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Claves de la operación terrestre de Israel en Gaza

El sonido de la guerra retumba sobre el cielo de Palestina desde el pasado 7 de octubre. El ataque de Hamás sobre Israel supuso la declaración de guerra, cuyo episodio se encamina hacia su sexta semana. Tras una primera fase centrada en el bombardeo aéreo, todo hacía pensar que era cuestión de días el despliegue total sobre Gaza, sin embargo, le siguieron incursiones puntuales con el propósito de reconocer el terreno antes de iniciar la invasión. Un despliegue definitivo que comenzó hace dos semanas y cuyo avance, hasta la fecha, está resultando más rápido de lo esperado para los expertos.  Ahora bien, los tiempos de la incursión israelí en Gaza no sólo responden a parámetros militares, también a una combinación de cuestiones políticas, humanitarias y presiones internacionales.

 Las fases de la operación

Durante las primeras semanas los operativos se centraron en ataques aéreos sistemáticos sobre la Franja con el objetivo de destruir la infraestructura de Hamás, además de obligar a la población a desplazarse de una zona específica – en este caso el norte de Gaza – para poder ir acotando el espacio en donde ejecutar la incursión terrestre de las fuerzas israelíes.

El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, explicó hace varias semanas los tiempos y los objetivos de la operación, que desglosó en tres fases. Además, también dejó el apunte significativo de cara al futuro, descartando la presencia permanente de soldados en el terreno. Un punto, este último, en el cual Netanyahu ha ido cambiando su discurso.

La primera fase se centró en el bombardeo masivo que hemos visto durante las primeras semanas. Unos ataques aéreos que tenían como objetivo degradar la estructura de mando y reducir la capacidad de combate de las facciones palestinas antes de iniciar la ofensiva total.

El secretario de Estado norteamericano, Lloyd J. Austin se reúne con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu y Yoav Gallant en Tel Aviv, el pasado 13 de octubre. (Fuente: Wikimedia)

El ministro israelí catalogó la segunda fase como la “estabilización del sistema”. Se centra en operaciones dirigidas a acabar con los focos de resistencia que las tropas israelíes se vayan encontrando a medida que avanzan. Ésta comenzó hace aproximadamente dos semanas y es en la que nos encontramos en la actualidad.

La tercera fase visualiza un futuro escenario con una Gaza ya bajo control israelí y con Hamas reducida, sin ningún control en la Franja. Por esa razón se describe esta fase como la “retirada de la responsabilidad de Israel sobre la vida en la franja de Gaza y el establecimiento de una nueva realidad de seguridad para los ciudadanos de Israel”. Es decir, en este punto se transfiere la seguridad y la administración a otro organismo, tras erradicar el poder de Hamás. No obstante, Gallant no especifica a quién.

En otro orden de cosas, el político israelí también habla de los tiempos, y reconoce las exigencias de la guerra urbana, consciente de la constelación de variables que este tipo de escenario encierra: “Al final, en algún momento, llegaremos a una situación en la que habrá una autoridad de seguridad diferente, tendremos libertad operativa plena y no habrá una amenaza dentro de Gaza. No será en un día, ni una semana, ni un mes. Es un proceso”.

La guerra urbana que se está librando en Gaza presenta unas exigencias que ya se han visto en Ucrania; también las fuerzas estadounidenses se encontraron con un contexto semejante en las batallas de Mosul (2016-2017) o Raqqa (2017) contra el ISIS, que duraron nueve y cuatro meses, respectivamente.

En esta guerra de Gaza se unen varios factores. Hamás ha dado muestras de una preparación sin precedentes con su ataque del pasado octubre, y la incursión de las fuerzas israelíes puede ser parte de ese estratagema, por lo que se debe contar con que el brazo militar tiene un plan de defensa en un terreno que conoce y ha podido preparar para maximizar sus recursos. Por el lado israelí, se trata de una potencia tecnológica con unas fuerzas armadas de sobresaliente preparación. Por ello, la primera lectura apunta a que el terreno urbano favorece a Hamás, que además condiciona la superioridad militar y tecnológica de Israel, aunque aún se desconoce en qué grado. Por tanto, esta guerra va a medir tanto el alcance de la tecnología israelí como el nivel de recursos y preparación dispuesto por las facciones palestina.

