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“Hay que reconocer a los héroes de la Historia de España”

Laura y María Lara Martínez

Desde muy pequeñas lo tuvieron claro, querían ser profesoras. Los cuentos que sus abuelos les narraban les descubrieron la Historia fascinante de España y quisieron contarlo, que todo el mundo lo supiera. Muchas horas de estudio, trabajo e investigación han hecho que las gemelas Laura y María Lara Martínez, profesoras de la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA), historiadoras y escritoras, sean unas de las mejores divulgadoras de la ciencia de Clío en nuestro país. “Siempre tuvimos claro que había tiempo para el ocio pero que era nuestro cometido formarnos para después poder ofrecer a la sociedad a través de esa vocación docente y literaria los resultados de nuestras investigaciones y creación”, explica María.

Laura escribe ensayos de Historia de España y Contemporánea, desde la Guerra de la Independencia hasta el presente y María cultiva el ensayo, la novela y la poesía, ganando en 2011 el premio de novela histórica “Ciudad de Valeria” con ‘El velo de la promesa’, una saga que continua con ‘Memorias de Helena’. Su último libro es ‘Pasaporte de bruja’, continuación de ‘Brujas, magos e incrédulos de la España del Siglo de Oro’, donde la magia sale al encuentro de los lectores, desvelando historias reales de vuelos nocturnos por la Península Ibérica. 

Esto es solo una parte de su ingente labor didáctica (contando con más de 20 publicaciones cada una) que combinan con la divulgación en los medios de comunicación. Colaboradoras de Televisión Española y de Telemadrid y Cadena SER, donde cada jueves María realiza el programa “La Historia contada”, y todo ello con tan solo 35 años. Acaban de inaugurar la biblioteca “Historiadoras Laura y María Lara”, ubicada en la parroquia de San Raimundo de Peñafort, en el barrio madrileño de El Pozo, regentada por los Josefinos de Murialdo, orden con la que colaboran desde los 12 años, “primero como alumnas de confirmación y después como maestras voluntarias en su fundación, en el proyecto escolar de ayuda a niños”, señala Laura. Hablamos con las hermanas Lara de Ignacio de Loyola, de la Reconquista, de la Guerra de la Independencia, de la monarquía y del espionaje, entre otros temas y descubrimos una Historia maravillosa y milenaria, la de nuestro país.

A pesar de su juventud, la trayectoria de ambas es brillante, ¿qué supone para ustedes tener una biblioteca con su nombre a los 35 años?
María Lara: Una enorme ilusión, sobre todo porque es algo que no te planteas cuando vas realizando el trabajo diario que conlleva muchas horas y también sacrificio, ya que en el momento que te estás centrando en una faceta tienes que optar por no realizar cosas o no cultivar en un determinado momento tanto el ocio. Pero después estas noticias vienen a dar una infinita gratificación a esas horas de estudio y de trabajo, con una vocación que nos ha marcado a Laura y a mí desde niñas, que es el afán de conocer la verdad y el deseo de trasladar a la sociedad el resultado de nuestras investigaciones.

Durante la inauguración de la misma, el pasado 7 de enero, impartieron una conferencia sobre la evangelización desarrollada por Jesuitas, tema que analizan en su libro y Premio Algaba ‘Ignacio y la Compañía. Del castillo a la misión’, ¿cómo llegó San Ignacio de Loyola de ser un soldado mujeriego a fundador de la Compañía de Jesús?
Laura Lara: Gracias a los libros. Ignacio de Loyola había llevado una vida de soldado ligón y fue con 30 años, en 1521, en el cerco de Pamplona, que al caer herido sufre en los meses siguientes un proceso de conversión muy fuerte porque, al ser trasladado convaleciente a su casa familiar comienza a aburrirse y a pedir libros de caballerías para leer. Cuando se acaban esas lecturas pide nuevos libros y así es como llega a las hagiografías (biografías de santos), a través de las que descubre una fuerza inusitada en su interior. Comienza un largo camino de conversión, con transformaciones interiores y exteriores. Decidió abandonar la soldadesca y consagrarse a Dios y así es como va a iniciar un camino, el “Camino Ignaciano», desde Loyola hasta Montserrat, en ese abandono de su vida militar anterior. Es un camino que el 31 de julio de 2015 se inauguró coincidiendo con la festividad de San Ignacio y que atraviesa varias comunidades autónomas hasta llegar a Cataluña. Este camino lo hizo Ignacio a pie con ayuda de una mula y hoy se propone como un camino para recorrer las huellas de San Ignacio y realizar sus ejercicios espirituales, un método que María y yo llamamos “de introspección”.

