Los asesores del presidente estadounidense, Donald Trump, han defendido con firmeza su iniciativa de trasladar a los palestinos fuera de Gaza y que su país sea quien se haga cargo del devastado esclave. No obstante, también dan marcha atrás en algunos elementos de su propuesta ante la condena internacional.
Trump ha suscitado los reproches de las potencias mundiales Rusia, China y Alemania, que han señalado que el plan fomentaría “nuevos sufrimientos y nuevos odios”. Arabia Saudí, peso pesado de la región, ha rechazado plenamente la propuesta.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha manifestado que la propuesta de Trump era “notable” y ha instado a que se explorara la iniciativa, aunque no ha sido específico sobre lo que cree que Trump está ofreciendo.
Trump ha redactado un anuncio en el que dice que prevé transformar Gaza en la “Riviera de Oriente Próximo”, donde las comunidades internacionales puedan coexistir después de que casi 16 meses de guerra en la franja costera.
En una rueda de prensa celebrada en la Casa Blanca, la secretaria de prensa, Karoline Leavitt, ha elogiado la propuesta de Gaza, pero ha subrayado que el presidente no se ha comprometido a poner “botas sobre el terreno” en el territorio. Sin embargo, no descartó el uso de tropas estadounidenses en la zona. Al mismo tiempo, Leavitt se ha retractado de la anterior afirmación de Trump de que los habitantes de Gaza deben ser reasentados permanentemente en países vecinos, afirmando en cambio que debían ser “reubicados temporalmente” para el proceso de reconstrucción.
El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, también afirma que la idea es que los gazatíes abandonaran el territorio durante un periodo “provisional” de reconstrucción y limpieza de escombros.
En una entrevista, Netanyahu solamente ha abordado de forma vaga la propuesta de Trump, alegando que no cree que el presidente estuviera sugiriendo el envío de tropas estadounidenses para luchar contra Hamás en Gaza o que Estados Unidos financiara los esfuerzos de reconstrucción allí. Netanyahu, que se reunió con Trump en la Casa Blanca este martes, ha señalado que apoya la sugerencia de Trump de que los habitantes de Gaza sean libres de marcharse y regresar a la zona devastada por la guerra. “Pueden marcharse y luego volver. Pueden reubicarse y volver”.
No está claro si Trump seguirá adelante con su propuesta o si se podría ser una posición como táctica de negociación. Algunos expertos han señalado que las acciones propuestas podrían violar el derecho internacional. Otros calificaron sus ideas de inviables. Defensores de los derechos humanos han manifestado que equivaldría a una “limpieza étnica”.
Durante un viaje a Guatemala, Rubio ha insistido en que la propuesta de Trump no es un movimiento hostil sino generoso que expresa “la voluntad de Estados Unidos de hacerse responsable de la reconstrucción de esa zona”. Por el contrario, Leavitt ha señalado que los contribuyentes estadounidenses no pagarían la factura y que Trump llegaría a un acuerdo con los socios regionales.
El rey Abdullah de Jordania, que se reunirá con Trump en la Casa Blanca la próxima semana, ha expresado su rechazo a cualquier medida para anexionarse tierras y desplazar a los palestinos. Por su parte, Egipto ha señalado que respaldará los planes de recuperación de Gaza tras el alto el fuego que entró en vigor el pasado 19 de enero, pero sin que los palestinos abandonaran el territorio.
Los líderes mundiales han señalado que siguen apoyando la solución de los dos Estados que ha constituido la base de la política estadounidense en la región durante décadas, que ha sostiene que Gaza formará parte de un futuro Estado palestino que incluyera la Cisjordania ocupada por Israel.
No está claro qué impacto tendrían las propuestas de Trump en las conversaciones sobre la segunda fase del alto el fuego en Gaza y el acuerdo de liberación de rehenes. Hamás ha insistido categóricamente en que quiere permanecer en Gaza, mientras que Netanyahu ha prometido destruir al grupo y no permitir que vuelva a gobernar el territorio.
La propuesta de Trump plantea interrogantes sobre si Arabia Saudí estaría dispuesta a unirse a un renovado impulso con la mediación de Estados Unidos para una normalización histórica de las relaciones con Israel. Arabia Saudí, un aliado fundamental de Estados Unidos en Oriente Medio, ha asegurado que no establecerá lazos con Israel sin la creación de un Estado palestino, contradiciendo la afirmación de Trump de que Riad no exige una patria palestina.
A Trump le gustaría que Arabia Saudí siguiera los pasos de Emiratos Árabes Unidos, centro neurálgico del comercio y de los negocios en Oriente Próximo, y Bahréin, que firmaron los Acuerdos de Abraham en 2020 y normalizaron sus lazos con Israel. Pero el Ministerio de Relaciones Exteriores ha dicho que Arabia Saudita rechaza cualquier intento de expulsar a los palestinos de su tierra y que el príncipe heredero, Mohammed bin Salman, asegura esta posición de “manera clara y explícita”.
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