Redacción/ Barcelona.
Un ejercicio global de grandes magnitudes realizado durante la mañana del 21 de noviembre ha permitido coordinar todos los efectivos y evaluar su capacidad de respuesta.
Una gran ciudad en una hora punta, un centro comercial junto al mar donde la gente pasea placidamente mientras otros hacen sus compras. Un hombre aparentemente normal entra con una maleta en Maremàgnum, un complejo de ocio junto al puerto de Barcelona. La abandona sospechosamente en un lugar alejado de las cámaras y tras alejarse una potente explosión sacude el lugar. Las personas huyen despavoridas mientras otras quedan atrapadas en medio de una humareda irritante.
Las alarmas saltan y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado se ponen en marcha. Al parecer se trata de un atentado terrorista con afectación química y biológica que ha dejado a dos personas gravemente heridas. Unos metros más lejos un extremista es detenido antes de activar un cinturón con explosivos que los Tédax consiguen neutralizar.
Alrededor del suceso algunos curioAlrededor del suceso algunos curiosos empiezan a respirar aliviados. Se trata de un simulacro de atentado que ha tenido lugar en Barcelona y que ha servido para poner a prueba a los efectivos de los Mossos d’Esquadra, Bomberos, equipo de Tédax, Policía Nacional, Guardia Civil, Seguridad Privada y el servicio de emergencias médicas (SEM) que ha desplegado un hospital móvil en el mismo recinto para poder atender a los heridos.
Bernat Baró, jefe de seguridad operativa del Port de Barcelona, sabe que estos ejercicios son necesarios y que anualmente se realiza uno a nivel global para evaluar las capacidades de respuesta ante diferentes eventualidades.
Al finalizar el simulacro más de un centenar de efectivos se han retirado de la zona con el convencimiento de que todo se ha coordinado y ha funcionado según lo previsto.
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