Carlos González de Escalada Álvarez.
El Desembarco de Alhucemas es comúnmente considerado como una de las operaciones de mayor éxito de la historia contemporánea del Ejército Español. La operación se inició el 8 de septiembre de 1925 en las costas del Protectorado Español en el norte de África, hoy Marruecos.
Se trató de la primera operación anfibia de la historia militar moderna que inspiró incluso al General Dwight Eisenhower, Comandante Supremo de las Fuerzas Aliadas que desembarcaron el 4 de junio de 1944 en las costas de Normandía, en la que es hasta la fecha, la mayor operación anfibia de la historia.
Antecedentes
Las autoridades españolas planificaron el Desembarco de Alhucemas como reacción al Desastre de Annual, acaecido dos años antes y que supuso cuantiosísimas pérdidas de las fuerzas expedicionarios españolas a manos del líder del Rif, Abd-el-Krim. Los centenares de muertos de Annual supusieron una grave conmoción, amén de una gran humillación para nuestras fuerzas militares teóricamente muy superiores desde el punto de vista táctico, técnico y de dotación de material.
Todo ello unido a la decisión de Abd-el-Krim de atacar el protectorado francés, propició la planificación de una respuesta contundente que fuera más allá de contener las acciones de hostigamiento del líder moro.
El desembarco
El desembarco se produjo el 8 de septiembre de 1925 y en él participaron fundamentalmente unidades del Ejército, la Armada Española, la Marina de Guerra francesa y en menor medida una pequeña fuerza de soldados franceses.
La operación consistió en el desembarco de 13.000 soldados españoles, que fueron transportados por sorpresa desde Ceuta y Melilla, por la flota combinada hispano-gala. El jefe de la operación, entonces Director Militar, fue general Miguel Primo de Rivera, que tuvo como jefe ejecutivo de la fuerza de desembarco al general José Sanjurjo. Otros mandos subalternos participantes fueron los generales de brigada Leopoldo Saron Marín y Emilio Fernández Pérez, así como el (entonces) coronel Francisco Franco Bahamonde, al frente de una bandera de la legión (el mérito en esta operación le valió ser ascendido a general de brigada).
A lo largo del 8 de septiembre llegaron 24 embarcaciones de desembarco, barcazas tipo K, a las playas de Ixdain y La Cebadilla, pertenecientes a la cabila de Bokoia. Se da la circunstancia, de que estos recursos fueron suministrados por la Real Armada Británica con base en el puerto de Gibraltar.
La resistencia rifeña
La resistencia de las tropas rifeñas estaba constituida fundamentalmente por un variado número de ametralladores y 14 piezas de artillería de 70mm y 75 milímetros. Los cañones habían sido capturados con anterioridad a los españoles, en el desastre de Annual y eran operadas por mercenarios extranjeros.
Antes del desembarco, la escuadra naval y la aviación española comienzan un bombardeo para ablandar las defensas del enemigo. La primera oleada se produce a las 11:30, pero inmediatamente surgen dificultades: el terreno era rocoso en Ixdain y la playa de la Cebadilla está minada. Se encuentran unas 40 minas enterradas en la arena que sería preciso detonar con posterioridad.
La segunda oleada se desencadena a las 13:00, que logró tomar rápidamente las cotas próximas a la playa. En estas dos primeras se abrió una cabeza de puente con un contingente de unos 9.000 hombres.
Al caer la tarde, se incrementó el hostigamiento artillero de los rifeños, lo que causó numerosas bajas y desperfectos en los buques acorazados Alfonso XIII y Jaime I. Los españoles respondieron eficazmente con bombardeos aéreos, lo que permitió desembarcar otros 4.000 hombres hasta un total de 13.000.
Además, por primera vez en la historia desembarcaron carros de combate, modelos rudimentarios y ligeros; precursores de los que se usarían después en la 2ª Guerra Mundial. Concretamente tomaron tierra 11 carros Renault FT-17 y 6 Schneider CA1. Su efectividad en combate fue limitada, pero la impresión psicológica sobre los rifeños fue considerable, al ser la primera vez que veían estos artefactos.
Los españoles consolidaron estas posiciones en las dos semanas siguientes, hasta que el día 23 de septiembre se dio orden de pasar al ataque, lo que permitió tomar todas las zonas de altura y promontorios alrededor de la bahía de Alhucemas el día 26.
Tras unos días de mal tiempo, la posición quedó definitivamente consolidada el 13 de octubre, en lo que sería el principio de la pacificación definitiva del protectorado de Marruecos.
Las Fuerzas Terrestres
Las fuerzas terrestres se dividieron en dos escalones: la Agrupación Oriental (I escalón) y la Agrupación Occidental (II escalón). Como se ha dicho, el Ejército contaba con unos 13.000 hombres. Utilizando a la Legión y las fuerzas de Regulares, como punta de lanza, las unidades encuadradas en ambas agrupaciones fueron:
- Agrupación oriental (I Escalón): 2 banderas del Tercio de la Legión, 7 tabores de Regulares, Batallones de África 3 y 8; 1 batería de obuses de 105 mm y 2 de 75 mm; una unidad de ingenieros, otra de intendencia y una tercera de Sanidad. Mandos: general Leopoldo Saro Marín, teniente coronel Miguel Campins, coroneles Francisco Franco Bahamonde y Emilio Esteban Infantes.
- Agrupación occidental (II Escalón): 1 bandera del Tercio, 2 tabores de Regulares, 1 harka de Fuerzas Indígenas, fuerzas de la Mehal’la Indígena; 1 Batallón Expedicionario de Infantería de Marina; 1 batería de obuses de 105 mm y 2 de 75; una unidad de ingenieros, otra de intendencia y una tercera de sanidad. Mandos: general Emilio Fernández Pérez, coroneles Manuel Goded Llopis y Adolfo Vara de Rey.
Conclusión
He elegido este episodio histórico porque refleja a la perfección que una operación militar, por compleja que sea, si se planifica de manera solvente, y se la dota de los recursos necesarios puede culminarse con éxito.
El Ejército Español, a pesar de la derrota sufrida en Anual, y las dificultades de todo orden: logísticas, de adiestramiento, terreno, resistencia enemiga hizo lo propio en Alhucemas. Para añadir complejidad, esta operación era tanto conjunta como combinada, cuanto que participaron fuerzas francesas y, en menor medida, británicas. A pesar de ello, el Ejército cumplió con sus objetivos en el mayor desembarco militar hasta la fecha y culminarlo satisfactoriamente.
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