La STO (Science and Technology Organization) principal organismo de investigación en ciencia y tecnología de la OTAN ha publicado un informe donde profundiza en aquellas áreas tecnológicas que están experimentando un rápido y revolucionario desarrollo, cuyos efectos marcarán un antes y un después en el ámbito de la defensa.
El informe publicado por la STO de la OTAN hace referencia a la Inteligencia Artificial, los sistemas autónomos, el tratamiento de la información, el espacio, la hipersónica o la biotecnología, como algunas de las áreas de conocimiento todavía incipientes pero cuyo desarrollo tendrá un impacto significativo a lo largo de los próximos 10-20 años.
El interés por este tipo de áreas de estudio radica principalmente en la naturaleza disruptiva de las tecnologías resultantes en cada uno de estos campos, que han supuesto o supondrán una ruptura con los estándares vigentes hasta el momento de su aparición.
Si a lo anterior sumamos las posibilidades que ofrecería el uso combinado de este tipo de tecnologías podremos hacernos una idea de la influencia que tendrán en el futuro desarrollo de aplicaciones militares. A la luz de este informe, el vicesecretario general de la OTAN, Miercea Geoană, aseguró que estas líneas de investigación marcarán el rumbo a seguir por la OTAN y sus aliados, con el fin de garantizar el continuar siendo “tecnológicamente punteros en los años venideros”.
Esto no es un asunto menor teniendo en cuenta que nuestros principales adversarios han demostrado estar muy interesados en el desarrollo de este tipo de tecnologías disruptivas a lo largo del periodo reciente. En los últimos años, sabemos que China ha realizado cuantiosas inversiones en los campos de la Inteligencia Artificial y la hipersónica desde que en 2017 diera luz verde a su plan de desarrollo tecnológico en estos campos.
Las principales características asociadas a estas “tecnologías disruptivas emergentes” según el informe de la OTAN, hacen referencia a productos “inteligentes, interconectados y digitales”. Cualquier tecnología, y en concreto aquellas militares, que cuenten con estas características se beneficiará de un incremento de la eficacia en el campo organizacional y en el ámbito de las operaciones, al proporcionar una serie de ventajas sustanciales en cuanto a conocimiento y toma de decisiones o a la hora de aprovechar con mayor eficiencia las nuevas fuentes de datos que van apareciendo y que condicionarán el entorno de seguridad futuro.
En los últimos años han ido apareciendo y consolidándose nuevos escenarios operativos donde los conflicto y las “reglas de enfrentamiento” están evolucionando a toda velocidad. El entorno de la información y “cibernético” en su conjunto, el ámbito “espacial” o los nuevos desafíos en áreas urbanas, están demandando respuestas a preguntas que ni si quiera nos hemos formulado hasta el momento.
A lo anterior habrá que sumar el desafío adicional que supondrá garantizar que el conjunto de restricciones legales, políticas o económicas que rigen nuestras democracias y que delimitan unos marcos de privacidad y seguridad que no pueden ser traspasados, no se vean vulneradas a medida que se desarrollan este tipo de tecnologías.
Paralelamente habremos de encontrar la manera de evitar que todas esas disposiciones que en muchos casos están estrechamente ligadas con algunos de nuestros derechos fundamentales, se conviertan en ataduras que hagan imposible dar pasos firmes en esta dirección. Nuestros adversarios lo tienen claro.
De ahí que sea tan importante, no solo contemplar el desarrollo de esas capacidades, sino hacerlo en la medida de lo posible al ritmo y al nivel que lo están haciendo nuestros rivales. Una tarea nada sencilla teniendo en cuenta que no nos enfrentamos a un único competidor y que cada uno optará por un “camino” diferente a la hora de explotar nuestras vulnerabilidades, bien sea en los dominios físico, cognitivo o digital.
Otro de los grandes retos a superar viene dado por unas ventajas tecnológicas cuya “vida útil” es cada vez más breve, teniendo en cuenta que la globalización ha puesto al alcance de muchos lo que antes era feudo de unos pocos. Esto afectará directamente a las contramedidas que se quieran desarrollar para hacer frente a los avances tecnológicos de nuestros adversarios y por tanto nos exigirá un plus de velocidad en la carrera por diseñar los mecanismos que minimicen o neutralicen cada una de las actualizaciones rivales.
Los resultados del informe publicado por la STO de la OTAN no deja lugar a dudas y advierte a los países miembros de que tienen “pocas alternativas” más allá de adaptarse a este nuevo entorno. Del mismo modo los investigadores han planteado como esencial el contar con un conocimiento del impacto, las sinergias y las posibles aplicaciones operativas que presenta cada una de estas tecnologías emergentes que condicionarán los teatros de operaciones futuros por todo el mundo.
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