Por Francisco Jiménez.
Que el Partido de Dios (Hizbu-Allad) tiene un territorio, un gobierno y un ejército propio, dentro de los límites de Líbano es algo que no es noticia, pero si lo dice Samir Geagea, presidente de las Fuerzas Libanesas en la publicación saudí Al Watan (30-10-2012), sí lo es. Con referencia a Hezbolá dijo: «es un Estado en el centro del Estado porque controla zonas geográficas del país en las que el propio ejército libanés no puede entrar.»
Hezbolá saltó a la escena internacional tras el atentado de 23 de octubre de 1983 que costó la vida a 241 infantes de marina de los Estados Unidos y a 58 paracaidistas franceses en Beirut. Políticamente ha ido adquiriendo popularidad y escaños desde 1996. Hoy controla el sur y el este del país de forma clara. Fue el único grupo que no se desarmó tras la guerra civil.
Samir Geagea es una de las figuras más destacadas de las Fuerzas del 14 de marzo, movimiento político (Fuerzas Libanesas, Kataeb y PNL) que no dudó en acusar a Damasco y a Hezbolá de ser los responsables de la muerte (19-10-2012) del general Wissan Al Hassan, jefe de la sección de inteligencia de las Fuerzas Internas de Seguridad. Este oficial de inteligencia podría tener muchos enemigos: Siria por ser celoso de la independencia de su país; Siria y Hezbolá por su voluntad investigadora para esclarecer el magnicidio de Hariri que implica directamente a militantes del Partido de Dios; Israel por el desmantelamiento de un vasta red de espionaje que trabajaba a su favor; tampoco es santo de la devoción de la Corriente Patriótica Libre liderada por el histórico Michel Aoun que pidió su dimisión.
Todo ello indica que la situación en el Líbano vuelve a ser delicada, y posiblemente la mejor solución es que se mantenga el actual equilibrio con un gobierno que es casi un parlamento, presidido por el moderado Nayib Miqati, que actuó con firmeza, empleando al ejército, ante los disturbios ocurridos tras el asesinato de Wissan al Hassan, causa de los enfrentamientos entre sunitas y chiitas. Sin duda, con el apoyo de las potencias occidentales más comprometidas en el país como son Estados Unidos y Francia.
Samir Geagea, como unos de los principales líderes de la oposición, pretende desgastar al gobierno. Previsiblemente la caída del actual gobierno puede beneficiar a la oposición desde el punto de vista de la lógica política local, pero también puede caer en un periodo de estabilidad y que se sucedan los enfrentamientos entre chiitas y sunitas como un reflejo de la situación siria, lo que no interesa a nadie, incluso a los cristianos libaneses, como ocurre con los cristiano sirios.
Mientras tanto el Aid al Adha, la Fiesta del Borrego terminó en Siria de la misma forma que comenzó: con violencia. La revolución en Siria es cada vez más un todo contra todos. La oposición no solo está enfrentada políticamente, «en cuya unidad ya no tiene esperanzas ni la calle ni la comunidad internacional», como señala Tareq al Abd en la publicación libanesa Al Safir, sino que lo está militarmente, pese a los esfuerzos de algunos por buscar una unidad de mando. No es de extrañar que el optimista Al Ibrahimi, representante de Naciones Unidas y de la Liga Árabe reconozca que la situación en Siria «va de mal en peor», como publicó el día 30 Al Arab.
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