Redacción.

El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, ha dado a conocer el contenido completo del informe que ha elaborado sobre la situación de los niños en Siria desde que se inició el conflicto hace tres años, y que ha terminado con la vida de 10.000 menores.

Una cifra terrible, que se suma a los tres millones de niños que viven desplazados dentro del país y que carecen de acceso a la sanidad o la educación, y al millón que viven desplazados en países cercanos, también en condiciones lamentables. Países como Líbano o Turquía se están viendo desbordados e incapaces de atender a la gran afluencia de refugiados sirios que llegan huyendo de la guerra. En dichos países, según el informe se han dado casos de intento de reclutamiento de menores.

El informe analiza los datos registrados entre el 1 de marzo de 2011 y el 15 de noviembre de 2013, y supone un listado detallado y terrible de las atrocidades que están sufriendo los menores sirios desde el inicio del conflicto: secuestros, torturas, violaciones, detenciones sumarias o ejecuciones a sangre fría.

Todo tipo de atrocidades
Muchos de los casos recogidos se basan en el testimonio de las propias víctimas o de testigos que en muchos casos viven refugiados en otros países, debido a la dificultad de informar de la verdad desde el propio país.

Aunque en muchos casos resulta difícil identificar la autoría de estos actos, sí es seguro que se han visto implicados en los mismo desde frentes islamistas y yihadistas, el Estado Islámico de Irak y Siria o el Ejército Libre Sirio (ELS).

En el informe se acusa al régimen de llevar a cabo con los menores los mismo procedimientos que se ponen en marcha con los adultos opositores: malos tratos, torturas, humillaciones para hacerles confesar o entregar a algún pariente al que se buscara.

Los menores han sido literalmente secuestrados en las escuelas, hospitales o en sus propias casas y encerrados en celdas, se les han arrancado las uñas de manos y pies, se ha simulado su ejecución, golpeado con cables de metal o golpeados hasta la muerte.