En menos de dos años, la OTAN espera contar con su propia versión de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa de los Estados Unidos (DARPA). En el marco de esta actualización la OTAN también ha proyectado la adquisición de nuevos sistemas de ciberdefensa para reemplazar las plataformas que han quedado obsoletas a la luz de los últimos avances tecnológicos en el campo de la seguridad digital.
En su 31ª cumbre anual los miembros de la OTAN acordaron impulsar una nueva iniciativa denominada Acelerador de Innovación de Defensa del Atlántico Norte (DIANA) con el objetivo de reforzar la cooperación transatlántica en el campo de las tecnologías críticas y trabajar más estrechamente con entidades del sector privado y el mundo académico.
Según David Van Weel, secretario general adjunto para los desafíos de seguridad emergentes, el objetivo es que DIANA alcance la capacidad operativa inicial para el horizonte 2023. Está previsto que la nueva agencia cuente con sedes tanto en EE.UU como en Europa, y que conecte con los centros de pruebas existentes en los diferentes países miembros de la OTAN que serán los encargados de validar, probar y contribuir al diseño de aplicaciones en el campo de las tecnologías emergentes y disruptivas.
DIANA también será responsable de construir y administrar una red destinada a ayudar a las nuevas empresas, en el sector de la innovación tecnológica, a crecer y respaldar las necesidades de la OTAN a través de programas de subvenciones, centrándose en los propósitos de defensa y seguridad nacional.
La inteligencia artificial, el procesamiento de big data y las tecnologías cuánticas son los grandes protagonistas de este nuevo proyecto. Sin embargo, DIANA nace para dar cobertura al desarrollo de siete tecnologías emergentes y disruptivas clave que la OTAN ha identificado como críticas para el futuro, siendo las cuatro restantes: autonomía, biotecnología, hipersónica y espacio.
Uno de los componentes clave de DIANA será el contar con un mercado de capitales, donde las empresas más pequeñas puedan conectar con inversores fiables que estén interesados en apoyar los esfuerzos tecnológicos de la OTAN. Dicho fondo seguiría el mismo modelo que el Departamento de Defensa de EE. UU implantó en 2019 a la hora de establecer su propio mercado como una herramienta para alentar la financiación de proyectos nacionales de seguridad y defensa.
Los miembros también acordaron por primera vez crear un fondo de capital de riesgo destinado a apoyar a las empresas que desarrollan tecnologías clave y de doble uso que podrían ser útiles para la OTAN. Dicho Fondo de Innovación de la OTAN, tendría un tiempo de ejecución de aproximadamente 15 años para comenzar y está previsto que reciba una cobertura de aproximadamente 70 millones de euros anuales.
Por otra parte, el programa de adquisición de nuevos sistemas de ciberdefensa forma parte de una serie de iniciativas de actualización de tecnología de ciberseguridad que está llevando a cabo la Agencia de Información y Comunicación de la OTAN (NCIA) y su puesta en marcha está prevista para principios de 2022, con un valor aproximado de unos 27 millones de euros.
Con esta iniciativa la NCIA persigue la actualización de sus firewalls, así como la dotación con nuevas herramientas y capacidades de defensa cibernética. Rebecca Benson, principal responsable en materia de contratación de la agencia, ha descrito este programa como “uno de los más diversos y complejos en materia de actualización de tecnología cibernética, que se agrupan bajo lo que se denomina programa Capability Package”. «La razón principal es que hablamos de la actualización de múltiples sistemas de ciberseguridad», afirmo Benson durante la conferencia anual NITEC Connect que se realiza virtualmente.
La OTAN busca una compañía con experiencia en el diseño y en la implementación de múltiples y complejos sistemas de ciberseguridad en diferentes ubicaciones, según han reconocido fuentes de la agencia. Mientras tanto, la NCIA ha desarrollado recientemente una nueva estrategia de ciberseguridad que con el objetivo de reforzar la confianza en las capacidades de ciberdefensa de la OTAN en el marco integral de la alianza.
La estrategia, que todavía no ha sido formalizada, incluye directrices sobre la gestión de la fuerza laboral y riesgos de seguridad, así como en materia de operaciones e ingeniería. La iniciativa ha puesto especial énfasis en la perspectiva organizacional, particularmente en los roles y las responsabilidades en el seno de las diferentes áreas de ciberseguridad y también en la necesidad de contar con un personal altamente cualificado en todos los niveles.
La pandemia de COVID-19 ha acelerado la transformación digital de la OTAN. En 2020, las videoconferencias clasificadas aumentaron seis veces, mientras que las videoconferencias restringidas y no clasificadas aumentaron 20 veces, en comparación con los datos de 2019. Del mismo modo los ejercicios militares que finalmente han podido desarrollarse han maximizado el componente virtual y los miembros de la OTAN se han visto obligados a adaptar rápidamente sus estructura para continuar operando en este entorno cada vez más híbrido.
La OTAN ha invertido anteriormente en tecnologías de la información (TI) y software a través de la NCIA, sin embargo la nota diferencial en esta ocasión radica en la intención por parte de la alianza de conectar y abrir el campo a nuevas empresas emergentes en lugar de apostar exclusivamente por compañías de software más grandes o firmas de defensa tradicionales.
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