Ceuta española y victoriosa (III)

Por G.B. D. Agustín Alcázar Segura (R).

Levantado el largo asedio de 1694-1727, siguió un lustro de relaciones pacíficas entre la plaza y sus vecinos, etapa que se rompe en Octubre de 1732 cuando surge una inesperada amenaza sobre Ceuta, instigada y dirigida, increíblemente, por un holandés, antiguo ministro de Felipe V, el barón de Riperdá. Este personaje, depuesto de sus funciones y encarcelado en el alcázar de Segovia por divulgar secretos de Estado, consigue huir de prisión y, tras un periplo por diversas capitales europeas, llega a Marruecos, se convierte al Islam y convence al sultán para organizar un ejército de 35.000 hombres, con el objetivo de apoderarse de Ceuta.

Afortunadamente, una sola y arriesgada operación, decidida por el gobernador de la plaza, mariscal D. Antonio Manso Maldonado, al frente de la práctica totalidad de la guarnición, unos 8.000 hombres, consiguió abortar el ataque, en apenas un día de combate.

Los problemas internos del vecino reino de Marruecos mantuvieron a Ceuta al amparo de ataques exteriores. Esta actitud terminó a finales del año 1753, cuando sin razón alguna volvieron los moros a sus agresiones y merodeos, y fueron precisas operaciones de castigo para contenerlos.

Esta tesitura se mantuvo hasta el 23 de Mayo de 1757, fecha en la que, también de forma insospechada y repentina, se produce un nuevo bloqueo de Ceuta de unos dos meses de duración, si bien se limitó, en general, a un moderado intercambio de fuego de artillería y fusilería, así como, aparatosas demostraciones de fuerza del numerosísimo ejército sitiador. La plaza fue reforzada con tropas de infantería y, especialmente, con 230 artilleros procedentes de Cádiz y otros 30 del Campo de Gibraltar (1).

En los primeros días de Julio se retiraron las huestes del sultán, que falleció tres meses después, y la plaza se vio libre del bloqueo, disfrutando durante bastante tiempo de la relativa tranquilidad que cabía esperar del espíritu levantisco y guerrero de sus vecinos.

En 1767 parece alcanzarse un respiro en la situación, cuando, a  instancias del emperador Sidi Mohamed, se establece el primer tratado de “Paz y comercio” entre España y Marruecos.

Las buenas relaciones que se pretendía implantar, se veían ensombrecidas por la presencia de los presidios españoles en el norte de Marruecos, que España pretendía ampliar, mientras que Marruecos no perdía la esperanza de recuperarlos (2).

La recuperación de Mazagán (3), en 1769, indujo a Sidi Mohamed a tratar de hacer lo mismo con  las plazas españolas. Las operaciones se iniciaron el 19 de Septiembre de 1774, cuando unos emisarios del sultán se presentaron en Ceuta con una carta para el rey Carlos III, en la que se declaraba la rotura del tratado firmado anteriormente y se expresaba la intención de desalojar a los cristianos de las tierras de los musulmanes, siendo atacada a continuación.

No obstante, durante los dos años siguientes, el esfuerzo bélico marroquí se dirigió principalmente contra Melilla y los peñones de Alhucemas y Vélez de la Gomera, no molestándose de forma significativa al presidio de Ceuta.

A la muerte de Mohamed, subió al poder Muley Yazid, que pronto demostró su enemistad hacia nuestra Patria. Así, en el mes de Septiembre de 1790, un ejército, compuesto de unos 20.000 hombres y mandado por su hermano Ali, estableció sus campamentos en Castillejos, Negrón y el Serrallo y ocupó las trincheras próximas a la plaza.

Con bombardeos de artillería, escaramuzas y salidas en fuerza de la guarnición para lograr objetivos de alcance limitado, la situación se prolongó hasta Noviembre del año siguiente. En esta fecha, el alcaide de Tetuán, en nombre del sultán, acordó, por enésima vez, los límites de la plaza quedando levantado el sitio.

A partir de entonces, las relaciones con el vecino reino de Marruecos fueron de relativa tranquilidad. Sin embargo, la situación interna española motivada por la Guerra de la Independencia primero, y la 1ª Guerra Carlista, después, fueron aprovechadas por los marroquíes para ocupar en Julio de 1837 la zona de expansión reconocida en 1791.

Nuestras reclamaciones provocaron que, en 1843, el bajá de Tánger acordase la devolución del terreno que nos había sido usurpado, los cuales se restituyeron al año siguiente. No obstante, ello no impidió que los fronterizos volvieran a manifestar su agresividad, de la que eran víctimas no sólo Ceuta y sus habitantes, sino las embarcaciones españolas que costeaban la cávila de Anyera; actos de hostilidad que, reanudándose, posteriormente dieron lugar a la guerra de 1859-1860.

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(1) CONTRERAS GÓMEZ, Julio: Ceuta. XX siglos de historia militar. Ed. Papel de Aguas. Ceuta, 2001. p, 212.
(2) CRESPO REDODO, José, y otros: Historia de Marruecos. Ministerio de Educación y Ciencia. Servicio de Publicaciones. Consejería de Educación. Embajada de España en Marruecos. Embajada de España en Marruecos. Elaborada entre  1992 a 1994. p, 103.
(3) Fortaleza construida por los portugueses a 90 km al SO de Casablanca. Hoy forma parte de la ciudad de El Jadida.