La guerra urbana es probablemente el escenario bélico más exigente para unas fuerzas armadas modernas con sus medios mecanizados. Un teatro bélico con múltiples variables, multiplicadas por el condicionante de la población civil; un entorno en el que las infraestructuras urbanas destruidas constituyen por sí mismas nuevos obstáculos que potencian la eficacia defensiva. Razón por la cual la guerra urbana se decantada inicialmente en favor del defensor.

A la hora de analizar el plano militar hay varios factores que deben señalarse, factores que marcarán las velocidades de la operación terrestre israelí. El escenario de guerra urbana que se presenta en Gaza aúna varios elementos que condicionan el despliegue y la forma de confrontación, tanto en el plano táctico como en el marco estratégico.

Aspectos tácticos

– Túneles

Se trata de un factor capital en Gaza. En toda guerra urbana la capacidad de movilidad subterránea cobra peso, pero en la Franja alcanza unos niveles diferenciales, que le otorga una movilidad preeminente. Es un recurso histórico para un enclave cerrado y cercado por el enemigo, por lo que su papel para el contrabando y la movilidad clandestina tiene una impronta mayor y con gran peso en los operativos de Hamás. Existe mucha información (publicitada por la misma organización palestina), pero difícil de contrastar, sobre el kilometraje real de red subterránea, entre túneles y bases. Diferentes estimaciones calculan entre 100 y 500 kilómetros de túneles. Y no sólo de longitud, ya que en Gaza se han llegado a descubrir túneles que alcanzan los 70 metros de profundidad, principalmente para evitar el daño de posibles bombardeos israelíes.

Túnel en la Franja de Gaza (Fuente: Wikimedia)

Los combatientes palestinos podrán moverse a través de esta red subterránea y cambiar sus posiciones para evitar la ofensiva y atacar a las fuerzas de la IDF (Fuerzas de Defensa de Israel) desde posiciones ventajosas.

Esta red subterránea le concede a Hamás una movilidad que repercute en la misma puesta en escena israelí, que tiene que atender su vanguardia a pesar de reducir la profundidad de su despliegue tras dividir la Franja y cercar la zona norte, dónde la inteligencia israelí estima que los militantes palestinos aglutinan sus fuerzas. Además, se suma que la tecnología de las IDF puede perder funcionalidad en estas condiciones, lo que minimiza su superioridad tecnológica.

 Ahora bien, Israel es consciente de la magnitud y el papel que juegan de los túneles, por lo que ha desarrollado capacidades para anular la movilidad y capacidad defensiva que éstos otorgan. A razón de ello ha creado una unidad de élite, el Cuerpo de Ingenieros de Combate Yahalom, preparada para este tipo de terreno, y que cuenta con el conocimiento y capacidades para operar en la guerra subterránea, especializados en la localización, limpieza y destrucción de túneles. Es tal su nivel de especialización que cuentan con la unidad canina, Oketz, y equipamiento ideado para contrarrestar las condiciones bajo tierra que pueden afectar a las herramientas empleadas en superficie (gafas de visión nocturna, radares y sensores de tierra o equipo de telecomunicaciones y navegación).

 – Misiles y cohetes

No se sabe con certeza el volumen del arsenal de Hamás, pero hay que considerar que sus líderes contaban con la represalia israelí tras su ataque el pasado octubre, por lo que debe preverse que se han pertrechado en consecuencia. En 2021 se estimó que contaban con alrededor de 8.000 y el pasado 7 de octubre se contabilizaron aproximadamente unos 4.500 cohetes . En este aspecto también hay que contar con la capacidad de construcción propia de cohetes, de ahí que resulte tan complejo estimar la dimensión de su arsenal.

– Drones

Se trata de un elemento a añadir en esta guerra urbana. Jugaron su papel en el ataque del 7 de octubre y se trata de una herramienta multifuncional: desde la guerra electrónica a instrumento de vigilancia o con capacidad de ataque. Además, la amplia gama que existe de UAVs, dado el uso que se le pueden dar incluso a los drones comerciales, facilita que éstos sean una herramienta común de la guerra urbana. Ucrania ha dejado constancia de ello.

