El pasado agosto, las Fuerzas Armadas de Suecia emitieron un comunicado de prensa en el que anunciaban que estaban intensificando su inversión en defensa y su preparación militar debido a la actividad militar rusa en la región del Mar Báltico. El gobierno sueco reveló su intención de aumentar el gasto militar hasta en un 40% durante los próximos cuatro años en medio de crecientes tensiones entre Europa y Rusia. El ministro de Defensa, Peter Hultqvist, anunció un aumento en el presupuesto de defensa de 27 mil millones de coronas suecas entre 2021 y 2025.
El comunicado sueco prácticamente coincidía con la realización, por parte de las Fuerzas Navales de Rusia, del ejercicio Ocean Shield 2020 en el Mar Báltico. Este ejercicio involucró a más de 30 barcos de varios tipos, aeronaves, defensa aérea costera y unidades marinas. Este tipo de maniobras se realiza anualmente desde 2018, y este es un ejemplo del aumento de la actividad militar rusa en Europa.
A principios de octubre, el ministro de Defensa, Peter Hultqvist, declaró públicamente: “Es el mayor aumento en la capacidad de defensa en 70 años. No se puede descartar un ataque armado contra Suecia. La medida se produce porque la situación de la política de seguridad de la región se ha deteriorado». Es una señal para el pueblo sueco y nuestro vecindario de que nos estamos tomando la situación de seguridad extremadamente en serio”.
La idea principal del denominado “proyecto de Defensa Total” es incrementar las capacidades tanto en defensa militar como civil. Este proyecto incluye el establecimiento sustancial de cinco regimientos y un ala aérea. Las inversiones se realizarán en equipamiento, refuerzos de ciberdefensa, municiones e inteligencia, y se duplicará la actividad relacionada con el entrenamiento básico.
La armada obtendrá un submarino adicional, aumentando su número a cinco, y la flota de corbetas se actualizará, mientras que el ejército y la fuerza aérea obtendrán sistemas de armas mejorados. Este acuerdo se ha alcanzado con el apoyo del gobierno y los principales partidos de la oposición. La decisión pone de manifiesto el cambio de paradigma que se ha producido en el imaginario sueco con motivo de la actividad rusa en las proximidades. En comparación con 2014, para 2025 la inversión sueca en defensa aumentará en un 85%.
“Las propuestas del proyecto de ley deben considerarse en el contexto del deterioro de la situación de seguridad en la vecindad de Suecia y en Europa a lo largo del tiempo. Suecia se verá afectada si surge una crisis o un conflicto armado en nuestro vecindario. No se puede descartar un ataque armado contra Suecia ”, justificó Hultqvist.
Todo ello se traduce en una “necesidad” de fortalecer la estructura militar en su conjunto. El gobierno ha propuesto que se cree una organización de guerra nueva y ampliada a partir de 2021. Previsiblemente esta renovación debería afectar a todas las ramas y funciones de la defensa, incluidas las capacidades de ciberdefensa e inteligencia. Se prevé un incremento considerable del personal, de aproximadamente 60.000 a 90.000 (lo que supondría un aumento de 8.000 efectivos anuales).
Es importante recordar que Suecia no es miembro de la OTAN pero disfruta de estrechos vínculos con la alianza. Además juega un papel de primer orden en el actual contexto de seguridad, dominado por la preocupación en torno a la actividad militar (y no militar) de Rusia. En los últimos tiempos hemos sido testigos de un incremento de la cooperación por parte de la OTAN con Suecia y Finlandia, poniendo especial énfasis en garantizar la seguridad en la región del Mar Báltico.
Si a todo lo anterior sumamos la firma de un memorando de entendimiento que garantizaría el apoyo logístico a las fuerzas aliadas en caso de crisis, podemos hacernos una idea de la seriedad con la que los países del vecindario Báltico se están tomando el asunto. Para la mayoría de expertos, estas precauciones estarían justificadas teniendo en cuenta algunos de los últimos incidentes que han tenido lugar.
En agosto seis bombarderos B-52 Stratofortress de la Fuerza Aérea de los EE.UU sobrevolaron más de 30 territorios aliados y participaron en un entrenamiento conjunto con 80 aeronaves de combate aliadas, lo que refuerza el compromiso de EE. UU con la OTAN y envía un mensaje claro a Rusia. Fuerzas rusas provocaron un incidente cuando dos cazas Su-27 dieron varios giros peligrosos frente a los bombarderos B-52 sobre el Mar Negro, engrosando la extensa lista de incidentes similares que el comportamiento imprudente de los pilotos rusos podría haber llevado a un desastre mayor.
El mismo día, un B-52 fue acosado por un caza ruso en el espacio aéreo internacional sobre el Mar Báltico. Esto ocurrió cuando el B-52 se acercaba al espacio aéreo danés en las cercanías de la isla de Bornholm. El Su-27 ruso, que volaba desde Kaliningrado, siguió al B-52 hasta el espacio aéreo danés sobre la isla, cometiendo una violación significativa del espacio aéreo de una nación de la OTAN.
Otro detonante, que con toda probabilidad pudo contribuir a la decisión sueca de reforzar sus capacidades en materia de defensa, ocurrió cuando tres Ropucha rusos, barcos capaces de transportar carros de combate y más de 300 tropas, zarparon de Kaliningrado y navegaron al este de Gotland. Esta fuerza anfibia rusa continuó hacia el norte donde realizaron un ejercicio en la costa de Hogland, una isla que había pertenecido a Finlandia antes de ser ocupada por la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial. En respuesta a estas actividades, las Fuerzas Armadas suecas decidieron lanzar una operación para intensificar la vigilancia marítima y aumentar la presencia militar en Gotland.
A la vista de los últimos acontecimientos, la actividad militar en el extremo norte, las regiones del Mar Báltico y el Mar Negro ha aumentado hasta alcanzar unos niveles que pocos podrían haber predicho hace unos años. La escalada de de las tensiones y el comportamiento a menudo agresivo demostrado por Rusia ha terminado por convertirse en una nueva normalidad, en un escenario donde el más mínimo error de cálculo podría desembocar en incidentes internacionales extremadamente graves.
Para Rusia la pelota está en el campo contrario y una disminución de la presencia militar occidental en la región del Báltico sin duda sería interpretada por Moscú como un signo de debilidad. Los estados bálticos, como estados de primera línea, harían bien en tomarse en serio las tentativas rusas evitando enviar señales que sugieran un debilitamiento del compromiso con su propia seguridad y defensa. En este sentido un indicador crucial es el gasto en defensa.
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