Según declaraciones de John Kirby, portavoz del Pentágono, aproximadamente 2500 soldados estadounidenses permanecerán en Iraq tras poner fin de manera oficial a sus labores de combate después de 7 años de lucha contra el Daesh.
El pasado jueves, Estados Unidos e Iraq anunciaron el final de la misión tras una última reunión de coalición técnico-militar, en la que se trató el posible acuerdo entre ambos países para llevar a cabo una transición del papel desempeñado hasta ahora por el ejercito estadounidense en Iraq. Si bien este anuncio supone un cambio en cuanto al objetivo de la misión inicial de Estados Unidos, el nuevo acuerdo no reduce el despliegue de fuerzas estadounidenses en el país, sino que mantendrá el mismo número de soldados asumiendo a partir de ahora funciones de apoyo.
En un principio, en el acuerdo alcanzado por el presidente Biden y el primer ministro iraquí, Mustafa al-Kadhimi, Estados Unidos se comprometía a retirar todas sus tropas de combate desplegadas en Iraq antes de fin de año. Para el gobierno iraquí, la retirada de las tropas supone una victoria política de cara a defenderse de la creciente presión de los partidos políticos en la oposición que se muestran contrarios a la presencia de la fuerzas militares estadounidenses.
Kirby también informó el pasado jueves que el número de tropas estadounidenses en Iraq no cambiará, aunque sí podría hacerlo en el futuro. “Esto es un cambio de misión, no necesariamente un cambio de postura”. Las tropas estadounidenses cambiarán su cometido y asumirán el papel de asesores en apoyo a las Fuerzas de Seguridad iraquíes en la lucha contra el Daesh.
“Hemos recorrido un largo camino desde que respondimos a la llamada de ayuda”, señaló el general John W. Brennan, responsable del grupo de trabajo antiterrorista en Iraq, y añadió: “En esta nueva fase, nuestra asociación con Iraq simboliza la necesidad de una vigilancia constante”.
Funcionarios estadounidenses contemplaron la medida como un intento de aliviar la presión sobre al-Kadhimi, que ha tenido que negociar su alianza con Irán para poder mantener su posición.
La discreta reunión celebrada por las fuerzas estadounidenses e iraquíes el pasado jueves en Bagdad marcó el horizonte final de la misión, que se ha reorganizado en lo que será un cometido de “asesorar y ayudar”, pero con el recordatorio de que las tropas estadounidenses continuarán desempeñando en gran medida el mismo rol que han venido ejerciendo desde la derrota territorial del Estado Islámico hace tres años. Como parte de este cambio, el ejército estadounidense recientemente informó sobre el traslado del cuartel general de logística en la provincia occidental de al-Anbar hasta la ciudad de Kuwait.
El anuncio del jueves se produce pocos meses después de la retirada del ejército estadounidense de Afganistán, tras 20 años de presencia militar en el país. Sin embargo, en esta situación la administración de Biden se ha resistido a una retirada completa de Iraq, donde comenzó una guerra tras los ataques del 11 de septiembre, justificada en la defensa frente a la influencia de Irán y la amenaza constante del Estado Islámico.
En este contexto, el ejército estadounidense se retiró de Iraq en 2011 tras un acuerdo fallido sobre la posición de las fuerzas de Estados Unidos con el gobierno iraquí. No obstante, tres años después el propio gobierno de Iraq solicitó su regreso para auxiliarlos en su lucha con el Estado Islámico, que ya había conquistado parte del país y gran parte de Siria.
Todavía no está claro si el anuncio del jueves será suficiente para apaciguar a los grupos de milicias respaldados por Irán, que piden la retirada completa de Iraq de las fuerzas militares estadounidenses. Miembros de estas milicias, que ahora forman parte de las fuerzas de seguridad del gobierno iraquí, declararon que “no confiaba en ninguna promesa realizada por Estados Unidos”.
“Si las fuerzas estadounidenses optan por no retirarse este año, solo se puede calificar como una ocupación” declaró el grupo Harakat Hezbollah Al-Nujaba en un comunicado. Esta milicia forma parte de las fuerzas paramilitares movilizadas en 2014 para luchar contra el Estado Islámico, y posteriormente fue absorbida por las fuerzas de seguridad oficiales de Iraq.
El comunicado de Estados Unidos del jueves también señaló que, si bien las tropas de la coalición en Iraq no tienen un función de combate, sí mantienen el derecho a la autodefensa. Estados Unidos ha culpado de forma reiterada a las milicias respaldadas por Irán de los ataques a la embajada estadounidense y a sus bases en Iraq. Por su parte, los grupos de milicias señalan que sus acciones son una represalia por el asesinato del general Qasem Soleimani, en un ataque con drones estadounidenses en Bagdad el año pasado.
Después del ataque, el Parlamento iraquí exigió al gobierno que expulsara a las fuerzas estadounidenses, propuesta que enviaba un importante mensaje a cualquier político que quisiera permanecer en el poder. Los grupos de milicias respaldados por Irán han tomado represalias, y han asaltado los muros exteriores de la embajada de Estados Unidos en la denominada Zona Verde.
La tensión en Iraq se ha visto incrementada por los controvertidos resultados de las elecciones parlamentarias de octubre: los principales partidos políticos del país respaldados por Irán obtuvieron un número significativamente menor de escaños, mientras que el movimiento de Muqtada al-Sadr, clérigo chií con gran influencia en Iraq, obtuvo mayor número. Los combatientes de al-Sdr lucharon contra las fuerzas estadounidenses durante la ocupación de Estados Unidos en Iraq, no obstante actualmente se ha alzado como un partido nacionalista y una fuerza estabilizadora contra las facciones pro-Irán.
Los grupos que han perdido escaños han calificado las elecciones como “fraudulentas”. Este hecho podría aumentar la posibilidad de que se produjeran actos violentos en caso de que los tribunales respaldaran los resultados, tal y como se espera.
Aunque la violencia ejercida por y entre los grupos chiítas armados es la principal preocupación en Iraq, el Estado Islámico continúa representando una potencial amenaza. El general Brennan describió el pasado jueves al grupo terrorista como “caído pero no fuera de combate”. Aunque el Estado Islámico ya no ocupa territorios en la zona, sí mantiene células durmientes tanto en Iraq como en Siria, y recientemente ha resurgido en un región de Iraq reclamada tanto por el gobierno como por las fuerzas iraquíes kurdas.
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