Israel está a punto de concluir su operación en Yenín, según ha declarado esta misma mañana un alto cargo del primer ministro Benjamin Netanyahu, después de que los combates más encarnizados en la ciudad más conflictiva de Cisjordania en más de dos décadas causaran la muerte de 10 palestinos y obligaran a huir a miles de personas.

La incursión, lanzada a primera hora del lunes y en la que participaron cientos de comandos apoyados por aviones no tripulados, llevó a la administración palestina, respaldada internacionalmente, a suspender los contactos con Israel y suscitó la preocupación de Estados Unidos y la ONU por las condiciones humanitarias.

Israel afirma que la operación en el campo de refugiados de Yenín, cuyo nombre en clave es “Hogar y Jardín”, pretende desarraigar a las facciones armadas palestinas respaldadas por Irán que están detrás de un reciente aumento de los ataques con armas de fuego y bombas, así como de los esfuerzos preliminares para fabricar cohetes.

Un palestino herido durante los enfrentamientos murió durante la noche y por la mañana se encontró otro cadáver, lo que eleva a 10 el número de víctimas mortales y a un centenar el de heridos, 20 de ellos en estado crítico, según ha informado el Ministerio de Sanidad palestino.

La facción de la Yihad Islámica ha reivindicado a cuatro de los fallecidos como combatientes suyos. Hamás, otra facción islamista, ha reivindicado a un quinto. Todavía no ha quedado claro si las otras cinco víctimas mortales, varones de entre 17 y 23 años, son combatientes o civiles.

La operación “está a punto de completar la consecución de los objetivos fijados”, ha declarado a la radio nacional el asesor israelí de Seguridad Nacional, Tzachi Hanebi, tras una relativa tregua en los enfrentamientos durante la noche.

Las fuerzas israelíes atacaron ayer la ciudad de Yenín con aviones no tripulados durante una de las mayores incursiones en Cisjordania en veinte años, en la que han participaron cientos de soldados, con tiroteos que duraron horas.

Las Brigadas de Yenín, una unidad formada por grupos militantes con base en el abarrotado campo de refugiados de la ciudad, se enfrentaron a las fuerzas israelíes derribando uno de los aviones no tripulados. Rara vez se han visto operaciones de esta magnitud en la ciudad desde el final del levantamiento de la segunda Intifada, hace dos décadas.

En algunos momentos de la contienda, se han podido ver al menos seis aviones no tripulados sobrevolando la ciudad y el campamento contiguo, una zona densamente poblada que alberga a unos 14.000 refugiados en menos de medio kilómetro cuadrado.

El campamento ha sido el centro de una escalada de violencia en toda Cisjordania que ha desatado una creciente alarma a nivel internacional, sin que hasta ahora se haya abierto el camino a la reanudación de unas negociaciones políticas estancadas desde hace casi una década.

Desde hace más de un año, las incursiones del ejército en ciudades como Yenín se han convertido en rutina, al tiempo que se han producido una serie de ataques mortales de palestinos contra israelíes y de turbas de colonos judíos contra aldeas palestinas.

El ejército israelí ha declarado que sus fuerzas han atacado un edificio que sirve como centro de mando para los combatientes de las Brigadas de Yenín, en lo que ha descrito como una amplia operación antiterrorista con el objetivo de destruir infraestructuras e impedir que los militantes utilizaran el campo de refugiados como base.

Hasta el 21 de junio, cuando llevó a cabo un ataque cerca de Yenín, el ejército israelí no había lanzado ataques con drones en Cisjordania desde 2006. La operación, en la que ha participado una fuerza descrita como del “tamaño de una brigada”, lo que sugiere entre 1.000 y 2.000 efectivos, pretende ayudar a “acabar con la mentalidad de refugio seguro del campo, que se ha convertido en un avispero”, declaró el portavoz.

Su aparente escalada subraya la importancia del campo de Yenín en la violencia que ha puesto aún más de manifiesto la impotencia de la Autoridad Palestina para imponer su mandato sobre las ciudades de Cisjordania, donde tiene poderes de gobierno nominales.

Un portavoz del presidente palestino, Mahmud Abbas, ha calificado la operación de “nuevo crimen de guerra contra nuestro pueblo indefenso”. Cientos de combatientes de grupos como Hamás, la Yihad Islámica y Al Fatah tienen su base en el campo, creado hace 70 años para albergar a los refugiados tras la guerra de Palestina de 1948. Los combatientes están armados con un arsenal cada vez mayor de artefactos explosivos.

Las fuerzas israelíes han afirmado que se ha incautado un lanzacohetes improvisado y han atacado una instalación de producción de armas y almacenamiento de explosivos.

El ejército israelí, que acusa habitualmente a grupos militantes de asentar combatientes en zonas civiles, ha afirmado que el edificio atacado funcionaba como “centro avanzado de observación y reconocimiento” y depósito de armas y explosivos, así como centro de coordinación y comunicaciones.

No estaba claro si la incursión desencadenaría una respuesta más amplia de las facciones palestinas, atrayendo a grupos militantes de la Franja de Gaza, el enclave costero controlado por el grupo islamista Hamás. “La resistencia se enfrentará al enemigo y defenderá al pueblo palestino, y todas las opciones están abiertas para golpear al enemigo y responder a su agresión en Yenín”, ha señalado un comunicado del grupo Yihad Islámica de Gaza, respaldado por Irán.

Tras la última gran incursión en Yenín, en junio, rebeldes palestinos mataron a cuatro israelíes cerca de un asentamiento judío en Cisjordania, en un ataque que desencadenó un aluvión de turbas de colonos en pueblos y ciudades palestinos.

Israel se hizo con Cisjordania, que los palestinos consideran el núcleo de un futuro Estado independiente, en la guerra de Oriente Próximo de 1967. Tras décadas de conflicto, las conversaciones de paz auspiciadas por Estados Unidos llevan congeladas desde