Redacción
Javier Reboredo, alumno de CISDE, presenta su análisis del Informe de Seguridad 2015.
Ya son tres los Informes Anuales de Seguridad Nacionales aprobados y publicados en España desde 2011. Esto significa un hito en la historia reciente de nuestro país al hacer partícipe a la sociedad española de la Estrategia de Seguridad Nacional. ¿Por qué de repente informar al conjunto de la población y que peculiaridades tiene este informe del año 2015?
El año 2015 marcó una ruptura trágica en la historia de Europa. Nuestro continente ha sido alcanzado por la guerra a través de una oleada de atentados, de los cuales algunos incluso tomaron forma de ataques de tipo militare. Simultáneamente Europa ha sido confrontada el año pasado a la más importante ola de inmigración desde 1945 con la llegada de 1,3 millones de refugiados.
Frente a estos choques y a los problemas que engendraron, el viejo continente se reveló insuficientemente preparado. Sin embargo, no fueron simples truenos en un cielo sereno. Si los ataques terroristas no cesaron desde 2001, tomaron una nueva dimensión con el apogeo del Estado islámico, al cruce del caos creado por la intervención Norteamericana en Irak y la onda de choque de las primaveras árabes.
Sin embargo los riesgos que pesan sobre la Seguridad Nacional no se reduce al terrorismo islámico.
El despertar de imperios se tradujo por la renovación de sus ambiciones de poder, que sean China, Rusia, Irán o Turquía; aunque bien es cierto que existen diferencias significativas entre sus sistemas políticos.
En un mismo tiempo, las tecnologías numéricas revolucionaron el armamento y abrieron nuevos espacios de confrontación. La amenaza cibernética crece, por su lado, más rápido que los dispositivos que tendrían que contrarrestarla, entre otras cosas por los progresos de la criptología. Dichas amenazas emanan tanto de distintos Estados, encabezados por China y Rusia, que de ciertas empresas o grupos criminales, enfocados indistintamente hacia los órganos de defensa y de seguridad como hacia las infraestructuras esenciales o los intereses económicos.
Los riesgos estratégicos han cambiado entonces de naturaleza y de intensidad. La guerra está de vuelta y se sale del marco que se le había impuesto en tiempos de la Guerra Fría. La fuerza armada ya no es un monopolio de los Estados y se despliega utilizando todos los canales de la mundialización, del capitalismo universal y de la revolución numérica. Se emancipa de las limitaciones geográficas, la guerra se transforma volviéndose asimétrica, hibrida, implicando cada día más la sociedad civil, borrando las fronteras entre amenazas interiores y exteriores.
Y éstas transformaciones no tienen nada de efímero. El desencadenamiento de pasiones nacionalistas y el fanatismo religioso sobre las ruinas de las ideologías del siglo XX es duradero. El regreso en fuerza de políticas de potencia parece estar de vuelta para perdurar en el tiempo, acompañándose del renacimiento del culto a los hombres fuertes y de formas políticas alternativas y hostiles a la democracia. Los desordenes de un mundo que se volvió multipolar ya no están refrenados por la acción de una superpotencia. El yihadismo, alimentado por el enfrentamiento entre sunitas y chiitas en el seno del islam va a perdurar y continuara evolucionando, al imagen del Estado Islámico sustituyéndose a Al Qaeda.
Tampoco se puede obviar los riesgos ligados al cambio climático y a emergencias de índole naturales, a la inestabilidad de los mercados financieros o a la seguridad energética, todos ellos detallados en el Informe de Seguridad 2015. Pero en lo que me gustaría incidir trata más sobre el cambio de rumbo, de visión y de política sobre la Seguridad Nacional, en el cual está incluido dicho Informe, más que hacer un simple resumen de él. Cambio que se hizo patente desde la primera publicación de este esos documentos en el 2011.
La Seguridad ya no es el monopolio ni de los dirigentes políticos, ni de los militares ni de los expertos o los especialistas. Se volvió un bien común de los ciudadanos.
Esa comprensión de los retos más apremiantes de la Seguridad es pues una pieza clave y por ello la publicación de Informes de Seguridad Anuales está presidida por una lógica participativa en la que todos contribuimos a la política de Seguridad Nacional.
Tres años es un tiempo relativamente corto para vislumbrar aun toda la magnitud de los beneficios que pudo y puede aportar esta nueva política, sin embargo podemos analizar las carencias que habían antes de aplicarse.
• Ausencia de una doctrina de Seguridad que cubriese todos los ámbitos así como la imposibilidad de referirse a objetivos políticos claros y jerarquizados.
• Déficit de reflexión estratégica sobre la finalidad de las acciones emprendidas y de definición clara de las prioridades.
• Fragmentación orgánica y decisoria de las distintas administraciones y operadores, con el añadido de un reparto de las responsabilidades poco claro y una ausencia de organismos encargados de estudios prospectivos.
• Una marcada preferencia hacia las estrategias llamadas «directas» y la dificultad para imaginar y conducir estrategias «indirectas».
• La exclusividad de la gestión de situaciones de urgencias de único Ministerio, y un gran déficit para la planificación.
• Una evaluación insuficiente de las políticas públicas, particularmente en materia de ayudas al desarrollo.
Los ciudadanos deben volver a apropiarse sus responsabilidades con respecto a la Seguridad Nacional.
No existe de hecho ninguna democracia sostenible sin paz civil y sin capacidad para garantizar, en toda circunstancia, la soberanía y la continuidad de la vida nacional. Que se trate de fases de prevención de crisis, de fases de gestión de crisis o de fases de estabilización (post-crisis), gracias a una política correcta como la establecida con el Sistema de Seguridad Nacional, y sus consiguientes publicaciones de los Informes de Seguridad anuales informando e implicando a los ciudadanos, las instituciones se deben de federar y coordinar acciones que traten de la Seguridad Interior y de la Seguridad Exterior como lo exige hoy en día, por ejemplo, la lucha contra el terrorismo islámico. Esta última nos demostró cómo el yihadismo se burla de las fronteras entre la seguridad exterior e interior y nos impone integrar en el campo de la Seguridad temáticas tan diversas como la justicia, la educación, la inserción al mercado de trabajo, la ayuda al desarrollo, etc. así como devolver a la ciudadanía un protagonismo y renovar su interese hacia la Seguridad Nacional.
«Y si el simple pastor, el mismo que vela sobre su rebaño bajo las estrellas, llegase a tomar conciencia del rol que desempeña, se descubriría a si mismo siendo más que un pastor. Es un centinela. Y cada centinela es responsable de todo el imperio».
Antoine de Saint-Exupéry. («Un sens à la vie», éditions Gallimard, 1956)
Javier REBOREDO PROL
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