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«El oficial tiene que ser, sobre todo, un líder»...

«El oficial tiene que ser, sobre todo, un líder»

Cristina Fernández Luque.

Heredera del historial y tradiciones de la desaparecida Escuela de Estado Mayor, creada en 1843, la Escuela de Guerra del Ejército de Tierra forma hoy día a más 1.200 alumnos en 35 acciones formativas distintas (en cifras de 2013).

Hemos tenido la oportunidad de hablar con el hombre que, desde hace un año, se encuentra al frente de este centro docente militar de perfeccionamiento, el general de brigada D. Jorge Requesens Quer.

El general Requesens es plenamente consciente del esfuerzo que supondrá para la Escuela de Guerra la adaptación al nuevo modelo que requiere el Espacio Europeo de Enseñanza Superior, para lo que ya se han comenzado a realizar esfuerzos para reorientar los cursos impartidos en el centro.

En cualquier caso, el general Requesens tiene claro que el principal reto de la Escuela de Guerra es «mantener un esfuerzo constante de perfeccionamiento del profesorado, en la seguridad de que unos docentes motivados y bien formados conseguirán la máxima calidad en la enseñanza».

Aboga por una formación integral para el militar de hoy, que considera debe tener una sólida formación moral y ética, conocimientos técnicos y tecnológicos novedosos, amplio conocimiento del mundo actual y de lenguas extranjeras, pero sobre todo, capacidad para «arrastrar con su ejemplo a los profesionales que están a sus órdenes». En definitiva, un líder.

¿Cómo han evolucionado las necesidades de formación de los oficiales de Tierra en la última década con un panorama de amenazas tan cambiante?
Los conflictos, como una realidad invariable de la historia, sufren una evolución constante y, por ello, los profesionales de las armas deben actualizar sus conocimientos de forma permanente. Con ello se pretende, no sólo hacer frente al conflicto que se pueda estar viviendo en ese momento, sino también anticiparse al que podamos encontrar en el futuro.

El oficial, el militar de hoy, tiene que tener un amplio conocimiento del entorno en el que debe desempeñar su labor, saber de la historia y la cultura del país que le acoge. Tiene que ser a la vez combatiente y mediador, consciente de que su acción individual puede tener una enorme repercusión. Y, todo eso, con un gran dominio de lenguas extranjeras, fundamentalmente inglés, aunque en función de la zona en la que opere, también requerirá el conocimiento de otros idiomas.

Todo esto, como es lógico, obliga a una revisión constante de los programas de enseñanza y a una actualización permanente del profesorado, lo que supone un enorme esfuerzo pero, sobre todo, una gran responsabilidad.

Como centro docente militar de perfeccionamiento ¿cómo definiría usted el cometido y objetivos de la Escuela?
Este centro docente militar está constituido como escuela de especialidades complementarias en áreas cuyas actividades no corresponden específicamente a ninguna especialidad fundamental. Para ello se imparten los cursos necesarios para proporcionar al personal del Ejército, en los empleos superiores, los conocimientos necesarios para desempeñar sus cometidos en esas áreas.

La Escuela de Guerra imparte los cursos y seminarios de más alto nivel en el ámbito del Ejército de Tierra para la actualización de conocimientos en lo relativo a planeamiento y conducción de operaciones terrestres.

En su opinión, ¿cuál es la formación básica que debería tener un buen oficial del Ejército de Tierra español?
Aunque ya he apuntado algo, el oficial tiene que tener una sólida formación moral y ética, ya que creemos firmemente que estos son los que dan el valor añadido a cualquier organización.

Técnicamente, debe ser un experto en los procedimientos más novedosos y encontrase al tanto de las últimas tecnologías.
Humanísticamente, necesita un amplio conocimiento del mundo actual, mucho más específico de aquellas zonas susceptibles de ser origen de conflictos.

Como antes he señalado, debe contar con un amplio dominio de lenguas extranjeras, en la que el inglés ya no es un requisito sino una necesidad, pero complementado con otros idiomas.

Y, sobre todo, tiene que ser un líder, con una buena capacidad de comunicación y de trabajo en equipo. En resumen, una persona que sepa arrastrar con su ejemplo a los profesionales que tiene a sus órdenes.

Aún asumiendo que el personal docente no tiene un perfil único, ¿podría hacernos un esbozo de qué profesorado encontrarán los oficiales que se formen en la EGE?
Como bien apunta, el perfil de los profesores de la Escuela de Guerra es muy variado, como variada es la oferta académica de la que disponemos.
Podríamos hablar de que la mayor parte de los profesores disponen de, al menos, una titulación específica para cumplir con sus cometidos, titulación que viene determinada en las plantillas oficiales: Estado Mayor, Logística, Inteligencia, Geodesia, Estudios Económicos de Aplicación Militar, Contratación, etc., además de perfiles elevados de idiomas.

