Por G.B. D. Agustín Alcázar Segura (R).
Coronel Jefe del RIMZ Asturias nº 31 (Dic 1996-Dic 1998).
Tras los seis años de lucha de la Guerra de la Independencia, España ya no era la misma que la había iniciado. La invasión francesa trajo nuevos aires políticos, económicos, sociales, militares…, que para entonces hacían imposible reiniciar la historia con un simple «decíamos ayer».
La confrontación entre lo «viejo» y lo «nuevo» se puso pronto de manifiesto y dio lugar a una situación de conflicto semipermanente en la que las Fuerzas Armadas se vieron involucradas casi de manera continua.
Si bien durante el siglo XIX nuestros Ejércitos se batieron en escenarios tan variados como Hispanoamérica, Cochinchina, Marruecos, Méjico, el Pacífico, la isla de Santo Domingo, Cuba o Filipinas, una gran parte de las actuaciones militares tuvieron como campo de batalla el propio territorio nacional, donde, además de la citada Guerra de la Independencia, las Guerras Carlistas, los «pronunciamientos» y los conflictos sociales conformaron el panorama político y social español.
En este contexto es en el que, a finales de junio de 1866, se produjeron los acontecimientos del cuartel de San Gil, cuyos antecedentes inmediatos se pueden resumir en los siguientes: en el ámbito militar, graves problemas en el seno de los artilleros, cuya oficialidad se dividía en «facultativos» y «prácticos», con limitadas expectativas de ascenso para estos últimos, así como malestar general entre las clases y soldados de todas las armas por los bajos sueldos, congelación de ascensos y el sistema de «quintas». En el ámbito político, agitación de estos problemas por parte de los partidos enfrentados, a fin de disponer de una masa social y de fuerza que, por sí mismos no poseían.
Estas circunstancias fueron aprovechadas por el General Prim, entonces líder del Partido Progresista, para intentar uno más de los muchos «pronunciamientos» que a lo largo de la centuria se produjeron. Principales actores del mismo fueron los Regimientos de Artillería ubicados en el cuartel de San Gil, entonces situado en la madrileña plaza de España, que se amotinaron en la madrugada del día 22 de junio de 1866, ocupando las plazas de San Marcial, Santo Domingo, la Puerta del Sol y la plaza de Oriente, donde trataron de asaltar el Palacio Real. Limitado su avance por tropas leales, entre las que se encontraba el Regimiento Asturias, fueron obligados a replegarse sobre su acuartelamiento donde se hicieron fuertes más de 800 hombres.
El General O´Donnell, que mandaba las fuerzas leales, ordenó asaltar el cuartel por sus cuatro fachadas. Conscientes los sublevados de la gravedad de los hechos que habían protagonizado, se defendieron con valor suicida. La lucha se prolongó hasta primeras horas de la tarde y hubo que desalojarlos piso por piso y reducto por reducto. De la dureza de los combates dan fe los 58 muertos y 285 heridos de las fuerzas gubernamentales, de los que tres oficiales y 83 de tropa (todos heridos) pertenecían al Regimiento Asturias; los sublevados, por su parte, hubieron de lamentar 200 muertos y heridos y más de 500 prisioneros.
Por su brillante comportamiento, el Regimiento obtuvo para su bandera la corbata de la Real y Militar Orden de San Fernando, asimismo se concedió una cruz pensionada de 10 a 30 reales (en función de la gravedad de sus lesiones) a todos los cabos y soldados heridos, y se felicitó a cuantos combatientes se destacaron en la batalla.
Junto a esta condecoración que podríamos considerar la más distinguida de las que el Regimiento posee, citaremos otras muchas que enaltecen el brillante palmarés alcanzado en sus 350 años de existencia:
- Escudo de Honor, concedido por los combates en defensa de El Ferrol, en 1880.
- Cruz de Distinción del Norte a todos los miembros del Asturias que se fugaron de Dinamarca en 1809, integrantes de la División del Marqués de la Romana.
- Cruz de San Marcial por los méritos contraídos en la batalla del mismo nombre, en 1814.
- Cruz de Distinción de Tolosa, Cruz de Pamplona, Cruz de Vitoria y Cruz del 6° Ejército, en 1815.
- Escudos de Distinción al 1° Batallón por la toma del fuerte de Monteblanco (Méjico), en 1816, y por los combates de Tepeaca y la defensa de Veracruz, en 1821.
- Escudo de Distinción de Sevilla, por las operaciones del levantamiento del sitio de dicha ciudad, en 1843.
De nuevo fue propuesto el 1º Batallón expedicionario para la corbata de la Real y Militar Orden de San Fernando, por la acción de la Altura de la Colmena (Cuba), donde batió a 6.000 insurrectos y dominó el campo.
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