Los líderes de la Unión Europea han acordado la prohibición del petróleo ruso después del compromiso con Hungría. El acuerdo reducirá el 90% de las importaciones de petróleo para fin de año, cortando la fuente clave de financiación de Moscú para la guerra de Ucrania. La organización ha pasado semanas discutiendo sobre la prohibición total del petróleo ruso, pero se entraba con una obstinada resistencia por parte del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, quien alegaba que un embargo sería fatal para la economía de su país.
Si bien hay acuerdo entre los 27 países y habrá embargo del petróleo ruso, la aplicación práctica no lo será ni ocurrirá de forma inmediata. Los detalles exactos están por concluirse y solamente queda una cosa clara; que no afectará a todos, y tampoco será por igual, Moscú seguirá recibiendo dinero por su crudo más allá del año que viene. El paquete de sanciones incluye sacar del sistema Swift a Sberbank, la principal entidad financiera rusa. También se castigará a tres cadenas de televisión públicas. Además, los países miembros han aprobado la concesión a ucrania de 9.000 millones de euros para cubrir sus necesidades inmediatas de liquidez para mantener su economía en funcionamiento, según ha anunciado el presidente del Consejo, Charles Michel.
Por otra parte, Estados Unidos limitará los sistemas de cohetes para Ucrania. Así lo ha anunciado el presidente estadounidense, Joe Biden, que ha informado que su país no suministrará a Kiev sistemas de cohetes de largo alcance con capacidad para atacar objetivos en Rusia. El anuncio se produce después de que Moscú advirtiera que cualquier suministro de este tipo marcaría una “escalada inaceptable”. El vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dmitry Medvedev, ha calificado esta decisión de Washington como una medida “racional”.
A medida que se estanca la invasión de Rusia, y con las tropas rusas obligadas a retirarse de Kiev y Járkov, las dos ciudades más grandes de Ucrania, muchos refugiados están tomado la decisión de regresar a su país. En las dos semanas anteriores, el número de ucranianos que regresaron a casa desde Polonia (345.000) superó el número de los que entraron al mismo país (253.000), y los países vecinos están viendo una tendencia similar.
Polonia ha acogido a 3.5 millones de refugiados de Ucrania desde el comienzo de la guerra, más que todos los demás países de la Unión Europea juntos. Cientos de miles de recién llegados se han trasladado más al oeste o han regresado a casa. Pero los recursos de Polonia tienen su límite. Solo en Varsovia, la ciudad ha afrontado un aumento del 17% en su población, y Rafal Trzaskowski, el alcalde de la ciudad, se ha visto obligado a solicitar más asistencia a otras ciudades y organizaciones benéficas para ayudar a los refugiados.
Hasta 600.000 civiles ucranianos se alojan con familiares polacos. El resto vive con amigos o familiares, en dormitorios u hoteles. Pero los problemas están comenzando a surgir, y en las áreas urbanas la afluencia ha agravado la escasez de viviendas, lo que ha desembocado en una subido de los precios.
A pesar de ello, muchos ucranianos no tienen intención de permanecer en Polonia y esperan volver pronto a su país. Solo el 17% de los refugiados dice desear establecerse de forma definitiva en Polonia según una cuesta del país. Sin embargo, muchos de los refugiados que están regresando a Ucrania reconocen que es posible que necesiten escapar de los ataques rusos de nuevo.
De momento, las tropas rusas han entrado a las afueras de la ciudad de Severodonetsk, según palabras del gobernado regional, quien ha descrito “feroces” combates por las ruinas de una ciudad que se ha convertido en el nuevo foco de la ofensiva de Moscú.
Rusia ha concentrado su potencia de fuego en el último foco de población importante que todavía continúa en manos de las fuerzas ucranianas en la provincia oriental de Luganks, en un intento por conseguir uno de los objetivos declarados por el presidente ruso, Vladimir Putin, después de tres meses de guerra.
Los bombardeos incesantes han dejado a las fuerzas ucranianas defendiendo las ruinas de Severodonetsk, pero su negativa a retirarse a frenado la ofensiva rusa. El gobernador de la región de Lugansk, Serhiy Gadai, ha señalado que las tropas rusas han avanzado hacia las franjas sureste y noreste de la ciudad. Los rusos «utilizan la misma táctica una y otra vez. Bombardean durante varias horas, tres, cuatro, cinco horas seguidas, y luego atacan», señala Gaidai. «Los que atacan mueren. Luego siguen los bombardeos y los ataques, y así hasta que se abren paso en algún lugar». Con el aumento de las temperaturas, ha manifestado que hay un «olor terrible a muerte» en las afueras de la ciudad. Sin embargo, ha añadido que las fuerzas ucranianas han expulsado a los rusos de la aldea de Toshkivka hacia el sur, lo que podría frustrar el intento de Moscú de rodear la zona.
En un discurso televisado esta semana, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha descrito la captura de Severodonetsk como “una tarea fundamental para los ocupantes”. «Alrededor del 90% de los edificios están dañados. Más de dos tercios de las viviendas de la ciudad han sido completamente destruidas», dijo. El Ministerio de Defensa ucraniano ha señalado que Moscú también está tratando de reagruparse para atacar la ciudad de Sláviansk, de importancia estratégica, más al oeste.
La captura de Severodetsk y Lisichansk, en la orilla opuesta del río Donets, le daría a Rusia el control efectivo de la provincia de Lugansk, lo que supondría un punto de inflexión en el que el Kremlin podría reivindicar algún tipo de victoria. No obstante, centrando sus esfuerzos en una batalla por una ciudad relativamente pequeña (Severodonetsk albergaba solo a unas 100.000 personas antes de la guerra), podría estar dejando otros territorios abiertos a eventuales contrataques ucranianos.
En los últimos días se han visto señales de una potencial contraofensiva ucraniana en el sur, donde Moscú se encuentra tratando de consolidar su control en la provincia de Jersón. Desde Kiev han manifestado que sus fuerzas han hecho retroceder a las tropas rusas en los últimos días a posiciones defensivas en tres aldeas: Andriivka, Lozove y Bilohorka, todas ellas ubicadas en la orilla sur del río Inhuléts que forma la frontera con Jersón. Los expertos señalan que con este contrataque no parece probable que recuperar un territorio sustancial a corto plazo, pero que podría interrumpir las operaciones rusas y obligar a Moscú a reforzar la zona.
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