En un creciente desafío al control de Rusia sobre las zonas ocupadas del sureste de Ucrania, las fuerzas rebeldes leales a Kiev están plantando cara a Moscú, volando puentes y trenes, y ayudando al ejército ucraniano identificando objetivos clave.
La propagación de la resistencia ha erosionado el control del Kremlin sobre esas zonas y ha amenazado sus planes de celebrar referéndum en varias ciudades como paso previo a la anexión a Rusia.
«Nuestro objetivo es hacer la vida insoportable a los ocupantes rusos y utilizar cualquier medio para desbaratar sus planes», ha manifestado Andriy, un coordinador del movimiento armado en la región sureña de Jersón.
El grupo de resistencia al que está afiliado, llamado Zhovta Strichka o «Lazo Amarillo», toma su nombre de uno de los dos colores nacionales de Ucrania, y sus miembros utilizan cintas de esa tonalidad para marcar los posibles objetivos de sus ataques.
Corea del Norte continúa con sus esfuerzos para estrechar sus lazos con Rusia, y ha ofrecido el envío de 100.000 soldados “voluntarios” al Kremlin para ayudar a Rusia a ganar la guerra contra Ucrania en su llamada “operación militar especial”, según medios estatales rusos.
“Hay informes de que 100.000 voluntarios norcoreanos están preparados para venir y participar en el conflicto”, ha dicho el experto militar ruso Igor Korotchenko. Korotchenko que también ha elogiado la «riqueza de experiencia del ejército norcoreano en el fuego de contra-batería».
El fuego de contra-batería efectiva supone una táctica de gran importancia para el ejército ruso tras el envío de Estados Unidos de una docena de HIMARS (Sistemas de cohetes de artillería de alta movilidad) a Ucrania. Según los expertos, los cohetes de largo alcance y alta precisión han marcado «una gran diferencia» en los esfuerzos de guerra de Ucrania.
Korotchenko también ha argumentado que Rusia debería dar la bienvenida a las tropas de Corea del Norte; “Si Corea del Norte expresa su deseo de cumplir con su deber internacional de luchar contra el fascismo ucraniano, deberíamos dejarlo”, continúa.
El ejército de Corea del Norte es el cuarto más grande del mundo, con casi 1,3 millones de personal activo, según el Consejo de Relaciones Exteriores el con sede en Nueva York. Además, otros 600.000 sirven como soldados de reserva. No obstante, expertos en defensa afirman que el país opera con equipos y tecnología anticuados.
Según medios surcoreanos, Corea del Norte también habría ofrecido personal para ayudar a Rusia a la reconstrucción de Ucrania tras la guerra. Citando fuentes rusas, los medios de Corea del Sur que entre los planes de Corea del Norte también se encuentra el envío de más de 1.000 activos a la región de Donbás en caso de que Rusia obtenga finalmente el triunfo en la guerra: “Teniendo en cuenta que la guerra aún no ha terminado, el gobierno planea enviar personal en el momento apropiado mientras monitorea la situación en el terreno”, ha afirmado una fuente norcoreana, según los medios surcoreanos.
Debemos recordar que el 13 de julio Corea del Norte se alineó con el decreto firmado en febrero por el presidente ruso, Vladimir Putin, que reconocía la independencia de las dos autodenominadas “repúblicas populares” de Donetsk y Lugansk, en el este de Ucrania. La Agencia Central de Noticias de Corea del Norte, KCNA, confirmó el pasado 14 de julio que el ministro de Relaciones Exteriores, Choe Son Hui, se había puesto en contacto con sus homólogos en Donetsk y Luhansk reconociendo su independencia de Ucrania. De esta forma, Corea del Norte se convertía en el tercer país del mundo en reconocer la independencia de las dos regiones separatistas de Ucrania.
Siguiendo con la situación en Ucrania, los medios desplegados en el país informan desde Kiev que Rusia podría estar lista para facilitar una visita de la Agencia Internacional de Energía Atómica de la ONU (OIEA) a la planta nuclear de Zaporiyia, y que podría representar un paso adelante en medio de la creciente alarma internacional en relación a un desastre en la instalación.
En los últimos días, la central ha sido atacada dos veces durante los combates entre las fuerzas rusas y ucranianas, y ambos países se culpan mutuamente por los ataques. Sin embargo, tratándose de la central nuclear más grande de Europa, la preocupación de la comunidad internacional es que un desastre supondría un gran problema tanto para Ucrania como para todo el continente.
A principios del pasado mes de marzo, las tropas rusas tomaron el control de la central nuclear de Zaporiyia, la mayor de Europa, con capacidad de casi 6.000 megavatios y ubicada en el sur de Ucrania, a orillas del río Dniéper, a unos 525 km de Chernóbil. Desde entonces, la amenaza por un posible desastre nuclear como consecuencia de los ataques que sufre la infraestructura, ha puesto en alerta al mundo.
El embajador de Ucrania de la OIEA, Yevhenii Tsymbaliuk, ha acusado a las fuerzas rusas de intentar provocar apagones en el sur de Ucrania con los continuos bombardeos a la planta. Tsymbaliuk también ha solicitado que los inspectores internacionales pueden tener acceso al lugar este mismo mes de agosto.: “Utilizaremos todos los canales diplomáticos posibles para acercar al OIEA y la ONU a llevar a cabo esta misión”, ha dicho el embajador. “Realmente lo necesitamos con urgencia, lo antes posible, diría que a más tardar a fines de este mes”.
Por otra parte, se han encontrado más de 450 artefactos de fabricación extranjera en las armas rusas recuperadas en Ucrania, lo que podría ser una evidencia de que Moscú había adquirido tecnología militar de compañías de Estados Unidos, Europa y Asia en los años previos a la invasión, según nuevos informes.
Desde el comienzo de la guerra, hace ya cinco meses, el ejército ucraniano ha capturado o recuperado del campo de batalla armas rusas intactas o parcialmente dañadas. Una vez desmontadas, 27 de estas armas y sistemas militares, que van desde misiles de crucero hasta sistemas de defensa aérea, han resultado ser procedentes en su mayoría de materiales occidentales, según las investigaciones.
Alrededor de dos tercios de los componentes han sido fabricados por empresas con sede en Estados Unidos. Otros materiales proceden de empresas de países como Japón, Corea del Sur, Gran Bretaña, Alemania, Suiza y los Países Bajos, según apuntan las investigaciones.
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