Por Enrique Embajador Pandora.
Durante el reinado de Carlos IV la situación permanece igual que en el anterior, banderas «coronelas» blancas con escudo de Armas Reales y escudos particulares en los cantones del paño, y las banderas «sencillas» también con el paño blanco y el aspa de Borgoña en su centro con los mismos escudos particulares que la «coronela» en sus cantones.
Si bien durante el reinado de Fernando VII la continuidad de lo establecido fue la norma, durante la Guerra de la Independencia proliferaron cantidad de diseños de banderas sin ajustarse a normativa o reglamento alguno.
Por lo que respecta a las tropas españolas al servicio del rey José I, portaron banderas con el paño blanco, al igual que los Borbones, con el escudo de armas reales modificado: incorporando el número de la unidad en el interior de una estrella de color rojo de ocho puntas situadas en sus cantones, los de Línea, mientras que los batallones de Infantería Ligera lo hacían en el interior de una trompa de cazadores.
Después de la guerra todo volvió a sus cauces retomándose la aplicación de los reglamentos establecidos en cuanto a banderas se refiere, continuaron usándose coronelas de diferentes colores con el escudo de armas reales y los correspondientes particulares y banderas «sencillas» con el aspa de Borgoña y los escudos particulares de su «coronela».
Durante este reinado se produjo la primera extensión de la bandera «bicolor» a unidades de Infantería y Caballería, hecho que acaecería en 1820 con ocasión de crearse la Milicia Nacional, disponiéndose que llevaría banderas cuadradas con tres franjas de igual tamaño, roja, amarilla y roja, dispuestas de forma horizontal en las de Infantería y verticales en las de Caballería[1].
La subida al trono de Isabel II, en el año 1833, no supuso cambio alguno inicial en cuanto a las costumbres vexilológicas se refiere, continuándose utilizando como insignia y símbolo de cada Cuerpo, las distintas banderas al uso. No obstante, el Real Decreto del Gobierno Provisional de 13 de Octubre de 1843, sustituyó la bandera dinástica traída por Felipe V mediante la universalización de la bandera «bicolor» mediante su extensión a todas las unidades del Ejército, al disponerse, en el Art 1° de dicho Real Decreto que Las banderas y estandartes de todos los cuerpos e institutos que componen el Ejército, la Armada y la Milicia Nacional serán iguales en colores a la bandera de guerra española[2] y colocados en el mismo orden que lo están en ella.
A partir de este momento podemos decir que el uso de las banderas coronelas desapareció de las unidades de nuestras Fuerzas Armadas. Esta situación se mantuvo hasta la década de los setenta del pasado siglo, en la que las unidades tipo Regimiento y Batallón, de notoria antigüedad, pugnaron por recuperar sus signos de identidad, volviendo a recuperar las antiguas enseñas coronelas y batallonas que, en un lugar subordinado a la bandera nacional han ido sustituyendo a los más modernos guiones de dichas unidades.
[1] Reglamento Provisional de la Milicia Nacional de 1820.
[2] No se conoce disposición alguna que establezca la bandera bicolor como «bandera de guerra española», por lo que es posible que se trate de una mala redacción debiendo interpretarse esta como «la bandera de la Marina de guerra española».
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