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La OTAN renueva su concepto estratégico para 2022

La OTAN renueva su concepto estratégico para 2022

La Asamblea Parlamentaria de la OTAN se reunirá la próxima semana en Washington para abordar la nueva redacción de su Concepto Estratégico. La nueva agenda incluirá algunas de las temáticas tradicionales pero a su vez incorporará nuevos desafíos en el ámbito estratégico, entre ellos: la protección contra ataques cibernéticos, la guerra híbrida, el desafío chino, el terrorismo y el calentamiento global formarán parte de la labor de desarrollo de la OTAN. Sin embargo, la defensa colectiva sigue siendo la máxima prioridad de la alianza y con toda probabilidad ocupará un lugar destacado en el nuevo Concepto Estratégico que será redactado de cara al próximo año. 

La necesidad de dar prioridad a la defensa colectiva se ha puesto de manifiesto a raíz de las recientes provocaciones del presidente ruso, Vladimir Putin: el despliegue militar a lo largo de toda la frontera oriental de la OTAN, la situación en Ucrania, los ejercicios Zapad 2021, la ingeniería de la crisis de refugiados orquestada por Bielorrusia en la frontera con Polonia, los vuelos de bombarderos nucleares cerca de las fronteras de los países de la OTAN o las acciones navales en el Mar Negro constituyen solamente algunos ejemplos de la deriva rusa. El riesgo de conflicto por un error de cálculo o la escalada de un incidente, es actualmente mayor que en cualquier otro momento desde que finalizó la Guerra Fría. Es por ello que la postura disuasoria de la OTAN debe ser reforzada tanto en el Báltico como en el Mar Negro si se quiere reducir la probabilidad de una nueva crisis. 

Se han establecido cuatro pilares para mejorar dicha disuasión, y el nuevo Concepto Estratégico podría impulsar la aplicación de acciones eficientes encaminadas a consolidar los próximos pasos. Sin embargo, esto demandará un esfuerzo conjunto de una Europa reacia al riesgo y poco dispuesta a invertir más de lo necesario en defensa. 

El primer elemento tendría que ver con el despliegue de fuerzas estadounidenses y de la OTAN. Desde la Cumbre de Varsovia de 2016, la OTAN ha desplegado grupos de combate de presencia avanzada (EFP) en los tres Estados Bálticos y en Polonia. Asimismo, Estados Unidos también ha desplegado una brigada en Polonia y sendos batallones en Lituania y Rumania. No obstante, estas fuerzas podrían ser sobrepasadas si Rusia decidiera atacar, si tenemos en cuenta sus ventajas estratégicas en lo que respecta a tiempos y distancias a la hora de actuar.

En este sentido, tampoco parece existir suficiente voluntad política en Europa para desplegar el número de efectivos que serían necesarios para rechazar una posible ocupación rusa de los estados bálticos en un ataque relámpago. A pesar de ello, podrían emplearse otros métodos que podrían complicar una invasión rusa y ganar tiempo hasta que los refuerzos de la OTAN se hicieran efectivos y consolidar una disuasión: la OTAN podría desplegar defensas aéreas regionales, artillería de largo alcance, sistemas contra carros de combate , drones y fuerzas especiales adicionales en los países bálticos para frenar el posible ataque. Además Estados Unidos también podría impulsar una postura más firme en el Mar Negro.  

Otro elemento fundamental pasaría por la disposición de unas fuerzas preparadas para apoyar de forma inmediata las escasas tropas de avanzada desplegadas por la OTAN. Tras la anexión de Crimea, la OTAN reconstituyó su Fuerza de Respuesta (NRF) a la que le añadió una Fuerza Conjunta de Muy Alta Disponibilidad (VJTF) de 5000 efectivos. Más tarde en 2018, la OTAN acordó la iniciativa de una preparación de 4×30 que tendría 30 batallones, 30 escuadrones aéreos y 30 combatientes navales listos para ser utilizados en 30 días. 

El tercer pilar de disuasión de la OTAN sería la actual Iniciativa de Movilidad Militar, diseñada para reducir los trámites burocráticos en relación a el tránsito de las tropas a través de las fronteras de los países miembros y facilitar los obstáculos logísticos. La Unión Europea financiará dicha iniciativa con una significativa cifra de 1.700 millones de euros. Sin embargo, los obstáculos tanto burocráticos como físicos continúan siendo demasiado grandes y las dificultades ocasionan que el efecto disuasorio de las fuerzas resulte menos potente. Una forma adicional de mejorar el elemento en cuestión sería materializar posicionamientos  físicos previos de equipos con el objetivo de asegurar las ubicaciones. Si los equipos se encuentran previamente en posición, trasladar a las tropas a dicho equipo sería menos costoso. 

El último de los elementos de esta estructura disuasoria es una postura nuclear verosímil. En este sentido, las armas nucleares estadounidenses, británicas y francesas sirven de respaldo a la disuasión nuclear de la OTAN. Pero el evidente dominio de Rusia en materia de armamento nuclear y su peligrosa doctrina de “escalar para desescalar” incrementan el riesgo de que Moscú pueda ser el primero en utilizar dispositivos nucleares para detener el conflicto que estaría perdiendo. Esta doctrina rusa podría llevarles a creer de forma errónea que su política de “ocupar y escalar” podría funcionar. La por su parte, OTAN no cuenta con una iniciativa nuclear para contrarrestar los principios rusos de “escalar para desescalar”.

Reforzar estos elementos de disuasión de la OTAN es considerado por lo expertos como una respuesta necesaria a las provocaciones rusas. Pero Moscú podría interpretar estas acciones como una nueva escalada en el marco de una carrera armamentística. Por lo tanto, la OTAN y Washington podrían tener que mantener conversaciones más estrechas con Moscú y responder en consecuencia en caso de que los rusos no cambien de rumbo. 


Analista especializado en el entorno de la información y Defensa.

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