Por otra parte, es habitual que los profesores completen su formación con estudios universitarios de postgrado y máster, así como de doctorado.

¿Qué supone estar al frente de una institución que, aunque con su actual denominación y organización fue creada hace doce años, cuenta con una larga historia por ser heredera del historial y tradición de la Escuela del Estado Mayor, creada en 1843?
La Escuela de Guerra, como el Ejército de Tierra en su conjunto, aúna tradición y modernidad, mirando al futuro con apoyo en la sólida base que presta nuestra historia. Quienes crearon la Escuela en 1843 lo hicieron pensando en el futuro; desde luego no como nosotros vemos ahora el presente, pero sí eran conscientes de la importancia de una enseñanza de calidad; al mismo tiempo, eran buenos conocedores de lo que había acontecido en esa primera mitad del siglo XIX, tan decisiva para España.

La fundación de la Escuela era una necesidad derivada del conocimiento de la historia y del afán de mejorar, al que han dado continuidad los cincuenta coroneles y generales que me han precedido en este cargo. La Escuela conserva esa historia en su patrimonio, en sus libros y en el recuerdo a los que dieron su vida por España sirviendo en sus estados mayores, cuyas fajas se exhiben en un monumento para que todos recordemos su ejemplo.

La formación ofrecida por la institución ha evolucionado a lo largo de sus más de 150 años de historia para adaptarse a las necesidades de formación del ejército en un mundo cambiante, ¿en qué disciplinas se forman actualmente los alumnos de la Escuela?
Como se ha expresado anteriormente, la Escuela tiene una gran variedad de acciones formativas. Siendo exhaustivos, habría que tratar en primer lugar, cursos de actualización para el ascenso, que suponen un requisito exigido por la Ley 39/2007, de la Carrera Militar: Ascenso a Comandante de la Escala de Oficiales del Cuerpo General del Ejército de Tierra, del Cuerpo de Intendencia y de la Guardia Civil, a Teniente Coronel de la Escala a Extinguir de Oficiales, a Comandante para Militares de Complemento y a Suboficial Mayor.

En el ámbito de los cursos de especialización, se imparten aquellos que son necesarios para desempeñar una determinada tarea que requiera conocimientos específicos y podríamos referirnos a los relativos al área de la Geodesia y Topografía, del Cuerpo de Intendencia, Inteligencia y Seguridad o Cooperación Cívico – Militar, tanto para oficiales como para suboficiales.

Finalmente, todos los que tienen un mero carácter formativo, como los de idiomas, tanto inglés como francés, y el catálogo de cursos relacionados con las Misiones de Paz: Observadores y Operaciones de Paz, además de realizar anualmente unas jornadas para corresponsales de guerra y, bienalmente, unas para personal de la Cruz Roja en zona de conflicto.

¿Lo que se enseñaba en los centros de enseñanza militar hace 25 serviría hoy?
Hay aspectos que no han evolucionado, pero no sólo en el ámbito militar, sino en la enseñanza general. Así, podríamos hablar de liderazgo o historia militar, considerada una enseñanza de base en la formación de la cultura básica de cualquier militar.

En contenidos, es evidente que las doctrinas y procedimientos, derivados de cómo se desarrolla el conflicto en cada época, van evolucionando. Las operaciones han cambiado de fisonomía y eso ha hecho que la forma de entenderlas haya también cambiado. Al igual que en otras áreas del conocimiento humano, la evolución de los tiempos marcan las materias a enseñar. Pero, ante todo, se trata de prever cómo serán los conflictos futuros y prepararnos para, si así lo requiere nuestra nación, intervenir en ellos en condiciones de lograr el éxito.

¿Cuántos alumnos se forman  cada año en la EGE?
Hay un gran número de alumnos que pasan cada año por la Escuela de Guerra. Este número es variable, dependiendo de las necesidades que el Ejército tenga en cada momento pero, como referencia, indicar que durante el año 2013 pasaron por nuestras aulas, tanto físicas como virtuales, un total de 1.245 alumnos en 35 acciones formativas diferentes.

Además de la mencionada formación a oficiales, la Escuela de Guerra también ofrece diversos cursos en los que pueden participar personal civil, como es el caso de los cursos de observadores para misiones de paz, las jornadas para corresponsales de guerra o jornadas para la Cruz Roja, ¿están teniendo una buena acogida estas acciones formativas?
Los cursos relacionados con misiones de paz parten de una directiva del Jefe de Estado Mayor de la Defensa del año 2000, por lo que no son específicos del Ejército de Tierra, sino que cuentan entre sus alumnos con personal de todas las Fuerzas Armadas, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, ejércitos de países aliados y amigos, así como con personal civil.

