La protección de la Nación

 Por GB D. Agustín Alcázar Segura (R)

Es bien sabido que las relaciones internacionales, en general, no se han caracterizado por el entendimiento, la avenencia y la armonía. La aparición de acciones militares constatada ya en las pinturas neolíticas o la amurallada ciudad de Jericó son dos muestras simples, pero elocuentes, de tales hechos.

Desde que el hombre comenzó el dominio de la naturaleza y logró asentarse sobre la Tierra en comunidades políticas, la rivalidad y el enfrentamiento entre éstas viene constituyendo una especie de constante histórica.

Esa constante histórica ha promovido el nacimiento de casi todas las naciones e imperios, la desaparición de pueblos y países, y los continuos cambios de marcas y fronteras. La expresión de esa rivalidad y enfrentamiento ha sido la de un orden internacional esencialmente dinámico y en estado de evolución permanente.

Semejante dinamismo inestable confirió a las naciones, en cada momento histórico, un sentido reversible de su existencia y una conciencia de riesgo muy real, valores estos que realzaban de manera automática la noción de la supervivencia y de la perspectiva de futuro y las trascendía hasta el campo de las más graves preocupaciones nacionales. Dar la espalda a tal realidad ha llevado a no pocas naciones a sucumbir ante otras o a perder su identidad. Basta una simple hojeada a la historia para cerciorarse.

Se concibe entonces la seguridad nacional como el elemento garante de la identidad y supervivencia nacionales o, dicho de otra forma, de su independencia e integridad. No obstante, es preciso desechar toda tentación de configurar la seguridad nacional como una noción absoluta y total, capaz de resolver todos los problemas, sea cual sea la índole de éstos, porque ello no es posible.

Samuel P. Huntington[1], en la introducción a su obra «El soldado y el estado«, dice que la Seguridad Nacional «tiene por objeto mejorar la seguridad de las instituciones sociales, económicas y políticas contra amenazas procedentes de otros estados independientes».

John M. Collins[2] en su obra «La gran estrategia» la define como «la protección de la nación contra todo tipo de agresión externa, espionaje, reconocimientos hostiles, sabotajes, molestias y otras influencias inamistosas.»

En España, el Centro Superior de Estudios para la Defensa Nacional (CESEDEN) definió este concepto en los siguientes términos: «La seguridad nacional no es sólo la capacidad de una nación para proteger sus valores internos de las amenazas exteriores, sino también la existencia de unas condiciones que permitan que el patrimonio de una nación en todas sus formas, y el desarrollo hacia sus fines permanentes, se encuentren a cubierto de interferencias y agresiones, tanto internas como externas, y cuando tanto las actividades públicas como privadas pueden llevarse a cabo, sin obstáculos que se opongan, hasta los más altos niveles de prosperidad en todos los órdenes».

Por último, aportamos una definición propia, simplificada y genérica, en la que se entiende la Seguridad Nacional como «aquella situación en la que la vida de la Nación está protegida contra todo tipo de agresión exterior o interior».


[1] Politólogo y profesor de Ciencias políticas en el Eaton College y Director del Instituto John M. Olin de Estudios Estratégicos de la Universidad de Harvard. Ha sido miembro del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, la Presidential Task Force on International Development, la Commission on the United States-Latin American Relationships y la Comission on Integrated Long Term Strategy.

[2] Ex coronel del Ejército de los EEUU y profesor visitante de investigación en la Universidad de Defensa Nacional. Culminó su carrera militar como director de estudios de estrategia militar y luego como jefe del Grupo de Investigación Estratégica en la Escuela Superior de Guerra. He was subsequently the senior specialist in national defense at the Congressional Research Service for twenty-four years. Posteriormente, fue el especialista principal en la defensa nacional en el Servicio de Investigación del Congreso.


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