Cuando escuchamos “GPS” (Global Positioning System/Sistema de Posicionamiento Global) podemos hacernos una idea más o menos clara de lo que significa dicho acrónimo y sus implicaciones. A grandes rasgos se trata de un servicio propiedad de los EE.UU que proporciona a los usuarios información sobre posicionamiento, navegación y cronometría. Sin embargo, al hablar de “Galileo” lo primero que nos viene a la mente a la mayoría es la figura del eminente hombre del renacimiento y la famosa cita, Eppur si muove (“Y, sin embargo, se mueve”), que la historia le atribuye.
Dejando a un lado al ilustre italiano, cuando hablamos de Galileo nos referimos a Sistema Global de Navegación por Satélite (GNSS) europeo, que proporciona información mejorada de posicionamiento y sincronización, y que a su vez constituye la alternativa al GPS norteamericano. Este moderno sistema plantea importantes implicaciones positivas para muchos servicios y usuarios en Europa, entre ellas: permite al usuario conocer su posición exacta con mayor precisión que la ofrecida por otros sistemas hasta el momento; la mayoría de dispositivos de navegación que utilizamos en nuestro día a día (en automóviles o smartphones), se benefician de su mayor precisión; lo mismo ocurre con los servicios de emergencia y de respuesta ante crisis; las redes de carreteras y ferrocarriles incrementando seguridad y eficiencia; y por supuesto en materia de defensa.
Uno de los principales factores a tener en cuenta es que Galileo proporciona a Europa y a sus ciudadanos independencia y soberanía, una serie de beneficios medioambientales y varios servicios nuevos específicos del programa Galileo: servicio abierto, servicio comercial, búsqueda y salvamento. Hasta ahora, los usuarios de GNSS dependían exclusivamente de las señales GPS estadounidenses o GLONASS rusas. Con Galileo, los usuarios ahora tienen una alternativa nueva y confiable que, a diferencia de estos otros programas, permanece bajo control civil.
Si bien la independencia europea constituye uno de los elementos fundamentales del programa, el sistema Galileo ha logrado el hito de situar a Europa en la mesa global de los GNSS que se encuentra en plena expansión. El programa está diseñado para ser compatible con la totalidad de sistemas existentes y en proceso de desarrollo, además de ser interoperable con GPS y GLONASS . En este sentido, Galileo se posiciona como un sistema capaz de mejorar la cobertura actualmente disponible, proporcionando una experiencia más fluida y precisa para los usuarios en todo el mundo.
El posicionamiento por satélite se ha convertido en un servicio esencial que a menudo damos por sentado. Tanto es así que ni si quiera nos planteamos lo que sucedería en caso de que las señales GNSS se vieran interrumpidas súbitamente. Los resultados serían catastróficos a todos los niveles, la actividad financiera y las comunicaciones, los servicios públicos, las operaciones de seguridad y humanitarias, los servicios de emergencia, se verían paralizados. Todos a oscuras y desempolvando sextantes. En otras palabras, a medida que continúa expandiéndose el uso de sistemas de navegación basados en satélites las consecuencias que desencadenaría un fallo en todo el entramado de señales van cobrando una mayor magnitud.
¿Pero cuáles son las implicaciones en materia de defensa y de que beneficios estamos hablando? Pues bien, tanto GPS como Galileo ofrecen a los particulares acceso libre a una extensa oferta de aplicaciones de gran precisión y fiabilidad para la navegación y posicionamiento conocidos como PNT (Positioning, Navigation and Timing).
A diferencia del sistema norteamericano controlado por el Pentágono, lo que les permitiría restringir el acceso o degradar las señales que envían los satélites en función de sus intereses, Galileo depende de la Agencia Europea de Sistemas de Navegación por Satelite (GSA), entidad civil responsable de garantizar la correcta representación de los intereses públicos europeos.
Aquí entraría en juego el denominado Servicio Público Regulado (PRS). De entre la variedad de servicios que proporciona el Sistema Galileo, el PRS nace de la necesidad de neutralizar las posibles amenazas sobre el sistema e identificar aquellos escenarios donde la perturbación de la señal podría devenir en daños a la seguridad nacional o a las actividades económicas en un área geográfica determinada.
El fin último de este servicio pasa mantener su operatividad en todo momento y en cualquier circunstancia, especialmente en aquellas situaciones de crisis en las que se pueda producir una suspensión o degradación de las señales, como ha ocurrido en el pasado con el sistema GPS en el marco de diferentes conflictos armados, de ahí que el PRS constituya un elemento óptimo para uso militar.