A esta biblioteca han donado libros de sus colecciones particulares, así como de los ensayos, novelas y poemarios de los que son autoras.
L.L.: Hemos donado los libros de nuestra biblioteca particular con los que estudiamos y los que hemos leído como entretenimiento o para documentarnos en nuestra investigación histórica, es decir, nuestras colecciones de libros. Además, por otro lado, hemos donado un ejemplar de cada uno de los libros de autoría de Laura y mía de los que disponemos.

Lo que pretendemos con esta biblioteca es ayudar a las personas que viven en El Pozo a que nuestros libros puedan serles útiles para interpretar el mundo actual desde esa posición de vanguardia que nosotras defendemos que siempre otorga la juventud y la cultura, ya que una persona bien formada es más fácil que se pueda defender en el mundo actual. Hay muchas injusticias en el tiempo presente pero también algunas que se vienen arrastrando desde décadas atrás, como el tema de la educación. Muchas personas desde los años ’40 a los ’70 lamentablemente permanecían en España sin escolarizar. Hoy en día se habla de fracaso escolar, pero en aquella época el fracaso era del sistema que no concebía la educación como un pilar del Estado del bienestar. Por eso, durante la inauguración de la biblioteca hicimos saber a los feligreses de la parroquia de San Raimundo de Peñafort que tienen en nosotras a sus maestras y que, si en otro tiempo alguno no pudo tener acceso a la educación por las circunstancias socioeconómicas, el magisterio de María y mío también va encaminado a ellos. Además hay un magisterio que desarrollamos también, complementario al de las clases en la universidad, que es el literario a través de nuestras obras.

Ambas desarrollan una notable labor divulgativa, ¿por qué debemos conocer la Historia?
M.L.: Decía Cicerón y luego San Isidoro de Sevilla que la Historia es magistra vitae, maestra de la vida. Laura y yo estamos convencidas de que sólo si conocemos el pasado con sus aciertos y sus errores podemos encontrar una tierra firme en la que caminar. El hombre y la mujer, el niño y el adulto tienen que conocer la Historia en su faceta rigurosa pero también en lo que todas las vidas tienen de coincidentes. En cualquier época todos tenemos en esencia unas mismas preocupaciones y motivaciones, por eso tratamos de combinar la narración histórica con un punto ameno, con el descubrimiento de esas gestas del pasado que nos permiten, como decía Bernardo de Chartres, apostar por ser enanos subidos a hombros de gigantes.

En el programa ‘La aventura de la historia’ de Televisión Española, analizaron en varios capítulos las monarquías europeas, ¿son muy diferentes unas de otras? ¿En donde situarían a la española?
M.L.: La monarquía española tiene la particularidad de ser una de las más antiguas del viejo continente, de hecho se postula como la más antigua con sus diferentes dinastías. Por otro lado, afortunadamente todas las monarquías de Europa son democráticas y además nos encontramos con reyes que llegan a una edad avanzada estando en el trono y que deciden abdicar en la generación siguiente como ha ocurrido en España, Bélgica u Holanda. Asimismo, vemos también cómo los monarcas intentan compatibilizar sus agendas profesionales con una atención familiar que transcurre también ante las cámaras. Luego hay peculiaridades, porque el Vaticano es también una monarquía, en este caso teocrática y con un régimen especial en tanto en cuanto se elige a través de los cardenales. También las monarquías las marcan las personas, como es el caso de la Británica.

¿Los españoles conocemos realmente lo que sucedió durante la Reconquista?
M.L.: En el libro de 2015 ‘Reconquista: ocho siglos de mestizaje y batallas’ trato de dar una lectura que combine lo que generalmente esperamos escuchar de la Reconquista con la construcción del mito de ese proceso y, por otro lado, con leer entre lineas el suceso. El término “Reconquista” que estamos tan acostumbrados a usar surge en el siglo XIX y es también en la época de la restauración Borbónica cuando se trata de recordar esa declaración de los reinos cristianos en lucha contra la media luna. En el libro, junto con esas historias de las batallas, se habla también a través de la voz de las mujeres y de ahí que nos encontremos con personajes como la reina Egilona, viuda de Don Rodrigo o la princesa Zaida, la mujer que enamoró a Alfonso VI, o también Isabel de Solís, la Cautiva de la Alhambra.

