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Condecoraciones militares, el premio a la valentía, el honor y la constancia

Dr. Vicente González-Prida y Díaz.

Este artículo se centra en dos condecoraciones españolas de naturaleza militar que reconocen y destacan la virtud y el mérito de personas que, sin atender a razones de nobleza, clase social o grado militar, se han enfrentado con valentía y honor a hazañas sobresalientes (como es en el caso de la Orden de San Fernando), o bien han manifestado una constancia en el servicio y una intachable conducta en el mismo (como es en el caso de la Orden de San Hermenegildo).

Estas actitudes de abnegado valor y rectitud en el desempeño de las obligaciones son las que hacen merecedoras de reconocimiento y distinción a personas con características excepcionales y que, desafortunadamente, no suelen fomentarse en nuestra sociedad actual. Las dos Reales y Militares Órdenes aquí mencionadas están reconocidas oficialmente por el Ministerio de Defensa español, siendo el soberano de ambas su Majestad el Rey.

Condecoraciones civiles y militares españolas

Forma parte de la naturaleza humana la necesidad de superación por mejorar las condiciones que rodean tanto al individuo en particular, como a su entorno o familia en general, por un simple instinto de supervivencia. Esta realidad biológica llevada al ámbito de lo racional, no sólo consigue una natural mejora continua que se ve plasmado en el desarrollo tecnológico, intelectual, económico etc. de las sociedades, sino que requiere para su mantenimiento y evolución, de todo un sistema de reconocimiento social que motive, aliente y dé ejemplo ante los iguales. En todas las épocas, en todas las culturas, y en todos los sistemas políticos, de algún modo u otro siempre ha existido un procedimiento para destacar a determinadas personas por acciones excepcionales y extraordinarias.

En el caso concreto de España, hoy en día existe una cierta variedad de condecoraciones que reconocen desde el mérito deportivo, al agrario, al trabajo, a la solidaridad social, a las víctimas del terrorismo etc. y no solo a nivel nacional sino incluso autonómico. No obstante, si nos ciñéramos únicamente a las condecoraciones históricas de mayor relevancia, cabría destacar las siguientes:

  • La Orden del Toisón de Oro (1430) que, bajo la autoridad del Rey Don Juan Carlos I, mantiene el premio a la excelencia y al mérito personal principalmente en la búsqueda de la unidad de Europa.
  • La Orden de Carlos III (1771), la cual se ha considerado una de las más distinguidas condecoraciones de España. Su finalidad es destacar las buenas acciones en beneficio de la Nación y de la Corona y, en origen (hasta 1847), entraba dentro de la categoría de las Órdenes Militares.
  • La Orden de Damas Nobles de la Reina María Luisa (1792), que tuvo su origen para recompensar a mujeres nobles que se distinguieran por sus servicios o cualidades.
  • Las Órdenes de Isabel la Católica (1815) y al Mérito Civil (1926), las cuales las otorga el Ministerio de Exteriores con la intención de premiar los méritos de ciudadanos españoles y extranjeros en servicios relevantes para el estado o bien por trabajos extraordinarios.

En cuanto a las distinciones militares, también existe un amplio abanico de variedades como la Cruz de Guerra, al mérito Naval, Aeronáutico, Medalla al Mutilado etc. Las distintas condecoraciones han sufrido vaivenes con el transcurrir de los tiempos, de modo que, con cambios en los sistemas políticos, algunas se extinguían, otras permanecían, otras se restauraban, o bien surgían nuevas etc. Cabe aquí indicar que el conjunto de personas distinguidas con una orden (entendiendo este término como condecoración) no implica la pertenencia a una determinada corporación de caballeros. De igual modo, existen corporaciones con mayor o menor tradición histórica y que conceden condecoraciones, pero que hoy por hoy, no tienen valor oficial en tanto que entran dentro del ámbito de las asociaciones privadas. Solo los dos casos que aquí nos aplica corresponden a las únicas órdenes militares reconocidas actualmente por el Ministerio de Defensa.

