Hispanoamérica, no Latinoamérica

Por G.B D. Agustín Alcázar Segura (R).

Resulta cuanto menos sorprendente comprobar como políticos, periodistas, educadores y la gente común han abandonado la expresión Hispanoamérica, al referirse a los territorios americanos que durante más de 300 años pertenecieron a la corona española, para sustituirla por el artificial término de Latinoamérica.

El término Latinoamérica fue utilizado por primera vez en París en 1856 en una conferencia del filósofo chileno Francisco Bilbao y, ese mismo año, también por el escritor colombiano José María Torres Caicedo en su poema “Las dos Américas”. Inmediatamente fue apoyado por el imperio francés de Napoleón III, durante su invasión a Méjico, como forma de incluir a Francia entre los países con influencia en América, para así poder excluir a los anglosajones y separar a Hispanoamérica de España emocionalmente.

Al asumir el término Latinoamérica, se da cabida a un conjunto de países como Francia e Italia que solo muy tardíamente y, en el caso de Francia, de manera  puntual han tratado y han conseguido que el nombre de España se diluya en ese otro más genérico como es Latinoamérica, dando un protagonismo a unos países que sólo España ha tenido en la historia y el devenir de las naciones allí nacidas.

Española fue la hazaña del Descubrimiento, española fue la epopeya de la Conquista, española fue la grandeza de la Colonización, española es la lengua, la cultura y la religión dejada en aquellas tierras y españoles fueron, también, los errores y abusos que se cometieron en ellas.

Pero el “lote” hay que asumirlo en su totalidad, con errores y con aciertos. Asimismo, la historia hay que juzgarla con arreglo al momento en el que se vive, no con los criterios actuales. En cualquier caso, y comparándola con la actuación de otras naciones en similares circunstancias, España y sus reyes trataron de proteger, educar y promocionar a sus habitantes y sus culturas y, si bien es cierto que en muchos casos no se logró, ahí están presentes para que las juzgue la historia el catálogo de leyes y disposiciones dictadas para alcanzarlo, honor que en muy pocos casos, otras naciones puede exhibir.

Es por ello que afirmo que los errores que se cometieron fueron infinitamente menores que los aciertos logrados, y que estos aciertos son la razón por la que los españoles podemos sentirnos satisfechos de la labor realizada en aquel continente y reivindicar y exhibir con orgullo el nombre de Hispanoamérica para ellos.

 


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