Redacción.
La captura de un agente norteamericano infiltrado en los servicios secretos alemanes ha puesto en riesgo la buena relación entre ambos países y de relieve el desconocimiento que el presidente Obama tiene sobre las acciones de sus servicios de inteligencia.
Supone un nuevo escándalo de espionaje en menos de una semana; este aún de mayor calado que el de la semana pasada. La fiscalía alemana ha informado que se ha procedido al registro del despacho que ocupaba el presunto agente doble en el ministerio de Defensa.
La captura del supuesto agente doble supone un nuevo varapalo para la relación entre Estados Unidos y Alemania y de nuevo por el tema del espionaje. Recordemos que Estados Unidos es «reincidente»: en otoño de 2013 salía a la luz que la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) había estado espiando a la canciller alemana.
Angela Merkel tiene, por tanto, más presión cada vez para que tome medidas de represalia al respecto, aunque por el momento ni siquiera se ha pronunciado sobre la noticia. Sí lo ha hecho Thomas Oppermann, jefe del grupo parlamentario del Partido Socialdemócrata que gobierna en coalición con la canciller, que ha asegurado que se trata de un tema muy serio, y que «existen profundas diferencias con EE UU sobre la forma de equilibrar la necesaria seguridad y los derechos civiles» a lo que añadió que las actividades de espionaje se han convertido en una «verdadera carga» en la relación entre ambos países, y que recomienda al país aliado que «acaben con estas prácticas».
Merkel tiene que «mover ficha»
Ayer volvía a reunirse el comité parlamentario que investiga las escuchas de los servicios secretos estadounidenses, para analizar los nuevos indicios que ha recogido la fiscalía federal. Aún no se sabe si Angela Merkel ganará tiempo mientras espera los resultados de las investigaciones o tomará medidas radicales como algunos le exigen. Lo que está claro que por el momento permanece en una actitud pasiva, ya que ni siquiera aludió al tema en la conversación que mantuvo con Obama hace una semana para tratar la crisis de Ucrania.
Si bien es cierto que Obama ha dicho en alguna ocasión que no está a favor del espionaje indiscriminado, y que los agentes deben tener en cuenta las repercusiones políticas y diplomáticas que puede tener el espiar a una persona determinada, también es cierto que no está dispuesto a firmar con el país germano un acuerdo de «no agresión» en materia de espionaje (acuerdo que sí tiene con otros países).
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