de Reunión, en Katlanovo cerca de Skopje (Fyrom). Alcanzada ésta y tras un breve descanso proseguimos la marcha hasta que atravesamos la frontera de Djeneral Jankovitch, ya en Kosovo. A partir de ese momento fueron desfilando delante de nuestros ojos todos aquellos lugares que conocíamos de antemano, del estudio de mapas y conferencias antes de salir de España. El largo desfiladero de entrada, los túneles en la carretera, los puentes, las cunetas minadas en todas las vías de acceso, las elevaciones del terreno y sobre todo…, la destrucción.

Largas columnas de humo señalaban los lugares donde antes coexistieron personas. La destrucción era total en casi todo el paisaje y a esto se unía el deambular de mucha gente, sin casa, sin destino fijo, y todavía con las huellas del sufrimiento y del horror reflejadas en sus rostros, que se volvían a nuestro paso con expresión de agradecimiento en sus saludos y gritos de ¡Kfor, Nato!. Todos contestábamos a estas pobres gentes conscientes del trabajo que nos esperaba. El paso por la capital, Prístina, nos hizo ver el grado de destrucción en una ciudad importante y de cómo iban confluyendo hacia ella un sinfín de tractores con remolque donde se apiñaban familias enteras con las pertenencias que habían podido salvar de la represión de días anteriores.

Después de atravesar Klina (impresionantes los destrozos en puentes y carros de combate serbios), nos dirigimos hacia Istok, capital de la Opstina/Komuna (provincia) del mismo nombre, muy cerca de la frontera administrativa con Serbia, de unos 35.000 habitantes (el total de la Komuna) y que reúne unos condicionantes socio-políticos que le diferencian del resto de Kosovo. Patria chica de Ibrain Rugova y feudo del LDK (85% de votantes antes de la guerra), sufrió una represión brutal por parte de los paramilitares serbios del tristemente célebre Arkan que estableció aquí su Cuartel General. El grado de destrucción en la Opstina era elevadísimo y el sufrimiento de sus gentes considerable. Rara era la familia/clan que no había perdido a nadie en la guerra».

El contingente español se encuadró en la Agrupación Oeste, bajo mando italiano, cuyo Cuartel General se encontraba en la localidad de Pec. Las fuerzas españolas desplegaron inicialmente en varias localidades: Istok, Klina, Zlokucane, Rakos y Durakovac, todas en el área noroeste de Kosovo.

La llegada de la KFOR I coincidió con el regreso de los albano-kosovares y la huida acelerada de muchos serbios que vivían en Kosovo y que, normalmente, ocupaban puestos en la administración (alcaldes, jueces, etc.). Por ello la primera visión que se encontraron los componentes de la KFOR I al llegar fue la de los saqueos y la destrucción de casas e iglesias serbias. Sobre la marcha hubo que reaccionar para evitar las represalias de la población albanokosovar que pretendía tomarse la justicia por su mano y hacerse con lo que los serbios abandonaban. Cientos de casas ardieron una vez robadas y muchas más no lo hicieron gracias a la intervención de la KFOR.

La KFOR recibió, entre otras, estas misiones generales:

  • Frenar las hostilidades de las fuerzas yugoslavas y serbias.
  • Crear un entorno seguro y garantizar la seguridad pública.
  • Desmilitarización del Ejército de Liberación de Kosovo y destrucción de armas.
  • Asistencia en el retorno y reubicación de las personas desplazadas y refugiadas.
  • Desminado, asistencia médica, apoyo en el establecimiento de instituciones civiles.
  • Especial atención a asegurar la libertad de movimientos de las etnias, a proporcionar seguridad a las minorías y a mantener el ambiente de seguridad dentro de su zona de responsabilidad.

Las unidades españolas comenzaron a cumplir esas misiones a la vez que acondicionaban sus propios destacamentos en los que no se disponía de los servicios mínimos (ni letrinas, ni seguridad perimetral, ni aparcamientos, ni cocinas,..). A lo largo de los primeros ocho meses de presencia española en Kosovo (junio 1999-febrero 2000) los legionarios facilitaron el retorno de 800.000 desplazados de origen albanés, requisaron más de 3.000 fusiles, 600 subfusiles, seis millones de cartuchos, 140 morteros, 200 ametralladoras, media tonelada de explosivos y más de 1.000 minas. Distribuyeron más de 150 toneladas de Ayuda humanitaria y por otra parte se llevaron a cabo muchos proyectos en beneficio de la población local, entre otros la construcción de una escuela en Suvo Grlo, iluminación de varias localidades, suministro de agua en el pueblo de Kos, reparación de puentes, retirada de misiles y proyectiles no explosionados, vigilancia de iglesias, monumentos y lugares culturales serbios que podían ser destruidos, etc.

Esa primera agrupación estuvo desplegada en Kosovo hasta febrero de 2000 y así, 8 meses después, los legionarios y soldados de la Agrupación española encuadrados en la KFOR I regresaron a casa satisfechos de haber sido fieles a su Credo y a lo que el General Jefe de la Fuerza de Acción Rápida les había dicho al salir del puerto de Almería: «España confía en la Legión para las misiones internacionales. Un orgullo que se tiene que demostrar en tierras kosovares».


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