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Las guerras de ayer. La importancia de entender lo...

Las guerras de ayer. La importancia de entender los ciclos de la Historia bélica

Las guerras se encuentran en las vértebras del Estado, y por ello no se entiende el concepto de guerra sin una estructura sociopolítica previa capaz de formar una suerte de Ejército. Así Clausewitz subrayaba que la guerra era una prolongación de la política.

La Historia tiene muchas formas de reflejar su pasado; que se repita o que conserve una relativa linealidad depende de la capacidad para leer los escenarios, actores y elementos que detonan cada hecho. Las batallas han supuesto puntos de inflexión en la Historia; analizar y entender los factores que han delimitado sus momentos cruciales permite encontrar una causalidad y dar una aplicación práctica a los acontecimientos que hoy copan la rutina global. El estudio de la evolución de la guerra permite identificar sus componentes, evaluar la importancia de avances tecnológicos empleados en cada momento, y concretar los patrones que han definido el resultado de las batallas. El pasado es el primer paso para entender el presente y determinar el futuro.

Aprender a interpretar los conflictos del pasado para discernir los sucesos bélicos del presente y prevenir los del futuro

Las guerras han evolucionado a la par que las sociedades, han sido elementos clave a la hora de forjar culturas y civilizaciones. En 1648 la aceptación del Estado-nación tras la Paz de Westfalia supuso un momento decisivo en la formulación de la guerra. La razón de Estado definió parámetros estatales y territoriales que exigieron la estandarización del Ejército, además de ganar fuente de legitimidad.

La era napoleónica conllevó la movilización hacia la guerra de masas. La nueva implicación de la población en la contienda encarnó una nueva lectura de las guerras. En esta época se unirían las consecuencias de la Revolución Industrial, el auge de los nacionalismo y la figura de Napoleón Bonaparte; las innovaciones en artillería y comunicaciones precipitarían que la táctica y la organización de los Ejércitos diera un salto evolutivo.

Los ritmos en la evolución de la guerra han estado marcados por los avances tecnológicos: durante la segunda mitad del siglo XIX Helmuth von Moltke potenció la capacidad de movilización sus las tropas gracias a dos novedades de su tiempo, el ferrocarril y el telégrafo, que ayudaron a sacar el máximo partido a la proyección de fuerza germana en las guerras contra Francia y Austria, y que posteriormente darían pie al nacimiento de Alemania.

Tanto las Guerras napoleónicas como la Gran Guerra englobaban un mismo formato de guerra (según W. Lind, de 2ª generación). Mientras el Emperador galo empleó la movilidad como clave táctica, la 1ª Guerra Mundial estuvo marcada por las novedades tecnológicas, pronto enquistada en la guerra de posiciones. Mientras que el submarino representó una seria amenaza a la talasocracia británica, el avión mostró una nueva dimensión de guerra, a pesar de no llegar a contar con la resolución que sí tendría en guerras posteriores. En esta contienda la guerra se hace total. Si bien la dimensión naval había tenido un componente capital en la historia bélica, el espectro aéreo surge durante la 1ª Guerra Mundial. Sin embargo, ambas dimensiones serían cruciales a partir de 1939, con una tecnología que esta vez sí mutaría el modo de guerra.

En la 2ª Guerra Mundial se percibió cómo la tecnología amplía las dimensiones de la batalla y la capacidad de profundidad gracias a la maquinaria acorazada y mecanizada. Se quiebra la inmovilidad patente de la Gran Guerra tanto por la fuerzas acorazadas como por la capacidad de la dimensión aérea, que llega a cargar con el flujo de la guerra. Todo ello retratado en la Blitzkrieg, guerra relámpago, empleada por la Alemania nazi en su invasión de Polonia, en la Batalla de Francia y en los albores de la Operación Barbarroja. Bajo el liderazgo de Heinz Guderian las Wehrmacht se concentraron en puntos concretos del frente que para romper las líneas enemigas con facilidad y aprovechar la inoperante capacidad de reacción del enemigo. No obstante, este tipo de guerra de maniobra vio diluir su efectividad en el tiempo al mutar la contienda en una guerra de posiciones, un tipo de batalla en la que la Alemania nazi no tenía posibilidad de victoria. Del mismo modo, el submarino encontró su némesis en el portaaviones, capaz de marcar el devenir de la guerra en dos dimensiones tan patentes de la 2ª Guerra Mundial como la aérea y la marina. Qué decir tiene que este tipo de transformación estratégica, a merced de la tecnología, significó un cambio en la historia bélica.

El tipo de guerra ha cambiado, los conflictos asimétricos y la tecnología son los protagonistas

Otro hecho perentorio fue la aparición de la bomba atómica, cuyo poder categórico marcó un punto de inflexión en la percepción de entender la guerra: su capacidad destructiva, tan definitiva, dio conciencia de la necesidad de unos límites bélicos en el escenario de una contienda total.

Durante el siglo pasado las guerras estaban aparentemente monopolizada por los Estados. Las alianzas y las enemistades estaban sometidos a los equilibrios de poder, y la fuerza estaba en manos de naciones consolidadas capaces de neutralizar a órganos divergentes de calado no estatal. Tras el levantamiento del Muro de Acero y la consolidación del mundo bipolar las guerras comenzarían a menguar de talla y a ganar en número. Sin embargo, los vínculos de actores no estatales los bloques de poder supondría la incubadora sobre la que se desarrollarían las guerras del siglo XXI. Las guerras coloniales, antes y después de las Guerras Mundiales, significaron lecciones históricas no bien atendidas. Sus formas y consecuencias se ven hoy en un mundo globalizado que debe encarar el paradigma de la guerra asimétrica, esta vez con las tecnologías de la comunicación como un factor pivotante. La guerra, al igual que la Historia, tiene sus dinamismos y unos factores arraigados. Son estos los que permiten el análisis evolutivo de las guerras, en todas sus formas, y asociado a unos condicionantes concretos que dan pie a la elaboración de conclusiones vertebradas.


Analista independiente, especializado en Conflictos Armados, Terrorismo y Geopolítica

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