La Corte Penal Internacional (CPI) tiene previsto solicitar la detención de funcionarios rusos deportar a la fuerza a niños de Ucrania, además de atacar infraestructuras civiles, según se han hecho eco medios de comunicación esta semana, en lo que serían los primeros casos de crímenes de guerra internacionales derivados de la invasión de Moscú.
Las órdenes de detención podrían incluir el delito de genocidio, y se espera que lleguen “a corto plazo” si son aprobadas por un juez de instrucción del tribual con sede en La Haya.
En este sentido, Rusia ha negado en repetidas ocasiones dichos crímenes y, según los expertos, rechazarían cualquier orden de detención contra cualquiera de sus funcionarios, pero un proceso internacional por crímenes de guerra podría agravar el aislamiento diplomático de Moscú y dificultar que los acusados viajen al extranjero por temor a ser detenidos.
Rusia niega haber atacado de forma deliberada infraestructuras civiles en Ucrania y afirma que todos sus ataques pretenden reducir la capacidad de lucha de Kiev. No ha ocultado un programa en virtud del cual ha llevado a miles de niños ucranianos a Rusia, pero lo presenta como una campaña humanitaria para proteger a los huérfanos y a niños abandonados en la zona de conflicto.
Kiev ha advertido que miles de niños ucranianos deportados son adoptados por familias rusas, alojados en campos y orfanatos rusos, reciben pasaportes rusos y son “educados” para rechazar la nacionalidad ucraniana y considerarse rusos. La convención de la ONU sobre el genocidio define el “traslado forzoso de niños del grupo a otro grupo” como uno de los cinco actos que pueden ser perseguidos como genocidio.
Kiev ya ha llevado a cabo varios procesos por crímenes de guerra contra soldados rusos por incidentes individuales, como asesinatos o violaciones en territorio ocupado. Los cargos analizados por los fiscales de la CPI podrían ir más allá, y apuntar a funcionarios responsables de políticas en lugar de sólo a autores de actos sobre el terreno.
Esta noticia de los posibles cargos internacionales llega cuando Moscú parece estar cerca de un avance diplomático buscado durante mucho tiempo en relación a las relaciones rusas con China y la posible visita del presidente chino, Xi Jinping a Moscú. El presidente ruso, Vladimir Putin, ha promocionado esta visita como una muestra de apoyo, pero podría verse eclipsada por los supuestos planes de Xi de hablar por videoconferencia con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, por primera vez desde la invasión, según han informado otros medios de comunicación. De momento, ninguna de las partes involucradas ha realizado comentarios al respecto.
“Por regla general, los anuncios de visitas oficiales al extranjero se coordinan sincrónicamente por mutuo acuerdo de las partes”, ha dicho a los periodistas el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov. “Cuando haya tal disposición, se lo haremos saber”.
China se ha negado a culpar a Rusia de la guerra y se pone a las sanciones occidentales. El pasado mes de febrero presentó una propuesta de plan de paz, recibida con escepticismo en Occidente, pero elogiada en Moscú y acogida con cautela por Zelenski. Estados Unidos ha dicho en repetidas ocasiones desde el pasado mes, que cree que China está considerando armar a Rusia, algo que Pekín ha negado en varias ocasiones. Zelenski ha advertido que hacerlo invitaría a la Tercera Guerra Mundial, y que también cree que Pekín es consciente de tales riesgos.
China y Rusia han reafirmado la fuerza de sus lazos en público, y el principal diplomático de China visitó Moscú en febrero durante la semana del primer aniversario de la guerra, justo cuando el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, viajó a Kiev.
Sobre el terreno, ambos bandos describen incesantes combates en Bajmut, una pequeña ciudad en ruinas del este de Ucrania que se ha convertido en el principal foco de una campaña invernal rusa en la que participan cientos de miles de reservistas y mercenarios recién reclutados.
Kiev anunció la semana pasada que había decidido defender Bajmut en lugar de retirarse. Las fuerzas rusas dirigidas por el ejército privado Wagner han capturado la parte oriental de la ciudad, pero hasta ahora no han logrado rodearla.
“Cuanto más cerca estamos del centro de la ciudad, más dura es la lucha… Los ucranianos lanzan reservas interminables. Pero estamos avanzando y seguiremos avanzando”, ha dicho Yevgeny Prigozhin, fundador del grupo mercenario ruso Wagner. Moscú ha manifestado que tomar la ciudad sería un gran éxito, ya que abriría un camino para capturar el resto de la región circundante de Donetsk, un objetivo central de la guerra. Mientras, Kiev dice que ha decidido no retirarse porque está infligiendo enormes pérdidas a la fuerza de asalto rusa, lo que facilitará la realización de un contraataque a finales de este año.
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