Las opciones operativas también dependerán de los modelos con los que cuenten los militantes de Hamás. Y en esta línea no se puede subestimar la tecnología israelí: las IDF pueden contar con la capacidad tecnológica de anular los UAVs y la capacidad armamentística enemiga.

– Puestos de mando y bases

Es una de las principales razones que justifica la operación terrestre. Si Tel Aviv quiere erradicar el poder de Hamás debe tomar y destruir sus centros de poder, lo que exige el despliegue de las fuerzas armadas sobre el terreno. Asimismo, se debe añadir el hecho de que son lugares dónde hay más posibilidades de encontrar a los rehenes o información sobre su paradero. Estos enclaves son fáciles de defender y difíciles de asaltar, más si se accede a través de un laberinto subterráneo. El historial de guerra urbana ha dejado patente que hacerse con el control de estos espacios exige semanas o meses. Es difícil estimar el número de combatientes entre las diferentes facciones palestinas, pero en este formato de guerra en dónde las bases y puestos defensivos están bajo tierra, la defensa de túneles y accesos exige pocas personas para ralentizar a cualquier ejército.

– Armamento anti-carro

 En el contexto urbano en el que se desarrolla el enfrentamiento el avance de las unidades mecanizadas israelíes (especial mención merecen los carros de combate Merkava IV) cobra mayor importancia la capacidad de Hamás de contrarrestar el avance de las IDF. En 2014, los vehículos de las IDF se encontraron con que Hamas poseía misiles anti-carro guiados, como Malyutkas, Konkurs, Fagots y Kornets (todos de procedencia soviética/rusa), así como lanzacohetes con cabeza de guerra perforante RPG-7s. Esta clase de armamento portátil, sumado a la movilidad subterránea de la que disponen los militantes de Hamás y la Yihad Islámica, puede ralentizar el avance israelí a unas cotas que determine los tiempos, y condicionar así la estrategia planteada por Netanyahu.

Fuerzas israelíes se adentran en el norte de Gaza (Fuente: Wikimedia)

– Población como escudo humano

Una de los hechos que aleja a Hamás y las demás facciones palestinas de ser consideradas freedom fighter y demuestra su condición terrorista es el uso que hacen de la población. Su plan de usarlos como escudos humanos para obligar a medir la respuesta israelí ha quedado en evidencia que no ha funcionado. Se han alcanzado las 11.000 muertes de palestinas (siempre desde fuentes del Gobierno de Gaza) y seguirán aumentando, dadas las condiciones exigidas por Netanyahu y el planteamiento dispuesto por Hamás.

Otras cuestiones a tener en cuenta

– Bajas

En cualquier guerra de hoy esta cuestión afecta al corazón de la esfera política que está detrás del conflicto. Un tema que desgasta sobremanera el capital político y que en Israel es mayor por la coyuntura en la que se encuentra el primer ministro.

En 2014 murieron seis miembros de las IDF; en este episodio las bajas ya se superan con creces, sin contar con las 1.400 muertes del día del ataque de Hamás (entre civiles y militares). La fase ofensiva en la que deben maniobrar las unidades israelíes las sitúa en una posición de riesgo constante, por lo que es difícil no pensar en un coste humano mucho más elevado que en otras fases de esta guerra. El objetivo que Tel Aviv conlleva un riesgo y  supone un coste humano que va a tener un impacto directo en la sociedad y, por ende, en el futuro del actual Gobierno.

– Munición

Expertos apuntan que la guerra urbana exige cuatro veces más munición que una confrontación en otro escenario. En el caso de Israel, no sólo a la operación terrestre en Gaza, también debe destinar armamento y provisiones  – misiles de precisión guiada, sistemas antimisiles, vehículos, carros de combate, morteros (así como sus piezas) – a las unidades desplegadas en los distintos frentes: en el norte (frontera con Líbano) y noreste (frontera con Siria).

– Rehenes

Se trata de un tema que toca la fibra israelí por la historia, pero la cuestión de los rehenes afecta al plano militar tanto como al ámbito político y al marco mediático. A la hora de incidir en el terreno, usar cierto armamento quedará descartado por el riesgo de que alcance a los propios israelíes apresados, lo que automáticamente aumenta el riesgo de las propias tropas israelíes.

Lo desconocido

Una de las grandes dificultades que presenta la guerra urbana es la mayúscula cantidad de variables que se presentan. Condiciona el plan de acción en un escenario desconocido y alterado, a pesar de las herramientas y la monitorización israelí desde hace décadas.

