Las predicciones apuntan a que el presupuesto militar chino continuará aumentando a pesar de las consecuencias económicas ligadas a la pandemia. Las prioridades estratégicas que China se ha marcado a corto y medio plazo en relación con la modernización de su poder militar exigen que la inversión se mantenga, aun cuando los efectos negativos del coronavirus se dejan notar en la economía del país. Tanto es así que China parece permitirse el lujo de «fantasear» con el 6G y sus posibles aplicaciones militares en el campo de batalla del futuro.
Los próximos presupuestos destinados a defensa previsiblemente se verán afectados en la mayoría de países y China no es una excepción en este sentido. Sin embargo, aunque modesto, se espera un aumento de la inversión a pesar de la recesión económica que ya se vislumbra en muchos territorios. Presumiblemente el próximo 22 de mayo, tras más de dos meses de retraso motivados por la pandemia, durante la Asamblea Popular Nacional (APN), podremos precisar mejor en que se traduce dicho incremento. El pasado año, la inversión china en materia militar anunciada durante la APN fue de 1,18 billones de yuanes (176 .000 millones de dólares), lo que supuso un 7,5% más respecto al año anterior.
Teniendo en cuenta la opacidad de las autoridades chinas en este y otros muchos ámbitos, las estimaciones más recientes sitúan el gasto militar real por encima de los 261.000 millones de dólares, solamente por detrás de los aproximadamente 732.000 millones de inversión estadounidense.
A pesar de la considerable inyección económica en materia militar, la mayoría de analistas son escépticos en relación con la supuesta capacidad china para manejar tecnologías que hasta el momento no son más que teorías sobre el papel. Teniendo en cuenta que China lanzo al mundo sus primeras redes 5G en noviembre, parece complicado que podamos tratar con el siguientes escalón sin conocer y controlar todo lo que nos ofrece la generación actual.
Por el momento hablamos de planificación para el uso de unas tecnologías inalámbricas mucho más rápidas que las de la presente generación, a pesar de que apenas acaban de comenzar su andadura con el 5G. El pasado lunes veía la luz un artículo, publicado por el que vendría a ser un equivalente a la Revista Española de Defensa en China, en el que se teorizaba sobre las supuestas ventajas estratégicas y el potencial que el 6G tendría para las aplicaciones militares en comparación con las redes inalámbricas actuales.
Se especula que ese supuesto 6G no verá la luz antes de 2030. En comparación con la generación actual hablaríamos de una velocidad de transmisión de datos diez veces superior, de ahí que sea tratado como uno de los pilares fundamentales sobre los que vendrían a apoyarse las futuras fuerzas armadas chinas en los cambios que se avecinan.
Que estas previsiones se cumplan o no, dependerá en gran medida de la realidad económica en la era post-COVID19. Actualmente china se esfuerza por mostrar una “salud de hierro” que no se verá afectada por los acontecimientos recientes. Sin embargo, hay que tener en cuenta que solamente durante el primer trimestre, en lo que va de crisis, el PIB chino experimentó una reducción del 6,8%, la primera desde 1992.
A pesar de todo hay pocos indicios de que las medidas sociales vayan a convertirse en una prioridad absoluta para el gobierno chino a partir de ahora y mucho menos a expensas de ese ansiado 6G con el que ya fantasean o de la inversión en defensa.
Los beneficios de este tipo de tecnologías en el terreno militar van más allá de una velocidad de transmisión de datos sin parangón. Se traducirían también en mejoras sustanciales que conectarían directamente con capacidades militares de recopilación de inteligencia, monitorización de las operaciones o avances significativos en materia de apoyo logístico.
En este sentido, las unidades podrían beneficiarse de información muy precisa y de manera prácticamente instantánea sobre la ubicación y los sistemas del enemigo, dotando a los operadores de un mayor control sobre los sistemas de armas no tripulados que jugarían un papel crucial en futuros conflictos, proporcionando a su vez enormes ventajas en materia de planificación estratégica, operacional y táctica.
Según ha comunicado oficialmente el Ministerio de Ciencia y Tecnología chino, el 6G ya es una realidad en proceso de investigación. Dos equipos compuestos por expertos de diferentes departamentos del gobierno, académicos, científicos y del mundo empresarial estarían supervisando el proyecto y proporcionando asesoramiento técnico.
Hay voces que señalan lo “perjudicial” que podría ser para China tratar de abarcar demasiado en este ámbito y apuntan a que el Ejército Popular de Liberación (EPL) chino todavía se está adaptando al funcionamiento de una fuerza armada moderna, tras años de operar como un ejército poco tecnificado.
Conviene tener en cuenta que el “nuevo” EPL es relativamente joven, comenzando su reestructuración allá por 2015. La reorganización del personal, la modernización de los sistemas, los diferentes equipos y el entrenamiento del personal se ha llevado a cabo de manera integral pero con un elevado coste económico.
De modo que, si a lo anterior sumamos los esfuerzos para erradicar la corrupción, y la mejora de la capacitación entre sus filas, el consejo no parece totalmente descabellado y parece que hasta entonces habrá límites en cuanto a su capacidad para asimilar adecuadamente tecnologías avanzadas como la que nos ocupa.
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