Sin lugar a dudas, podría decir que sin excepción alguna la acogida de estos cursos y jornadas es muy positiva ya que, en su programación, siempre viva, se incluye lo más novedoso en cuanto a las operaciones en curso, además de ser enormemente prácticos en cuanto a las necesidades que se pueden tener en zonas de conflicto: sensibilización sobre minas, primeros auxilios básicos, conducción todo terreno, trato con intérpretes, prácticas de entrevistas, etc.

¿Qué motivación ha llevado a la institución a ofrecer estos cursos? ¿Son los civiles «buenos alumnos»?
Como se ha apuntado, la necesidad de realizar acciones formativas específicas para las misiones de paz surgió en el año 2000 en el seno de las Fuerzas Armadas. Era obvio que había que unificar la formación para determinados puestos, especialmente por lo que a observadores se refiere.
Del mismo modo, se consideró conveniente el mostrar a los posibles corresponsales de guerra qué deben conocer, qué precauciones tienen que tomar en zonas de conflicto, así de cómo funcionan las unidades militares en esas operaciones, estando seguros de que un conocimiento mutuo favorecerá el trabajo de unos y otros.

¿Buenos alumnos? Hay que tener en cuenta que las solicitudes que llegan para realizar estas jornadas y cursos superan en mucho las plazas disponibles. Así, recogiendo lo dicho en no pocas ocasiones por estos alumnos, el conseguir estar aquí es un premio para ellos. La motivación con la que acuden es, por tanto, máxima. Y, el rendimiento, excepcional.

Una de las joyas de las que puede presumir la EGE es su Biblioteca, de tan larga tradición como la propia escuela y con un fondo bibliográfico de 50.000 volúmenes. ¿Está la biblioteca al día en cuanto a las nuevas amenazas que afectan al mundo actual: conflicto simétrico, ciberseguridad, etc?
La Biblioteca de la Escuela de Guerra cuenta con fondos antiguos e, incluso, se puede afirmar que es de las mejores que podemos encontrar en Europa en arte militar del siglo XIX.

No obstante, la Biblioteca no tendría sentido en este centro si no estuviera permanentemente al día. Las necesidades de actualización de conocimientos del profesorado nutren sus estanterías, en un proceso de adquisición de fondos permanente, siempre intentando estar al tanto de las últimas novedades por lo que a conflictos se refiere.

¿Cómo se prepara la institución que dirige para afrontar el proceso de transformación de las FAS anunciado por el JEMAD, y seguir prestando el servicio que tiene encomendado?
El Ejército de Tierra, al igual que los otros Ejércitos, lleva varios años en un constante proceso de transformación para afrontar los retos del futuro. Esta Escuela es buen ejemplo de ello, cumpliendo las nuevas misiones que se le asignaron hace ya casi catorce años, adaptándose constantemente a las necesidades de la enseñanza del más alto nivel en el Ejército de Tierra. Hemos reorientado tanto el contenido como los procedimientos de nuestros cursos. Los profesores se forman en técnicas pedagógicas y en la enseñanza en entornos virtuales. Estamos potenciando la investigación y el análisis en los ámbitos de nuestras competencias. En resumen, aplicamos con la mayor eficacia los principios de adaptabilidad y polivalencia que demanda el actual entorno operacional, en línea con las directrices que recibe la Escuela y todo el sistema de enseñanza del Jefe de Estado Mayor del Ejército sobre este nuevo paso en el proceso de transformación.

El año pasado recibió una de las más importantes condecoraciones a la que puede aspirar un militar, la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, ¿qué siente cuando le otorgan este reconocimiento?
La Real y Militar Orden de San Hermenegildo se creó para recompensar la constancia y la eficacia en el servicio a España en sus ejércitos. Este reconocimiento supone para mí una satisfacción y un nuevo estímulo para seguir trabajando en beneficio del Ejército y de la sociedad en general.

¿Algún reto pendiente?
Siempre quedan retos pendientes, que queremos alcanzar con realismo y ambición de servir. La adaptación al nuevo modelo que requiere el Espacio Europeo de Enseñanza Superior exigirá nuevos esfuerzos y una reorientación de los cursos impartidos en la Escuela, para lo que ya hemos participado en grupos de trabajo y aportado nuestras posibilidades.

Es pronto para saber en qué se traducirán estos trabajos, pero en cualquier caso, el principal reto de la Escuela de Guerra es el mantener un esfuerzo constante de perfeccionamiento del profesorado, en la seguridad de que unos docentes motivados y bien formados conseguirán la máxima calidad en la enseñanza.


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