Las Fuerzas Armadas se encuentran inmersas en un proceso de renovación y adaptación permanente a la realidad que nos rodea. La irrupción del COVID-19 en nuestra paz cotidiana ha puesto de manifiesto la necesidad que tiene toda organización a la hora de mantener unos elevados estándares de eficacia para hacer frente a los retos y las amenazas que nos plantea un mundo que evoluciona vertiginosamente.
El más reciente de estos desafíos ha sido la crisis sanitaria global y con ella las graves consecuencias sociales y económicas ligadas a la pandemia, pero a pesar de que en estos momentos acapara gran parte de protagonismo internacional el resto de peligros no esperarán a que recuperemos el aliento para un nuevo embate. De ahí que una organización como las FAS, que tiene el deber defender a todos los españoles, se sienta especialmente orientada y motivada para impulsar permanentemente dicho proceso de transformación.
La promulgación de una nueva Directiva de Política de Defensa, que a su vez desarrolla la Directiva de Defensa Nacional, y la aprobación de una nueva estructura organizativa en el marco del Estado Mayor de la Defensa (EMAD), los Ejércitos y la Armada marcaron el inicio de un nuevo ciclo de planeamiento en aras de homogeneizar medios y materiales, así como a la hora de dotar a nuestras FAS de un grado de dinamismo y eficacia a la altura de los estándares internacionales.
El nuevo modelo de organización del EMAD, los Ejércitos y la Armada está centrado en el conocimiento, las infinitas posibilidades que ofrecen las tecnologías digitales y, sobre todo, en el personal, con especial énfasis en su motivación, preparación y equipamiento óptimo. Cabe destacar que esta reestructuración en el seno del EMAD, ha reforzado el Estado Mayor Conjunto, las organizaciones operativas y la capacidad de las FAS para actuar en el ámbito ciberespacial.
En un escenario como el que estamos viviendo cobra singular importancia el apoyo y la colaboración con las autoridades civiles en materia de gestión de crisis y emergencias, un aspecto en el que las FAS tal y como han venido demostrando a lo largo de estos años, continúan estando a la vanguardia y a plena disposición para ayudar allá dónde se les ha necesitado. Un propósito que se ha materializado de muy diversas formas en lo que llevamos de crisis sanitaria siempre a disposición de todas las comunidades autónomas.
El presente y el futuro de la Defensa lleva aparejadas una serie de exigencias, entre ellas las de: abordar nuevos dominios del espacio ultraterrestre y del ciberespacio; retos como las pandemias; la creciente proliferación de la desinformación; o el cambio climático. Asimismo se espera que la nueva organización permita adaptarse de manera versátil y rápida a los cambios que se puedan producir, apostando por unas FAS modernas y especial énfasis en la preparación.
Programas como los de la fragata F-110, el vehículo de combate sobre ruedas 8×8 Dragón y la renovación de los aviones para la enseñanza básica de los pilotos del Ejército del Aire, constituyen algunas de las prioridades en materia de modernización de sistemas de armas, de ahí la necesidad de asegurar una financiación suficiente y estable, adecuada a dichas inversiones, que permitan adicionalmente mantener el apoyo a la industria de defensa.
En materia de infraestructuras las FAS continúan inmersas en un proyecto de transformación de bases y acuartelamientos en instalaciones militares adaptadas a las necesidades y estándares actuales. La construcción de centros de educación infantil que faciliten la conciliación familiar de los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas; y la mejora en la disponibilidad de tecnologías, sistemas de información y accesos a internet e intranet, constituyen algunas de las prioridades que se están abordando.
La revolución tecnológica es otro de los apartados fundamentales en el que se están volcando importantes esfuerzos. Se trata de un entorno que lleva aparejado un desafío adicional en lo que respecta a la gestión del factor no tecnológico: las personas y su talento. Se ha apostado por potenciar al máximo el talento y la vocación de servicio y por avanzar en la igualdad efectiva entre mujeres y hombres en su acceso y desarrollo profesional.
Por todo lo anterior, se ha primado el alcanzar una permanente actualización de conocimientos; mejorar la asistencia al personal para garantizar que civiles y militares puedan conciliar su vida familiar y profesional y desarrollen sus funciones en óptimas condiciones; y consolidar la Sanidad Militar, especialmente la operativa.
Tratamos con un concepto novedoso o con nuevas connotaciones, la “seguridad humana”, que entronca directamente con la idea de que la satisfacción de necesidades y expectativas básicas de las personas es un instrumento fundamental a la hora de prevenir conflictos. Este concepto incluye el rol «imprescindible» de la mujer en la solución negociada de conflictos y el respeto/aproximación a la diversidad local (especialmente en el marco de las operaciones).
Estos son algunos de los pilares sobre los que espera construirse una defensa más sólida, moderna y creíble, base de la disuasión, planteando interesantes innovaciones para robustecer la Fuerza, sobre todo la Conjunta, y potenciar la proyección internacional. Garantizando la seguridad de España y sus ciudadanos mediante un modelo de actuación exterior centrado en la contribución a las organizaciones de seguridad y defensa a las que pertenece nuestro país, al tiempo que se avanzará en lograr mayor grado de autosuficiencia estratégica y resiliencia nacional.
El papel de la cultura y la concienciación de defensa ganan protagonismo en aras de mejorar el conocimiento e identificación de los ciudadanos con sus FAS. Además se aboga por un multilateralismo eficaz en el exterior, con Naciones Unidas como principal referencia de legitimidad, manteniendo el compromiso con la OTAN y la UE; y contribuyendo a la estabilidad y el progreso en el Mediterráneo, norte de África y Sahel.
Todo lo anterior redundará en una nueva manera de entender al guerrero del siglo XXI, aunando tradición y vanguardia, perfeccionando los procesos de selección, formación y promoción, con unos cuadros de mando seleccionados y formados de manera continua para ser auténticos líderes. Los soldados del futuro ya existen hoy, preparados física, técnica y moralmente para desarrollar sus cometidos en condiciones y circunstancias extremas.
La capacidad de adaptación resultará fundamental a la hora de hacer frente a los distintos aspectos del conflicto moderno, cada vez de forma más inmediata. Se trata de un soldado polivalente, con amplios conocimientos tácticos y técnicos que le permiten emplear materiales y sistemas altamente sofisticados; con un conocimiento cada vez mayor del entorno cultural de las respectivas Zonas de Operaciones; y preparado, con independencia de su especialidad fundamental de origen, para actuar en acciones comunes propias de operaciones de estabilización y contrainsurgencia, entre otras.
Tal y como define el propia ET, la preparación de estos guerreros se realizará mediante una especialización sucesiva en distintas facetas a lo largo de su trayectoria, siendo la versatilidad un factor esencial y bajo un liderazgo basado en la iniciativa, la creatividad y el análisis constante de situaciones complejas, lo que exige una permanente actualización de conocimiento y habilidades.
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