Real y Militar Orden de San Fernando

La Orden de San Fernando fue creada en 1811 por las Cortes de Cádiz en plena Guerra de la Independencia con el objetivo de “honrar el reconocido y muy distinguido valor heroico como virtud que induce a acometer acciones excepcionales o extraordinarias, individuales o colectivas, siempre en servicio y beneficio de España». Dado el enfoque liberal que presentaba las Cortes gaditanas y que quedaba manifiesto en la primera Constitución Española (y tercera del Mundo) conocida por “La Pepa”, la Orden de San Fernando se originó como la primera condecoración española que se otorgaba únicamente por méritos personales. La Cortes consideraron la necesidad de establecer un premio o reconocimiento único y general por el valor militar con lo que se fundó la “Orden Nacional de San Fernando” mediante el decreto número 88, publicado el 31 de agosto de 1811. Los estatutos tenían treinta y seis artículos y ahí se detallaban cinco clases para las condecoraciones:

  • Gran Cruz con Banda de Laurel (para generales)
  • Insignia de Oro, con y sin Laurel (para oficiales)
  • Insignia de Plata, con y sin Laurel (para otros rangos)

Para ser agraciado con la Orden, se requería de una investigación formal por parte de un tribunal militar que evitara cualquier tipo de perjuicio o parcialidad. El primer estatuto (artículo 29) también establecía la condecoración colectiva. De este modo, se podía conceder a un batallón o un regimiento mismo, pudiendo disponer éste de la insignia de la Orden bordada sobre su pendón o estandarte y sobre su banderín con los colores de la Orden. En la Orden de San Fernando, el conjunto de personas condecoradas con gran cruz y con cruz de oro constituyen el Capítulo de Caballeros de la Orden. Dicho Capítulo fue creado en la misma fecha, encabezada por el Rey como Gran Maestre o, en su ausencia, por el caballero gran cruz de mayor antigüedad. El Capítulo es responsable del registro y listado de cada caballero, detallando las acciones militares por las que fueron distinguidos; de asegurar que las pensiones fueran pagadas; y de celebrar Misas regulares para los miembros fallecidos de la Orden.

La insignia consiste en una cruz de Malta de oro o plata, esmaltada de blanco, con la imagen de San Fernando en el centro y redondeada. El redondel está a su vez envuelto por una banda roja con un borde en naranja y amarillo, leyéndose en el anverso la inscripción “Al mérito militar”, y en el reverso “La Patria”.

Dado que hoy en día no existe ningún Caballero Laureado en vida, existe la Asociación de Descendientes de Caballeros Laureados de San Fernando, también conocida como Maestranza de San Fernando, la cual en definitiva tiene la finalidad de mantener viva la memoria del valor y la nobleza de aquellos caballeros que en su día fueron agraciados con tal condecoración. Para el ingreso en tal Maestranza hay que acreditar descender de un Caballero Laureado, si bien hay que justificar la nobleza cuando no se es descendiente agnado. En cualquier caso, hay un amplio marco de circunstancias que permite el ingreso en la Maestranza tal como puede observase en el artículo 23 de los estatutos de dicha Asociación.

Real y Militar Orden de San Hermenegildo

Tras la Guerra de la Independencia, España se encontraba devastada y el Rey Fernando VII decidió crear una condecoración general para aquellos oficiales de sus Reales Ejércitos que se hubiesen distinguido durante la guerra contra los franceses. Si bien la Orden de San Fernando premiaba el valor extraordinario, la de San Hermenegildo distinguía la constancia en el servicio militar. El Real Decreto de 28 de Noviembre de 1814 establecía esta Real y Militar Orden como evidencia de la gratitud del Rey a sus Ejércitos y a las tropas de sus bravos aliados, quienes habían sufrido y afrontado peligros y riesgos en pro de la libertad de España. Los primeros estatutos fueron aprobados a la par que los de la Real y Militar Orden de San Fernando, el 19 de enero de 1815. Tanto entonces como ahora, para ser distinguido con esta orden es necesario probar un servicio continuado de 25 años, sin reportar ninguna actuación negativa.

