Hoy entrevistamos a Joaquín Mañes, autor de Españoles en el Ejército Británico durante la II Guerra Mundial y viejo amigo del Observatorio.
Pregunta.- Joaquín, voy a ser directo. ¿Por qué este libro y por qué ahora?
Respuesta: Porque un tema apenas conocido, unas historias personales que merecían ser conocidas y como continuación de la búsqueda de la intervención de españoles en aquellas guerras que, como nación, nos fueron ajenas.
P.- Tu obra ha versado más sobre los españoles en la Legión Extranjera francesa o los mercenarios, pero hace tres años diste un giro con Azules y Grises. ¿Veremos otro libro sobre españoles en ejércitos anglosajones?
R: Pues la verdad es que me gustaría, seguiré investigando , a ver qué es lo que encuentro.
P.- Uno de los aspectos más llamativos de este último libro es la variedad de destinos que conocieron esos españoles en el Reino Unido, desde los que quedaron agrupados en la Spanish One Company hasta los que se alistaron individualmente en la marina mercante. ¿Podrías esbozar un perfil típico?
R: Personas que tuvieron que exiliarse simplemente porque sus circunstancias les pusieron en un bando, de escasa formación intelectual. Pero con un instinto de supervivencia fuera de lo común y con ganas de continuar en su lucha.
P.- ¿No encontraste casos de mujeres que se alistasen?
R: Pues no, estamos hablando de la primera mitad del siglo XX al fin y al cabo…
P.- Otro aspecto que llama la atención es el carácter de esas unidades de españoles como la Spanish One Company o la 361 Pioneer Company. ¿Cabe definirlas como unidades de servicios o canteras de reclutamiento para perfiles más definidos?
R: Sí, efectivamente, más de la mitad de los efectivos de la Number One recibió entrenamiento para operaciones especiales y curso de paracaidismo con la vocación de que pudieran actuar como comandos en una España que resultara invadida por los alemanes; también desde estas dos unidades salieron algunos compatriotas que se alistaron en el famosísimo SAS.
P.- La huella que dejaron con sus servicios es muy variada. ¿Qué es lo mejor y lo peor que destacarías de aquellos españoles?
R: Lo mejor, su capacidad de resistencia ante tanta adversidad personal, y lo peor, que no pudieron dar más de sí, en cuanto a su preparación, en una conflagración como fue la Segunda Guerra Mundial, pues muchos de ellos eran casi iletrados.
P.- Sin duda, el caso más destacable sería el de Juan Puyol, el llamado Garbo, aunque en puridad no sirvió como militar. ¿Hasta dónde llegó el empleo de españoles por parte de la inteligencia británica?
R: Exactamente, los británicos eran muy renuentes al uso de espías de países neutrales como era el caso de España con simpatías inequívocas, por otra parte, hacia Alemania; el caso de Juan Pujol fue excepcional en todos los sentidos.
P.- La Segunda Guerra Mundial es una fuente inagotable de temas, incluso ochenta años más tarde. ¿Por qué no se ha llevado nunca al cine la epopeya de los españoles, salvo el caso de la División Azul?
R: Por un antibelicismo como seña de identidad ideológica que se está imponiendo en todo el ámbito social de lo “políticamente correcto”, pero vista la última versión de “Los últimos de Filipinas”, mejor que se continúe sin hacer películas en este sentido.
P.- De otros libros tuyos de la Legión Extranjera he sabido de españoles que “empalmaron” hasta cuatro guerras desde nuestra contienda hasta Argelia. ¿Qué destino encontraron los españoles que sirvieron con los británicos?
R: La inmensa mayoría de ellos se integraron perfectamente en la vida civil británica y otros pocos emigraron a Hispanoamérica. Para los españoles “británicos” -a diferencia de los españoles que lucharon en el Ejército francés-, con el final de la Segunda Guerra Mundial dieron por concluidas sus aventuras bélicas.
P.- Este libro ha tenido un parto difícil, pero sé que no acostumbras a parar mucho tiempo. Por último, si es posible. ¿Qué otros proyectos estás pergeñando?
R: Pues de momento no tengo nada en liza; este libro me ha dejado realmente exhausto, muchísimo esfuerzo de investigación, por lo que, de momento, César, me tomaré un descanso…
Muchas gracias, Joaquín, y mucha suerte con esta rara joya.
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