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Campaña nuclear norcoreana contra campaña electoral norteamericana

Álvaro Vicente Palazón / Madrid

“Es muy probable que Corea del Norte realice un nuevo ensayo nuclear cuando estén más avanzadas las elecciones norteamericanas con el fin de obligar a los dos candidatos a pronunciarse», advirtió ayer Vicente Garrido, director del Instituto de Cuestiones Internacionales y Política Exterior (INCIPE), en los cursos de verano de la Universidad Complutense. “Lo ha hecho otras veces para forzar a Estados Unidos a sentarse a la mesa y conversar”.

La inquietud que inspira el programa nuclear norcoreano no se ha visto disipada después del fracasado intento del régimen comunista por poner en órbita un satélite espacial el pasado mes de marzo, plan que la comunidad internacional interpretó como una amenaza militar. El artefacto se precipitó sobre el océano pocos segundos después del despegue pero el fallo no logró aliviar las tensiones.

Además, para Garrido, Corea del Norte se ha convertido en un estado «especialista en el chantaje; ha conseguido mucho sin ofrecer nada». «Corea del Norte ha logrado que Estados Unidos reconozca el régimen; que active las cuentas del país en Macao que habían sido congeladas o incluso que envíe cargamentos de petróleo por valor de 2.000 millones de dólares». A cambio, el país asiático ha paralizado momentáneamente su actividad nuclear.

Las presiones contra el régimen se justifican por la violación del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), que Corea del Norte firmó en 1992. En 2003, el país anunció su retirada inmediata del programa del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) pero “no se pueden abandonar tratados después de haberlos roto”, recordó Garrido.

El caso iraní
La preocupación no es mucho menor en cuanto a Irán, que ha demostrado una inesperada resistencia a las presiones de una comunidad internacional que empieza a agotar sus últimos cartuchos. Según el director de INCIPE, es muy difícil que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas apruebe nuevas sanciones, lo que hasta el momento solo podía justificarse por la negativa de las autoridades iraníes a proporcionar información a la OIEA.

La comunidad internacional estaría ensayando nuevas fórmulas como la paralización de las sanciones a cambio de que Irán detenga su programa nuclear. El riesgo, según Garrido, es que Ahmadineyad adopte la misma estrategia “de chantaje” que Corea del Norte.

En su rechazo a las presiones, Irán sigue acogiéndose al artículo cuarto del TNP, que contempla el derecho de los países signatarios “a desarrollar la investigación, la producción y la utilización de la energía nuclear con fines pacíficos”. En el caso de Irán, segundo productor mundial de gas y petróleo, el desarrollo nuclear parece injustificado por los abundantes recursos de los que dispone el país. “Las autoridades defienden que el petróleo y el gas les permite ingresar divisas a través de su comercialización y que el desarrollo nuclear es el que proporciona energía”, expuso. Sin embargo, el enriquecimiento de uranio en el país, en torno al 97%, sobrepasa el límite fijado por la OIEA para fines pacíficos.

El riesgo sirio
El estado de guerra en que se encuentra Siria ha encendido las alarmas acerca de la posibilidad de que el país pueda convertirse en una amenaza nuclear. “Siria no tiene la capacidad ni los medios necesarios para enriquecer uranio”, aclaró ayer Garrido, “aunque sí posee unos conocimientos muy rudimentarios que podrían permitirle un desarrollo nuclear”.

La consideración de Siria como estado nuclear se debe a la localización de unas instalaciones subterráneas de las que sospechaba que podrían albergar un reactor de enriquecimiento de uranio. Aunque la aviación israelí bombardeó las instalaciones en septiembre de 2007, Siria sigue siendo considerada un país con capacidad nuclear.