Además cualquier información que fluya por este canal lo hará de forma cifrada, con un nivel de protección superior al que ofrecen otros sistemas. El acceso al servicio únicamente será posible mediante la autorización previa de la Autoridad Competente PRS española (CPA), organismo responsable de la gestión y supervisión permanente de los usuarios del sistema PRS.
Es por esta razón que resulta adecuado para que por sus canales fluyan informaciones y datos de gran trascendencia en la esfera gubernamental y en las instituciones públicas, tanto de carácter político, como militar, económico, financiero, de seguridad (Guardia Civil, el CNP, policías autonómicas y locales, bomberos) o emergencias (sanidad, asistencia frente a catástrofes).
Por todo ello, el servicio PRS convierte en una tarea mucho más difícil y costosa el atacar a la señal Galileo, ofreciendo un mayor índice de protección ante: Spoofing (suplantación de identidad) o transmisión de señales GNSS falsas que suplanten la identidad de las señales originales para hacer pensar al receptor que se encuentra en una ubicación diferente de la que realmente se encuentra; o Jamming (interferencia) o transmisión de señales de radiofrecuencia capaces de degradar o bloquear los servicios de navegación GNSS.
En cuanto a la participación española en el proyecto, su coordinación tiene lugar en el marco de la Comisión Interministerial de Sistemas Globales de Navegación por Satélite, en la que participan los ministerios de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana; Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación; Defensa; Industria, Comercio y Turismo; Hacienda; Interior y Asuntos Económicos y Agenda Digital. También cuentan con representación en dicha comisión el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI), el Centro Criptológico Nacional, el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) y el Departamento de Seguridad Nacional de Presidencia de Gobierno. Por su parte, el Ministerio de Defensa estaría al frente de los aspectos relativos a la implantación en España del servicio PRS a través de la Subdirección General de Programas de la Dirección General de Armamento y Material (DGAM), cuyo subdirector general es el representante de Defensa en la GSA.
A la vista del creciente protagonismo que está cobrando el entorno espacial en el ámbito militar, desde Defensa insisten en que una de las principales ventajas que ofrece el sistema Galileo es que trataríamos con un sistema «de soberanía europea y que, por tanto, su uso y operación no dependen de la decisión de un tercer país». En un escenario de estabilidad, la posibilidad de acceso sin restricciones a cualquiera de los servicios que ofrecen las constelaciones satelitales de alcance global, como Galileo, GPS, GLONASS o la china Beidou se da por hecho ¿Pero y en caso de conflicto? La garantía de contar con un sistema de navegación y posicionamiento fiable y a pleno rendimiento sería mucho más difusa.
Galileo en España
Son precisamente los riesgos que entraña la volatilidad de los escenarios actuales la que ha llevado a al Ministerio de Defensa, y a sus homólogos, a tomar conciencia de la trascendencia que tiene contar con un sistema como Galileo.
Según fuentes de defensa actualmente se está apoyando a las empresas que han asumido el reto de poner a punto receptores de navegación compatibles con la señal PRS, para su utilización gubernamental y militar en aeronaves, buques y vehículos de las Fuerzas Armadas y de las instituciones del Estado. El resultado final es que España se encuentra a las puertas de disponer de capacidad industrial para la producción de receptores Galileo PRS.
El prototipo de receptor, denominado Presence, ya ha sido probado por tierra, mar y aire, en diferentes situaciones medioambientales y hasta en condiciones muy extremas. El Ejército del Aire lo evaluó a bordo de un avión E-26 Tamiz del Centro Logístico de Armamento y Experimentación (CLAEX) y la Armada lo embarcó en el patrullero P-77 Infanta Cristina. Su evaluación en tierra lo efectuó la Unidad Militar de Emergencias (UME) sobre un nodo desplegable instalado en un Puesto de Mando Móvil con capacidades de mando y control del Batallón de Transmisiones.
En 2020, la Comisión Europea seleccionó el proyecto GEODE —acrónimo de Galileo for EU Defence—, presentado por un grupo de compañías de Alemania, Francia, Italia, Polonia y España cuya finalidad es disponer de terminales operativos para el año 2024. Financiado con fondos del EDIDP, en GEODE está presente un consorcio industrial español formado por GMV, Indra y Tecnobit, que afrontan el compromiso de desarrollar un receptor marítimo PRS, un módulo de seguridad PRS y una antena electrónica de haces conformados para mitigar las acciones de jamming.
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