El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, asegura que Rusia está planeado un nuevo ataque contra Járkov, después de que Moscú retirara sus fuerzas de la ciudad y la región a mediados del pasado mes de mayo. “Ahora el ejército ruso está tratando de reunir fuerzas para atacar Járkov de nuevo. Desocupamos esta región. Y quieren volver a hacerlo, y lo vemos”, ha advertido Zelenski en un discurso virtual en la inauguración del Foro de Política Global ISPI en Italia.
Zelenski ha hablado también sobre las condiciones provocadas por las fuerzas rusas que, según ha manifestado, han obligado a desplazarse a aproximadamente 12 millones de ucranianos, de los cuales casi 5 millones han tenido que huir del país. Rusia se retiró de Járkov a mediados de mayo después de semanas de intensos bombardeos.
Mientras, Alexander Drueke y Andy Huynh, los dos veteranos del Ejército estadounidense capturados en la guerra en Ucrania y retenidos por Rusia en algún lugar desconocido “responderán por sus crímenes”, según las propias palabras de Dmitri Peskkov, portavoz del Kremlin, y asegura que ambos combatientes “son mercenarios y han estado involucrados en actividades ilegales en territorio ucraniano con disparos y bombardeos a nuestro personal militar. No forman parte del ejército de Ucrania, por lo tanto, no están sujetos a la Convención de Ginebra”.
Desde Moscú también han afirmado haber capturado Toshkivka, una ciudad ucraniana en la orilla occidental del rio Síverski Donets y al sur de Severodonetsk, que se ha convertido en el principal campo de batalla en las últimas semanas. Ucrania ha reconocido el éxito de Rusia en Toshkivka y ha señalado que los rusos están tratando de afianzarse en la ciudad para ampliar el avance en la región oriental de Donbás. Kiev también ha confirmado la captura rusa de la ciudad de Metyolkine, en las afueras del este de Severodonetsk.
Las fuerzas rusas fueron derrotadas en un asalto a Kiev en marzo, pero desde entonces han tratado de hacerse con otros territorios en el este y consolidar su control en el sur. La guerra ha entrado en una fase de desgaste brutal en las últimas semanas, con las fuerzas rusas concentrando su abrumadora potencia de fuego de artillería en una zona del Donbás controlada por Ucrania, que Moscú reclama en nombre de los separatistas.
Por su parte, Moscú ha amenazado con tomar medidas contra Lituania, país miembro de la Unión Europea, por su prohibición al transporte de productos básicos a Kaliningrado, un puesto de avanzada ruso en el Mar Báltico rodeado por territorio de la Unión Europea. La prohibición lituana bloquea los envíos de carbón, metales, materiales de construcción y tecnología avanzada a la ciudad rusa.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia se ha referido a los diplomáticos lituanos y ha exigido que Vilna revierta este movimiento “abiertamente hostil” de inmediato, o Rusia “se reserva el derecho de tomar medidas para proteger sus intereses nacionales”, aunque Moscú no ha especificado tales medidas. Lituania ha señalado que se encuentran obligados a hacer cumplir la prohibición bajo las sanciones impuestas por la Unión Europea.
Se espera que los líderes de la organización, en una cumbre a finales de esta misma semana, den su bendición para que Ucrania se convierta en un candidato oficial para unirse a la Unión Europea, decisión que supondrá un triunfo para Kiev. Aunque Ucrania tardaría años en ingresar como miembro de la Unión Europea, el hecho de que el bloque se «adentrara» en una parte importante de la antigua Unión Soviética, supondría una de las mayores transformaciones económicas y sociales de Europa desde la Guerra Fría. Ucrania solicitó su ingreso solo cuatro días después de que el presidente ruso, Vladimir Putin, ordenara a sus tropas cruzar la frontera el pasado mes de febrero.
Aunque Putin alega que la «operación militar especial» tiene como objetivo desarmar a un vecino que Rusia ve como una amenaza y proteger a los hablantes de ruso allí, desde Kiev creen que el verdadero objetivo de Moscú es restaurar el control sobre Ucrania y borrar su identidad nacional.
El parlamento ucraniano ha aprobado varios proyectos de ley que prohibirían publicaciones de libros o la difusión pública de música de ciudadanos de la Rusia postsoviética, marcando lo que sería el paso más duro propuesto hasta ahora por Ucrania para imponer una ruptura cultural con Moscú. Dichas medidas, que requieren la firma de Zelenski para convertirse en ley, «están diseñadas para ayudar a los autores ucranianos a compartir contenido de calidad con la audiencia más amplia posible, que después de la invasión rusa no acepta ningún producto creativo ruso a nivel físico», según palabras del ministro de Cultura, Oleksandr Tkachenko.
Mientras, la preocupación internacional se ha centrado en tratar de restaurar las exportaciones de alimentos de Ucrania, ahora cerradas por un bloqueo ruso de facto. Ucrania es una de las principales fuentes mundiales de cereales y aceites alimentarios, lo que está generando el temor de una escasez y hambre a nivel mundial.
El jefe de política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, ha calificado el bloqueo de cereales como «un verdadero crimen de guerra» y señala que “es inconcebible que millones de toneladas de trigo permanecieran bloqueadas en Ucrania mientras en el resto del mundo la gente sufría hambre». Rusia culpa de la crisis alimentaria a las sanciones occidentales que frenan sus propias exportaciones.
La guerra también ha perturbado los mercados energéticos mundiales, incluidos los envíos rusos de petróleo y gas a Europa, que sigue siendo la principal fuente de energía del continente y la principal fuente de ingresos de Moscú. Igualmente, Moscú culpa a las sanciones de la Unión Europea por la disminución de los volúmenes de gas y dice que las sanciones le impiden restaurar el equipo de bombeo de las tuberías.
Según diplomáticos del bloque, varias naciones de la Unión Europea estarían presionando al resto de países miembros para comenzar a trabajar en un nuevo paquete de sanciones contra Rusia y su vecina Bielorrusia, y también para seguir proporcionando mayor apoyo militar a Kiev. Alrededor de un tercio de los 27 países de la Unión Europea, en su mayoría los estados nórdicos y del este, optan por otra trabajar en una séptima ronda de sanciones, mientras que Alemania y algunos otros estados prefieren centrarse ahora en aplicar las sanciones ya existentes y cerrar las lagunas en lugar de embarcarse en el complejo proceso de acordar nuevas medidas.
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