La cumbre del clima de la ONU, la COP27, arranca en un momento de máxima tensión entre las distintas potencias mundiales; la invasión de Rusia a Ucrania, las tensiones entre Estados Unidos y China y la crisis energética podrían dificultar los acuerdos si tenemos en cuenta que las decisiones en la cumbre se toman por consenso, no por mayoría.

Sharm el-Sheikh, ciudad balneario egipcia en mitad del desierto, ha sido el escenario elegido para celebrar la cumbre de este año, en el que precisamente el agua será uno de los temas principales a debatir. En la conferencia de la ONU, que finalizará el 18 de noviembre, habrá mucho que debatir, desde el financiamiento de la transición a la energía limpia hasta la protección de los bosques del mundo o la preparación de las ciudades para el futuro.

En entes marco, la lista de presencias y ausencias adquiere un mayor peso que en otras cumbres pasadas, y se espera que acudan más de 90 líderes mundiales en la primera cumbre sin restricciones tras dos años por la pandemia.

El secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, ha señalado al comienzo de la cumbre que los países se enfrentan a una dura elección: trabajar juntos ahora para reducir las emisiones o condenar a las futuras generaciones a una catástrofe climática. El discurso de Guterres ha establecido un tono de urgencia, mientras los gobiernos se sentarán durante dos semanas para discutir sobre el cambio climático.

«La humanidad tiene una opción: cooperar o perecer«, ha dicho Guterres a las autoridades reunidas en Sharm el-Sheikh. El secretario también ha realizado un llamamiento, abogando por un pacto entre los países más ricos y más pobres del mundo para acelerar la transición de los combustibles fósiles y la financiación para garantizar que los países más pobres puedan reducir las emisiones y hacer frente a los impactos climáticos que ya se han producido. “Las dos economías más grandes, Estados Unidos y China, tienen una responsabilidad particular de unir esfuerzos para hacer realidad este pacto”, ha añadido Guterres.

A pesar de décadas de conversaciones sobre el clima, la COP de Egipto es la 27º edición, los avances han sido insuficientes para nuestro planeta ya que los países no son lo suficientemente rápidos o se muestran reacios a actuar, según ha señalado Guterres. «Las emisiones de gases de efecto invernadero siguen creciendo. Las temperaturas globales siguen aumentando. Y nuestro planeta se acerca rápidamente a puntos de inflexión que harán irreversible el caos climático», dijo. «Estamos en una autopista hacia el infierno climático y con el pie en el acelerador».

El exvicepresidente estadounidense Al Gore, quien también ha estado presente en el evento, ha apuntado que los líderes mundiales tienen un problema de credibilidad en lo que respecta al cambio climático. Gore también ha criticado la búsqueda continua de recursos de gas en África por parte de las naciones más desarrolladas, que ha descrito como «colonialismo de combustibles fósiles». “Todos tenemos un problema de credibilidad: hablamos y comenzamos a actuar, pero no hacemos lo suficiente”, ha dicho el ex presidente.

Tras el discurso de Guterres, el presidente de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), el jeque Mohammed bin Zayed al-Nahya, también ha subido al estrado señalando que su país, miembro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), continuará produciendo combustibles fósiles mientras sea necesario. «EAU es considerado un proveedor responsable de energía y seguirá desempeñando este papel mientras el mundo necesite petróleo y gas», ha señalado al-Nahya.

Los EAU acogerán la conferencia de la ONU del año que viene, en la que se intentará ultimar los acuerdos alcanzados el año pasado en Gran Bretaña y en las conversaciones de este año en Egipto. Muchos países con ricos recursos de petróleo, gas y carbón han criticado el impulso de una rápida transición para abandonar los combustibles fósiles, argumentando que es económicamente imprudente e injusto para las naciones más pobres y menos desarrolladas, deseosas de crecimiento económico.

Los países firmantes del acuerdo climático de París de 2015 se habían comprometido a alcanzar el objetivo a largo plazo de evitar que la temperatura global aumente más de 1,5 °C con respecto a los niveles preindustriales, el umbral a partir del cual, según los científicos, el cambio climático corre el riesgo de quedar fuera de control.

Guterres ha advertido que ese objetivo solo se mantendrá vivo si el mundo puede alcanzar las cero emisiones netas para 2050. El secretario ha solicitado a los distintos países del COP un acuerdo para eliminar gradualmente el uso de carbón, uno de los combustibles más intensos en carbono, para el año 2040 a nivel mundial, y que los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD) alcanzaran esa meta para 2030.

En las conversaciones de la COP26 del año pasado, los países acordaron por primera vez «reducir» dicha producción y recortar otras subvenciones a los combustibles fósiles. En los acuerdos voluntarios paralelos también se presentaron planes para frenar la financiación de los combustibles fósiles y limitar las emisiones de metano, que calientan el planeta, principalmente de las industrias de los combustibles fósiles y la agricultura.

Sin embargo, la crisis energética provocada por la guerra en Europa ha llevado a varios miembros de la Unión Europea a reabrir o prolongar la vida útil de las centrales de carbón y a bloquear los envíos de gas natural licuado. Mientras tanto, China sigue aprobando nuevas minas de carbón, y Vietnam e Indonesia tratan de impulsar la producción de carbón.

El retroceso de las principales economías en sus promesas de abandonar los combustibles fósiles ha llevado a algunas naciones, especialmente en África, a pedir un reconocimiento formal para que se les permita desarrollar sus reservas de combustibles fósiles. Es probable que esto quede patente en las declaraciones de los líderes africanos en la COP27.