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El gasto mundial en defensa crece un 3,9 % pese al COVID-19

Desde que estalló la pandemia por Covid-19 el futuro de la defensa europea  discurre por terreno desconocido y las verdaderas implicaciones de la crisis todavía son difíciles de evaluar. Sin embargo, a pesar de las evidentes consecuencias económicas que se vislumbran, el gasto mundial en defensa ha experimentado un incremento del 3,9% en 2020, hasta alcanzar una cifra de 1.830 millones de dólares.

Paralelamente, la tendencia general indica que el gasto militar en Europa se encuentra cerca de alcanzar el compromiso del 2% del PIB a pesar de que solamente nueve países de la OTAN cumplen actualmente con el objetivo de lograr dicho compromiso para el horizonte 2024. El ejercicio 2020 se cerró con una inversión conjunta del 1,64% del PIB en defensa por parte de los miembros de la alianza, todo ello a pesar de que las economías europeas se contrajeron un 7% de media durante este periodo.

A pesar de todo, las economías de los estados europeos no han salido ilesas.  Es indudable que la pandemia tuvo un impacto significativo en las previsiones de gasto para defensa en 2020 y que sus efectos se seguirán sintiendo durante algún tiempo.

Sin embargo, el reciente incremento del gasto militar, tanto a nivel global  como europeo, está en riesgo a pesar del deterioro del entorno estratégico e inevitablemente condicionado por la evolución de la crisis sanitaria. En este contexto lecciones aprendidas durante la crisis financiera de 2008 deberían ayudar a las potencias europeas a adoptar las medidas necesarias para evitar, en el peor de los casos, las consecuencias de un “efecto rebote” en materia de gasto militar.

Conviene señalar que aun en el marco de una crisis sanitaria global los conflictos y la confrontación entre potencias no disminuyeron, sino que continuaron condicionando la planificación en materia de defensa e impulsando las inversiones de muchos países.

Las dinámicas propias de un entorno de seguridad inestable y las tensiones en las relaciones internacionales también han contribuido a atenuar el impacto sobre los presupuestos: EE. UU se retiró del Tratado de Cielos Abiertos y del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio; fracasó el plan para incluir a China en el nuevo acuerdo START entre Rusia y EE.UU; el conflicto ha continuado en Libia, Siria y Yemen con el respaldo de otras potencias regionales (Turquía, Egipto, Rusia, Emiratos Árabes, Irán); Ucrania y África tampoco han sido una excepción (conflictos en el Sahel, combates en Etiopía y disputas en Nagorno-Karabaj).

Pero más allá de las consecuencias inmediatas, especialmente ante una crisis sin precedentes, hay voces que alertan sobre los riesgos que se ciernen sobre los presupuestos de defensa europeos a medio y largo plazo. En la medida en que la deuda pública se dispare y las percepciones en torno a las amenazas cambien, el gasto militar europeo podría enfrentarse a un nuevo varapalo diez años después de una crisis económica global que se cebó especialmente con los presupuestos de defensa.

La crisis de 2008 tuvo un efecto devastador en la economía europea. Las estadísticas hablan por sí solas: en 2009, el PIB de la Unión Europea cayó más del 4%. La deuda pública se disparó del 58% del PIB en 2007 al 87% en 2014 y, a partir de 2019, continuó rondando el 79,4%.  La necesidad de reducir los elevados déficits presupuestarios, puso el gasto militar europeo en el punto de mira entre 2009 y 2013, con una reducción del 3% el primer año y una disminución constante en periodos sucesivos. Países como Lituania, llegaron a recortar el gasto en defensa en más del 36%.

Las nuevas inversiones en defensa también disminuyeron significativamente durante ese período. Según datos de la Agencia Europea de Defensa (EDA), las inversiones militares de los estados miembros de la UE disminuyeron en un 22% entre 2007 y 2014.

Finalmente, tendríamos que esperar a 2015 para ver revertir dicha tendencia a la baja y vislumbrar un aumento de los presupuestos de defensa, principalmente como reacción al rápido deterioro del entorno estratégico (incremento de la actividad terrorista y anexión de Crimea) y a unos pronósticos económicos favorables. A partir de 2015 los aliados europeos de la OTAN incrementaron su gasto en defensa un 1,7% anual, alcanzando un pico del 4,6%  en 2019.

A pesar de tratarse principalmente de un problema de salud pública, la pandemia de coronavirus ha desplegado sus efectos más allá del ámbito sanitario: hemos visto como se han desplegado efectivos para apoyar a las autoridades civiles en todo tipo de tareas (planificación/logística); las fuerzas armadas han proporcionado personal médico e infraestructuras; se ha retrasado la adquisición de sistemas; se ha cancelado o reducido la participación en ejercicios; y los itinerarios de despliegue se han visto alterados (posponiéndose/extendiéndose). Sin embargo, nuestras Fuerzas Armadas y las de la mayoría de países de nuestro entorno se adaptaron rápidamente a la nueva situación.

El crecimiento del gasto mundial se debe en gran medida a un crecimiento progresivo o estable en América Latina, América del Norte y África subsahariana, que habría compensado la desaceleración europea y, en menor medida, asiática. En el caso de China, su  tasa de crecimiento real en materia de defensa desaceleró hasta el 5,2% en 2020, frente al 5,9%  de 2019, mientras que el crecimiento asiático en su conjunto experimentó una desaceleración que fue del 3,8% al 3,6%, en gran medida debido a los esfuerzos de lucha contra la pandemia. Dicho esto, en 2020, China ha aumentado su gasto hasta situarlo en los 12 mil millones de dólares, un incremento superior a la suma del incremento experimentado por el resto de países asiáticos.

En consecuencia, todo apunta a que la crisis del COVID-19 terminará por afectar al gasto militar, aunque no de forma inminente. A pesar de que varios países de Asia y Oriente Medio ajustaron rápidamente su gasto público, es probable que hasta 2022-23 el efecto total de las respuestas financieras de los países para hacer frente a la pandemia se traduzca en recortes presupuestarios en materia de defensa.  Hasta noviembre, la mayoría de los países que habían anunciado sus presupuestos para 2021 mantuvieron sus asignaciones.


Analista especializado en el entorno de la información y Defensa.

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