La Orden de San Hermenegildo fue una distinción pensionada hasta el 14 de febrero de 1994 en el que se dio fin a esta práctica. Su Majestad el Rey es el soberano de la Orden, la cual se gobierna a través de un Capítulo de Caballeros, una Asamblea Permanente y una Cancillería, constituyendo un cuerpo en cierto modo independiente del Ministerio de Defensa. En años alternos, se suele celebrar un Capítulo solemne en el Real Monasterio del Escorial, sede donde reposan las reliquias de San Hermenegildo y presidiendo la ceremonia su Majestad el Rey, en presencia de la Familia Real, altas autoridades españolas, representantes diplomáticos así como de los tres Ejércitos, las Órdenes de Malta, Santo Sepulcro, Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa, así como la Orden Constantiniana. En dicha ceremonia se invisten a los nuevos miembros de la orden.

La insignia permanece igual que como era allá en 1814, basándose en un escudo de contorno circular en donde aparece la efigie de San Hermenegildo montado en caballo galopando y con una palma en la mano, todo de oro en campo de azur. Las distintas condecoraciones incluyen una bordura, bien blanca, bien de color azul más oscuro, según la categoría, y con la inscripción en oro “Premio a la constancia Militar”, incluyendo en el reverso y en campo de oro, una inscripción grabada que dice “F. VII”.

Conclusiones

Tal como se puede leer en la página web del Ministerio de Defensa, “la creación de estas Reales y Militares Órdenes produjo un lento pero imparable cambio en el sistema premial español; las distinciones de Grandeza y Títulos Nobiliarios se perpetuarían pero algunas de las viejas Órdenes irían suprimiendo el requisito de la nobleza de sangre”. Ciertamente, la finalidad de estas órdenes era puramente la de premiar el mérito, lo cual entra dentro de la lógica dado el origen liberal de estas. No obstante, no es menos cierto que según los propios términos del texto del Real Decreto de 24 de Marzo de 1815, la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, junto con la Orden de Carlos III, San Fernando e Isabel la Católica, conferían nobleza personal a aquellos que eran distinguidos con tales honores. Es decir, una situación similar al ennoblecimiento papal de los Caballeros del Santo Sepulcro, o la nobleza personal (aparte de la propia que pudieran ya tener) adquirida por aquellos caballeros distinguidos con la Orden de San Mauricio y San Lázaro a través del fons honorum de la Casa de Saboya. En cualquiera de los casos dichas órdenes y distinciones merecerán también un análisis en posteriores apuntes sobre ellas.

ESPAÑA A SUS HÉROES

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Referencias

  • Caballeros del s. XXI. Vindicación histórica y sentimental de las corporaciones nobiliarias españolas. Editorial Dykinson, Madrid 2004. Fernando García- Mercadal y García Loigorry, Manuel Fuertes de Gilbert y Rojo.
  • La Real y Militar Orden de San Fernando. Madrid, 2003. ISBN 84-933019-1-4. Alfonso Ceballos-Escalera, et. Al.
  • La Real y Militar Orden de San Hermenegildo. Madrid, 2007. ISBN 978-84-935851-1-2. Alfonso Ceballos-Escalera.
  • Maestranza de San Fernando. Asociación de Descendientes de Caballeros Laureados de la Real Y Militar Orden de San Fernando: http://www.maestranzasanfernando.es/
  • Real y Militar Orden de San Fernando. Página web del Ministerio de Defensa Español: http://www.rmo.mde.es/ordensfern/.
  • Real y Militar Orden de San Hermenegildo. Página web del Ministerio de Defensa Español: http://www.rmo.mde.es/ordensherme/ .
  • Real Decreto 899/2001, de 27 de julio, por el que se aprueba el Reglamento de la Real y Militar Orden de San Fernando
  • Real Decreto 1189/2000, de 23 de junio de 2000, por el que se aprueba el Reglamento de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.
  • Segundo Centenario de la Orden de San Fernando. Revista de Historia Militar, Instituto de Historia y cultura Militar. VVAA.
  • World Orders of Knighthood and Merit. ISBN 0971196672. Burke’s Peerage & Gentry. Guy Stair Sainty.

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