Redacción/ Sevilla.
Su Alteza real, el Príncipe de Asturias presidió ayer la ceremonia en honor del sargento David Fernández Ureña, fallecido el pasado viernes 11 en Afganistán, mientras desactivaba un artefacto explosivo, cuando realizaba labores de reconocimiento en la ruta Opal.
El acto, tuvo lugar en el patio de armas del acuartelamiento «Sangenís» de Zaragoza, sede del Regimiento de Pontoneros y Especialidades de Ingenieros (RPEI) nº 12, al que pertenecía el sargento David Fernández. Ademásd de Don Felipe la ceremonia contó con la presencia del ministro de Defensa, Pedro Morenés, y la presidenta del Gobierno de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, así como por el JEMAD, almirante general Fernando García Sánchez, y el JEME, general de ejército Jaime Domínguez Buj, entre otras autoridades civiles y militares.
Una ven en el acuartelamiento «Sangenís» acuartelamiento, el Príncipe de Asturias trasladó su pésame a los familiares del sargento fallecido y, a continuación, sus compañeros llevaron a hombros el féretro, cubierto con la Bandera Nacional, para depositarlo sobre el túmulo situado ante el altar. Una vez finalizó la ceremonia, el Príncipe de Asturias impuso sobre el féretro la Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo, que le ha sido concedida al sargento a título póstumo.
Los restos mortales del sargento Fernández, llegaron de Afganistán en la tarde del sábado a bordo de un avión T.22 del Ejército del Aire, que partió de la Base de Herat.
El cuerpo sin vida fue acompañado en su regreso a España por un oficial, un suboficial y un soldado, todos ellos miembros de su equipo, junto al general de Brigada Francisco Rosaleny Pardo de Santayana, adjunto al Comandante del Mando de Operaciones, que se ha desplazado a Afganistán para la repatriación.
Un hijo de españa y un soldado valiente
La ceremonia fue oficiada por el arzobispo castrense, monseñor Juan del Río, quien se refirió a David Fernández como «un hijo de España y un soldado valiente«, palabras especialmente dirigidas a la madre del militar.
Durante la homilía, añadió: «David, un hombre de buen corazón y entregado a su pasión militar, murió para que otros tuviéramos seguridad, libertad y estabilidad«. También quiso recordar que «la valentía, la profesionalidad y la entrega» son virtudes que caracterizan a quienes componen las Fuerzas Armadas, puesto que los militares son educados para asumir el sacrificio de su propia vida en favor de otros, «como David lo hizo en un lugar tan lejano como Afganistán«.
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