Son coordinadoras del grupo de investigación de la UDIMA sobre espionaje en los siglos XVI al XIX, ¿de aquéllos polvos estos lodos?
M.L.: El historiador es un detective del pasado, así que resulta muy cercano al seguimiento de pistas para reconstruir la trayectoria de los personajes el realizar esa inmersión en el mundo de los espías en los siglos XVI al XIX. Cuando éramos estudiantes en la Universidad de Alcalá de Henares empezamos a participar en líneas de investigación sobre espionaje en la Historia, faceta que siempre hemos mantenido y consideramos que es necesario descubrir y adentrarse en esos servicios secretos, en esos ojos y oídos del rey, que era como se llamaba a los espías, tanto en el mundo de los sultanes turcos como en la monarquía católica por excelencia, la hispánica. Y cómo a través de los mensajes cifrados y avisos de levante había que agudizar el ingenio en el Siglo de Oro para ganar las batallas, también a través de la comunicación y la diplomacia, y en eso los espías tuvieron un lugar muy destacado para que el imperio español fuera tan inmenso hasta el siglo XIX.

¿Qué acontecimiento destacarían de la Historia de España?
L.L.: La Guerra de la Independencia. Y dentro de ella a dos personajes, Daoíz, que siempre va acompañado de Velarde y el teniente Ruiz. Hispalense, Daoíz estudió con los Jesuitas y procedía de buena familia, en tanto que la Artillería era un arma noble y sólo podían entrar los que demostraran esa condición. Manifestó además de valentía una enorme capacidad científica y lucía dos pendientes de aro como resultado de los dos viajes transatlánticos que había realizado con la Artillería naval. Por esa envidia que siempre es el mal endémico de España se puede aventurar una afirmación, que si no lo hubieran matado los franceses en esos inicios de la Guerra de la Independencia en Madrid, lo habrían defenestrado los españoles, porque tenía muchos enemigos dentro del propio ejército por las envidias que suscitaba. Así que el 2 de mayo, cuando empuña las armas y con valentía se pone al frente de la lucha contra el invasor francés a dar la vida por España, lo hizo además con el valor que arroja el sentirse en tierra de nadie y saber que bajo tus pies el campo también está minado.

Inauguración biblioteca Laura y María LaraTambién quiero citar a Juan Martín Díez, ascendido a mariscal de campo en 1814 y con el privilegio de poder firmar los documentos como «El Empecinado”. Militaba en una organización secreta llamada la Sociedad de los Caballeros Comuneros (o Hijos de Padilla), que había sido fundada en Madrid a principios de 1821, en pleno Trienio Liberal, a modo de escisión del Gran Oriente. Esta sociedad se hallaba próxima a la tendencia radical del liberalismo español, siendo sus rituales similares a los del carbonarismo italiano. Masones y liberales integraban su militancia, destacando personajes como Rafael del Riego y Torrijos, ajusticiado en la playa de Málaga junto a sus compañeros. La Sociedad de los Caballeros Comuneros se hallaba estructurada en células denominadas «torres» y, aparte de en su denominación, el ideario estaba inspirado en la rebelión de las Comunidades contra Carlos V, hasta el punto de que sus miembros, con El Empecinado a la cabeza, celebraron el justo homenaje a la memoria de los caídos en el Quinientos en defensa de Castilla el 23 de abril de 1821 en Villalar.

Con la llegada de los Cien Mil Hijos de San Luis y la derrota del ejército liberal, junto a la fatídica abolición de La Pepa, el vallisoletano que consiguió introducir un nuevo vocablo en el Diccionario de la Real Academia Española: «empecinarse», se exilió en Portugal, regresando después tras la aceptación de su solicitud, si bien un rencoroso enemigo personal, el corregidor Domingo Fuentenebro, lo detuvo a la altura de Roa (Burgos) cuando se dirigía hacia su pueblo natal, Castrillo de Duero. Durante dos años lo exhibió enjaulado los días de mercado, ajusticiándolo no mediante fusil sino con el empleo de la horca (para mayor humillación, si cabe, pues la vida sólo es admisible que, en duelo, sea vencida por la enfermedad), en 1825 en esa misma plaza burgalesa que él había recuperado para la causa fernandina en plena Guerra de la Independencia.

