Una de las capacidades que más recientemente ha implementado el Ejército de Tierra es la figura del JTAC (Joint Terminal Attack Controller o Controlador de Ataque Terminal Conjunto). Entre sus cometidos, una de las misiones fundamentales de esta figura se traduce en la ejecución del denominado CAS (Apoyo Aéreo Próximo), cuya finalidad consiste en proporcionar apoyo aéreo -el cual incluye, desde el empleo de la aviación (ala fija o rotatoria) hasta el uso de drones- ofreciendo cobertura al resto de unidades que trabajan sobre el terreno.
El JTAC cuenta con la formación técnica y los conocimientos específicos requeridos para la óptima ejecución del CAS. Conocimientos que posibilitan, por un lado determinar cuál es el armamento idóneo a emplear en función de las capacidades con que cuenta la aeronave, y por otro la correcta conducción de los ataques que se efectuarán desde el aire. En esta línea se entiende la utilidad adicional que representa una figura como esta a la hora de coordinar helitransportes o evacuaciones médicas.
Esto permite hacernos una idea de la enorme responsabilidad que asume esta figura y su relevancia, atendiendo a la elevada complejidad de las condiciones bajo las cuales se realiza dicho apoyo de fuego. Entre ellas la altura de vuelo, que dificulta enormemente la identificación de objetivos y por lo tanto incrementa exponencialmente el riesgo de fuego amigo. Es por ello que las maniobras de apoyo CAS no pueden llevarse a cabo sin la presencia de un JTAC, quién además se someterá a las evaluaciones anuales pertinentes que certifiquen todas estas capacidades.
A pesar de su “reciente” incorporación a la estructura de nuestras Fuerzas Armadas, para conocer su origen debemos remontarnos al episodio bélico de Vietnam, entre los años 1955 y 1975, ya que anteriormente el apoyo aéreo se limitaba principalmente al envío previo de aviación para bombardear de manera masiva las posiciones enemigas, ignorando o situando en segundo plano la posibilidad de daños colaterales, en la medida en que estos constituían un riesgo mínimo. La clara delimitación de los distintos frentes y su carácter estático, hacían de esta una estrategia apropiada y efectiva.
No obstante, este hecho cambia durante la guerra de Vietnam y EE.UU se ve obligado a modificar la estrategia que había sido válida hasta el momento. La utilización de los clásicos bombardeos masivos contra un enemigo que aparecía y desaparecía repentinamente, y con mucha frecuencia, muy cerca de las propias fuerzas, hubiera supuesto como de hecho supuso un peligro casi tan grande para los efectivos americanos como para el “Việt Cộng”.
Así surge la figura del FAC (Forward Air Controller), piloto integrado en las fuerzas terrestres y encargado de la coordinación de los ataques llevados a cabos por la aviación. Esta situación se demostró inasumible atendiendo al número de pilotos que eran necesarios para cubrir las necesidades en tierra, de manera que se optó por formación especializada de otros combatientes que atendieran dicho cometido. Y así nacen los JTAC.
Adicionalmente, entre las capacidades con que cuentan los JTAC, desde las propias FAS nos señalan otro cometido, el de coordinar “los distintos medios aéreos y medios productores de fuego indirecto, como unidades de Artillería, que pueden estar operando al mismo tiempo en una misma zona de acción, evitando posibles fratricidios y garantizando una perfecta integración de los Fuegos. Por ello, la mayor parte de los JTAC con que cuenta el Ejército de Tierra forman parte del Arma de Artillería, arma por excelencia de los Fuegos, y que abarca tanto la coordinación de éstos como su empleo en combate, así como la adquisición y designación de objetivos”.
En el caso español, sendas figuras (JTAC y FAC) pertenecientes tanto a la Armada como al Ejército del Aire han prestado apoyo a unidades del Ejército de Tierra en los conflictos de Bosnia, Iraq o Afganistan. Sin embargo, la incorporación de esta figura en la estructura del Ejército de Tierra se demostró necesaria especialmente de cara a lograr una disminución de la dependencia respecto al resto de ejércitos y mayor continuidad en la instrucción dentro de dicha estructura. Concretamente es en el año 2015, tras un acuerdo con los EE.UU, que tres militares españoles realizan el curso JTAC en la Escuela de Operaciones Tierra-Aire de la Fuerza Aérea americana y poco después se acuerdan las bases para el desarrollo de un Plan Nacional de Formación en esta materia.
La ejecución de una maniobra de apoyo aéreo, obliga al JTAC a tomar en consideración, entre otros, los siguientes aspectos: las maniobras realizadas por las fuerzas terrestres; posibles conflictos por el uso del espacio aéreo en la zona del CAS y su resolución; la integración de los fuegos indirectos y el apoyo aéreo; selección de la modalidad de ataque optima según el caso. Para ello, generalmente trabaja integrado en un equipo, denominado TACP o Tactical Air Control Party (vehículo, materia y personal que habitualmente constará de cuatro miembros entre los que contamos el propio JTAC, su auxiliar, un conductor y un tirador) y de manera coordinada con los Observadores de Fuego Aéreo o National Forward Observer (OFA/NFO), que vendrán a ser los ojos y las manos del JTAC donde este no pueda llegar.
Tal y como nos explican fuentes en operaciones “habitualmente el JTAC desplegará acompañando a unidades tipo Batallón, por lo que no siempre podrá ver el objetivo directamente, y en este tipo de CAS se apoyará en observadores a vanguardia para la conducción del ataque. Sin embargo, en función de la operación un JTAC puede llegar a desplegar en niveles inferiores, acompañando a una patrulla y designando directamente el objetivo a batir”. No obstante, desde el Ejército de Tierra advierten que no debe confundirse el apoyo CAS (donde el JTAC asume la responsabilidad del ataque) con el ECAS o CAS de Emergencia, ya que este último puede ser realizado por cualquier combatiente y la responsabilidad será asumida por el piloto en cuestión.
Para desempeñar todos estos cometidos de la manera más eficiente posible, el JTAC tiene a su disposición un vasto repertorio de medios, entre los que figuran material específico destinado a la localización y designación de objetivos o las telecomunicaciones, de los cuales el Ejército de Tierra facilita el siguiente listado: designador y telemetro laser para obtener distancias, ángulos y coordenadas de objetivo tanto diurnas como nocturnas; cámaras térmicas para el apuntado nocturno; software específico para la plasmación grafica de todos los elementos que afectan al CAS; punteros y luces estroboscópicas IR; espejos de señales; GPS DAGR; paneles térmicos; radios AN/PRC 117G que permiten el enlace con las diferentes aeronaves y unidades, etc. Todos ellos caracterizados por una elevada precisión a la hora de ubicar y designar blancos, disminuyendo todo lo posible la producción de daños colaterales o fuego amigo.
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