Situación de la operación terrestre israelí en Gaza (Fuente: Wikimedia)

 

Contexto estratégico

El tiempo es una llave estratégica en esta guerra, más aún cuando el foco mediático global está centrado en los sucesos de Gaza, otorgando a la cuestión humanitaria y a la esfera política un papel tan preponderante que acaba por incidir en el espectro militar. De ahí que el tiempo esté en contra de Benjamin Netanyahu.

El error estratégico de una operación total en Gaza tiene el potencial de producir una escalada regional. Además, la prolongación de esta guerra incide en la posición mediática de Israel, con la consecuente pérdida del discurso.

Hamás tiene el escenario bélico de su parte, mientras el tiempo está especialmente en contra  de Israel. El foco mediático aún permanecerá en Gaza semanas, probablemente meses. La guerra urbana favorece al defensor; y en la esfera política, Hamás es conocedor de la coyuntura que atraviesa Netanyahu en Israel, consumiendo el escaso capital político que le queda ante una población que presiona, cada vez más preocupada por el futuro de los rehenes que por el devenir militar.

 Netanyahu ha subrayado a la ABC la “responsabilidad general de seguridad” que tiene Israel por un “periodo indefinido” tras la guerra. En términos estratégicos, la idea de yugular a Hamás es un imperativo en clave de seguridad para el país, de ahí que no se pueda hablar de tiempos. Eso sí, el plan político en torno la administración de Gaza, una vez depuesto el actual poder palestino, es un tema que Tel Aviv debe empezar a planear. Arabia Saudí, Jordania y Egipto podrían ser un punto de apoyo a tener en cuenta en este apartado político por el mero hecho del rechazo de sus regímenes a Hamás.

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Es difícil medir la magnitud de recursos de Hamás, la profundidad de sus redes, su disposición operativa y sus capacidades tácticas. Se trata de una organización asentada en la Franja de Gaza durante décadas con un acceso logístico tan difuso como real a los recursos de Hezbollah e Irán. También se debe apuntar al factor de la preparación. El ataque del pasado octubre demostró un despliegue sin igual de Hamas, por lo que no se puede descartar que la guerra urbana que actualmente acapara el foco en Gaza sea parte del plan de la organización que lidera la resistencia en la Franja.

Al prestar atención a la magnitud de la operación terrestre y de los objetivos anunciados por el Gobierno israelí se debe cuestionar también el futuro que Tel Aviv visualiza para Gaza. ¿La toma de la Franja únicamente tiene por objeto hacer desaparecer la infraestructura militar y política de Hamás? ¿o aspira a jugar un papel de mayor presencia o influencia en este enclave? Estas cuestiones atañen a la esfera política, por lo que primero habrá que ver qué sucede con el futuro de Benjamin Netanyahu, quien difícilmente podrá revertir el ocaso de su carrera política. Dado el historial de inestabilidad política en Israel en los últimos años, el futuro Ejecutivo y el perfil que ostente definirán la proyección israelí en Gaza, en todo el espacio palestino e, incluso, dentro del marco de Oriente Medio.

Los últimos días han estado marcados por los sucesos alrededor del hospital de Al-Shifa, dónde la inteligencia israelí apunta que hay una de las principales bases de Hamás. Los combates entre milicianos palestinos y las IDF  en el mayor centro sanitario de la zona están causando estragos en la población civil. En el momento de escribir estas líneas, las IDF han cercado Al-Shifa, dejando sin los recursos pertinentes a los médicos para asistir a sus pacientes. Mientras tanto, Israel continúa dando muestras de sus superioridad militar con el objetivo de encontrar a los rehenes y atrapar a las cabezas de Hamás, objetivos no alcanzados hasta la fecha.

En definitiva, el operativo militar israelí prepara el contexto, pero no lo define. A partir de ahí, Israel debe pensar más allá de Hamás, concretamente en el futuro de Gaza. Para eso necesita la política, la verdadera llave hacia la resolución de este capítulo. En última instancia, esta operación militar en la Franja es sólo un episodio más de una historia lejos de cerrarse.


Analista independiente, especializado en Conflictos Armados, Terrorismo y Geopolítica

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