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La pieza terrorista en el puzzle sirio

La pieza terrorista en el puzzle sirio

José Mª Blanco Navarro/ Madrid

Mientras el conflicto sirio se recrudece, la comunidad internacional se muestra ineficaz, especialmente organismos como el Consejo de Seguridad de la ONU, y se lanzan conjeturas sobre el hipotético futuro del país, un denominador común aparece en multitud de los actores involucrados en el conflicto. Se trata del “terrorismo”, presente desde el inicio de las protestas y revueltas, y que afecta tanto a actores estatales como no estatales

Enmarcado en la denominada “Primavera Árabe”, el conflicto sirio tiene connotaciones bien diferentes a las de otros países englobados en dicho concepto. Es un conflicto geoestratégico que pone en peligro la ya débil estabilidad existente hasta el momento. Y es un campo de batalla principal en la lucha entre chiíes y suníes.

Desde el inicio del conflicto, la lucha frente al terrorismo ha sido la excusa lanzada por Assad para desencadenar una brutal represión social, con miles de víctimas civiles. Gadaffi también utilizó dicho recurso en algún momento. Es un clásico, perteneciente al eterno debate de la seguridad como justificación de medidas limitativas de derechos, o del empleo de la fuerza, guerras preventivas, o simplemente para la gestión del miedo como herramienta a la que acuden los poderes establecidos.

Por otra parte, el terrorismo, en forma de impactantes atentados, es un método de acción de los insurgentes, para generar miedo, para debilitar la fuerza del enemigo, para mostrar poder y llamar la atención, y para tratar de concentrar los esfuerzos de la yihad global.

Pretendemos únicamente, en este momento, analizar cómo el terrorismo es uno de los elementos comunes en multitud de los actores involucrados, tanto entre los actores estatales como los no estatales:

Actores estatales:

  • Siria. Siria es considerado un estado patrocinador del terrorismo desde 1979. Así se refleja, por ejemplo, en el último informe sobre terrorismo por países, publicado por el Gobierno norteamericano a principios de agosto. Además de ser un baluarte internacional para el régimen iraní, es acusado del suministro de armamento al grupo terrorista chií Hezbolá, e incluso a Hamas.
  • Irán. Considerado también un estado patrocinador  del terrorismo desde 1984, es una de las piezas esenciales de la partida que se está jugando. En guerra con Estados Unidos e Israel desde hace      tiempo, no convencional ni declarada, y sufriendo ataques terroristas      hacia sus científicos (posiblemente a través del grupo Jundallah), ciberterroristas a sus instalaciones desde Israel y Estados Unidos, y perdiendo poder internacional si se produce la caída de Assad, y sin poder explotar la  situación –casi inversa a la de Siria– en Bahrein, busca las fórmulas para conservar su poder geográfico. Una reacción frente a la situación puede ser la reactivación del terrorismo de Estado (complot para atentar contra el Embajador de Arabia en Estados Unidos, 2011), y con la colaboración de Hezbolá.
  • Arabia Saudí. Armando a la oposición siria trata de aprovechar la situación estratégica actual, y el debilitamiento del eje Siria-Irán-Hezbolá.
  • Irak. Si se produjera la caída de Assad, sería el último bastión estatal del chiísmo, aunque respondido fuertemente en las      calles a través del terrorismo suní, especialmente por la rama de Al Qaeda en Irak (AQI), también involucrada en Siria.
  • Egipto. Preocupado por sus dinámicas internas, debe ir definiendo sus relaciones con los vecinos en las próximas fechas, especialmente con Israel. El emergente yihadismo terrorista en el Sinaí está siendo la primera prueba de fuego.
  • Turquía. Preocupan las posibles repercusiones que el conflicto genere en su población kurda.
  • Jordania, preocupada por la presencia de rebeldes sirios en su territorio que pudieran afectar a su seguridad nacional.
  • Líbano, donde ya se producen conflictos entre suníes y chiíes/alauíes.
  • Israel. En un momento de máxima tensión y guerra no convencional con Irán, y con Hezbolá, a quien acusa de estar tras el atentado contra israelíes en Bulgaria.

Actores no estatales:

  • Yihad Global. Preferimos esta denominación que ceñirnos únicamente a Al Qaeda, dada la presencia de militantes de AQI y      muyahidines de todo el mundo (por ejemplo los fallecidos españoles, de Ceuta, con presunta ideología takfir). Siria es una oportunidad.
  • Hezbolá. Puede quedar aislado en su alianza tradicional con Siria, como patrocinador y proveedor de armamento. Ello, unido a un Irán acorralado, podría suponer una deriva en su acción estratégica, en caso que no se haya producido ya, pendientes de conocer los detalles del atentado contra israelíes en Bulgaria.
  • Hamás. Con vínculo con los Hermanos Musulmanes, y apoyando por tanto a los rebeldes. Aunque pendientes de las repercusiones del atentado contra soldados egipcios en el Sinaí y el nuevo cierre de los túneles con Gaza. Israel acusa tradicionalmente a Hamás, al frente del      Gobierno de Gaza, de utilizar los túneles para introducir armas en la Franja.
  • Hermanos Musulmanes. Víctimas históricas del clan Assad, esperan su momento para volver a asentarse en Siria. Este movimiento, que tiene carácter ya estatal en Egipto, y no estatal en otros países, va conquistando poco a poco espacios de poder. Las dudas generadas      sobre su gobierno en Egipto, a pesar del control militar del mismo, no se cierran a pesar de su rápida intervención frente a grupos yihadistas en el Sinaí los últimos días, dado que no coincide el mensaje lanzado por el partido de los Hermanos Musulmanes y las acciones del Gobierno.

Una acción quirúrgica internacional, al estilo de Libia, sin un compromiso internacional y un claro plan de estabilidad posterior, correría el peligro de generar unos efectos secundarios en los cuales el terrorismo sería quien más tendría que ganar, con factores a considerar como la utilización del armamento sirio, incluyendo armas químicas y/o biológicas para extender más allá de sus fronteras el conflicto (como ha sucedido en el Sahel), y convertir a Siria en un estado frágil con posibilidades para el encuentro, entrenamiento y cobijo, etc.

La ausencia de acción, por otra parte, puede llevar a la anarquía absoluta, a un estado frágil, a una guerra civil, o a la división del país. También un ambiente atractivo para el terrorismo internacional.


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