Los aliados de la OTAN situados a lo largo del frente oriental de la alianza están cada vez más preocupados por la presencia de mercenarios del Grupo Wagner vinculados a Rusia en Bielorrusia, donde algunos han sido desplegados desde un breve motín que tuvo lugar en Rusia en junio.
Polonia, Lituania y Letonia, miembros de la OTAN y de la Unión Europea que limitan con Bielorrusia, ya estaban en alerta desde que hace dos años empezaron a llegar a sus fronteras grandes cantidades de migrantes y refugiados procedentes de Bielorrusia.
En este sentido, Polonia ha informado esta semana de que actualmente está enviando tropas a su frontera oriental tras acusar a Bielorrusia, el aliado más cercano de Rusia, de violar su espacio aéreo con helicópteros militares. De momento, el ejército bielorruso ha negado tal violación y a su vez ha acusado a Polonia, miembro de la OTAN y uno de los apoyos más fervientes de Ucrania en su conflicto con Rusia, de inventarse la acusación para justificar un aumento de sus tropas.
El líder bielorruso, Alexander Lukashenko, se había burlado con anterioridad de Polonia por la presencia de mercenarios Wagner rusos cerca de su frontera común.
El Ministerio de Defensa polaco ha declarado que va a enviar “fuerzas y recursos adicionales, incluidos helicópteros de combate”. Asimismo, ha informado a la OTAN de la violación de la frontera y ha convocado al encargado de negocios bielorruso para que diera explicaciones.
El ejército polaco negó en un primer momento que se hubiera producido violación alguna de la frontera, pero más tarde, tras realizar consultas, informó que la intrusión tuvo lugar “a una altura muy baja, difícil de interceptar por radar”.
El Ministerio de Defensa bielorruso, a través de Telegram, ha afirmado que Varsovia ha cambiado de opinión sobre el incidente “aparentemente tras consultar a sus superiores en el extranjero”. “Esta declaración no ha estado respaldada por datos de Polonia”, ha dicho, y ha añadió que “el Ministerio de Defensa bielorruso lo considera un ‘cuento de viejas’ y señala que no hubo violaciones de la frontera por parte de los helicópteros Mi-8 y Mi-24”.
Antes de que el Ministerio de Defensa emitiera su comunicado, los residentes de las zonas cercanas a la ciudad de Bialowieza, en el este de Polonia y próxima a la frontera con Bielorrusia, compartieron en las redes sociales sus testimonios sobre lo que cada una de las partes considera violaciones de la frontera.
En este contexto, Bielorrusia continúa permitiendo que el Presidente ruso, Vladimir Putin, utilice su territorio como plataforma de lanzamiento para la seguir con la guerra de Ucrania, aunque Lukashenko no ha comprometido a sus propias tropas en la guerra. El Estado ex soviético tiene una larga historia de animosidad con Polonia, al igual que Rusia.
La semana pasada, Putin acusó a Polonia de albergar ambiciones territoriales sobre Bielorrusia y advirtió de que considerará cualquier ataque a su vecino como un ataque a la propia Rusia.
Esta semana, Lukashenko ha sugerido en tono burlón a Polonia que debía agradecerle que mantuviera a raya a los mercenarios de Wagner ubicados en Bielorrusia tras el motín frustrado contra el Kremlin del pasado mes.
Desde entonces, un número indeterminado de combatientes de Wagner se ha trasladado a Bielorrusia y han comenzado a entrenar al ejército de Lukashenko. Para entonces, Polonia ya había comenzado a desplazar más de 1.000 de sus propias tropas más cerca de la frontera.
Lukashenko bromeó en una reunión con Putin en julio del pasado mes expresando que algunos de los combatientes estaban dispuestos a entrar en Polonia y “hacer un viaje a Varsovia y Rzeszow”. Rzeszow es una ciudad cercana a la frontera con ucraniana.
Agencias estatales han citado al presidente bielorruso esta semana en unas declaraciones que afirmaban que los polacos “deberían rezar para que los retengamos y los mantengamos. De lo contrario, sin nosotros, se habrían colado y habrían destrozado Rzeszow y Varsovia de una forma nada despreciable. Así que no deberían reprochármelo, deberían darme las gracias”.
El sábado, el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, declaró que un grupo de 100 mercenarios de Wagner se habían acercado a la ciudad bielorrusa de Grodno, cerca de la frontera polaca, y describió la situación como “cada vez más peligrosa”.
Mientras, el presidente turco, Tayyip Erdogan, continúa llamando a la desescalada de la guerra en una llamada con Putin que siguió a los ataques rusos en Odesa, y le ha comunicado al presidente ruso que continuará para reestablecer el acuerdo de granos del Mar Negro a la vez que reivindica una reducción de la tensión.
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha manifestado después de los ataques con drones en Odesa, que han provocado multitud de incendios que “los terroristas rusos han atacado una vez más los puertos, las instalaciones de granos y la seguridad alimentaria mundial”.
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