Ambas son consejeras de la Revista de Pensamiento Estratégico y Seguridad CISDE, ¿qué aporta esta revista al ámbito académico?
L.L.: Como colaboradoras de Defensa y del Ejército e historiadoras de la Brigada Extremadura XI donde hemos recibido la boina de la división San Marcial y la condición que nos introduce como soldados del XI Tercio, consideramos que la seguridad y la defensa son dos pilares básicos del estado del bienestar. Además, pensamos que es necesario defenderse de las amenazas que lamentablemente en este siglo XXI se ciernen sobre Occidente, para también poder ayudar a las personas que viven en otros puntos del planeta y salvaguardar sus derechos humanos. Así que la revista que ha fundado CISDE, institución de la que somos colaboradoras desde sus inicios y también como directoras del trabajo fin de máster en Seguridad y Geoestrategia en la UDIMA y académicas de la Academia Andaluza de la Historia, consideramos que viene a ocupar un lugar que es destacado dentro del ámbito de la geoestrategia y que podrá arrojar luz para el análisis de los fenómenos contemporáneos tanto de la política, como de la sociedad, la tecnología y la economía aplicada al ámbito de la Defensa.

En líneas generales, ¿conocemos los españoles nuestra Historia?
M.L.: La circunstancia es que todavía existe en el español un complejo a la hora de exhibir los símbolos de nuestra patria, cosa que es totalmente desconocida por ejemplo en Estados Unidos. A la hora de abordar la Historia, países que tienen una trayectoria menos fecunda en la ciencia de Clío como Francia o Inglaterra exaltan sus glorias. Sin embargo, el español no lo hace por ese complejo que desgraciadamente existe en un sector de la población no ahora, sino a lo largo del tiempo. Teniendo una Historia más rica se ha ahondado en otras facetas e incluso se ha contribuido con exageraciones que han llevado a tener una leyenda negra, fomentada por holandeses e ingleses, pero también por españoles como por ejemplo Antonio Pérez en la época de Felipe II. Esto en el siglo XXI sigue ocurriendo, cuando vemos declaraciones de políticos sobre acontecimientos que continúan siendo instrumentalizados, siguiendo viejos tópicos o cambiando los contextos. No se puede decir que haya que exaltar todo, porque la Historia tampoco va ligada a una ideología política, pero sí que a nuestros héroes les debemos reconocer y dar tributo por la labor que han desarrollado. Y también el artificio que se crea alrededor de las conmemoraciones culturales, ya que,por supuesto que se deben festejar los centenarios, pero que el Greco siga siendo importante después del año 2014 y Santa Teresa o el Gran Capitán después de 2015, que Cervantes permanezca en la mente de los españoles más allá de 2016 o de la búsqueda de sus restos y que en 2017 también, con el año Murillo, sus Inmaculadas y sus niños comiendo melón traspasen Andalucía y estos doce meses.

¿Cómo surgió en ustedes la inquietud por la Historia desde tan pequeñas? ¿Pueden recomendarnos algún libro que recuerden con especial cariño?
M.L.: Desde que éramos muy pequeñas, con dos o tres años, jugábamos a ser maestras por el reflejo de nuestra madre, María Isabel, que es docente, y también por el de nuestro abuelo Ángel, que ha sido un puntal fundamental en nuestra vida junto con nuestra abuela Pilar. Ellos con sus cuentos nos introducían en ese mundo mágico de historia que habían experimentado. En el caso de mi abuelo como empresario de caballos y también mi abuela como persona que desde niña había vivido acontecimientos fundamentales de la Historia de España. Como personas doctas nos acercaron a través de los cuentos a dichas realidades con esa mentalidad tan tolerante que nos inculcaban. También jugábamos a escribir, escribíamos cuentos, y teníamos unos micrófonos y nos gustaba jugar a que estábamos haciendo programas de radio. Hoy podemos dedicarnos a esas tres dimensiones, la docencia, la escritura y la comunicación. Así pues, decimos que nuestra aula no conoce fronteras, que donde haya una persona que quiera escucharnos y conocer más de ese pasado que siempre es presente podrá contar con nosotras como maestras y cronistas de esos siglos.

Por eso, la recomendación literaria es que a los niños se les comience a introducir en el mundo de los adultos a través de cuentos porque, al fin y al cabo, todos esos ingredientes de los personajes buenos y de sus antagonistas que van desfilando por las fábulas transmiten moralejas que después cuando eres adulto ayudan a sentirte más arropado a través de la literatura. Además, a través de esos cuentos siempre tienes un compañero al otro lado de la página, donde puedes establecer un diálogo con esos personajes que, al fin y al cabo, aunque sean literarios, coinciden en tener una historia que contar como la que todos tenemos por delante en la vida que se aprende a vivir viviendo.

L.L.: María y yo además somos doctoras en Filosofía, por eso creo que el enfoque que ofrecemos a nuestra interpretación de la Historia, siempre desde el respeto y la tolerancia, es diferente porque compatibilizamos las dos vertientes, tratando de introducir siempre esa reflexión metafísica y ética en el acontecimiento histórico.


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