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Un Grande de España, en toda la extensión de la pa...

Un Grande de España, en toda la extensión de la palabra

Por Antonio Cuestas

Leo en la prensa del 16 de octubre la trágica muerte en accidente de avión de Iñigo de Arteaga, hijo del Duque del Infantado y Marqués de Santillana. Era un piloto experimentado e iba al mando de su avión, las  causas del suceso se desconocen por el momento. Pero estas líneas no las escribo ni por sus títulos, ni por su riqueza ni por ser un soltero de oro como se le describía en las revistas de la prensa rosa al darse a conocer alguno de sus noviazgos

Iñigo era más que eso, era serio y con una magnífica preparación, consciente de la gran fortuna que tenía que administrar. Graduado en Ciencias Económicas y Empresariales en ICADE, se doctoró en el Colegio de España en Bolonia y pasó más de una década trabajando en la City londinense.

Decía que no escribía por los motivos señalados anteriormente sino porque formaba parte de la Reserva Voluntaria, en concreto de la Armada como Teniente de Infantería de Marina. Tuve, además, el honor de que fuera uno de mis instructores en la fase de formación básica de Oficial en la Escuela Naval Militar en Marín (Pontevedra) en 2006. Se destacaba, curiosamente, por ser uno más y un magnífico conversador. Nunca nos habló de sus barcos o de sus aviones privados, sino de las ganas de ofrecerse a la patria. Todos éramos conscientes de que en ese tiempo de plena dedicación como instructor en la Escuela Naval perdía muchísimo dinero, pero sus ganas de servir eran mucho mayores.

Por todo ello, los que lo conocimos sentimos sobremanera  su pérdida. Parece cumplirse una vez más la triste sentencia de que los mejores se van antes de tiempo. Descansa en paz, compañero, en la seguridad de que -como dice la canción que entonamos juntos más de una vez en el homenaje a los caídos por España- la muerte no es el final.