Carlos González de Escalada Álvarez/ Sevilla.
En general… ¿cree que nuestros políticos están a la altura de las circunstancias? Antes, de dar una respuesta contundente -sospecho cuál puede ser la suya- me permitirá el amable lector hacer unos sencillos cálculos y análisis. Veamos:
Según un exhaustivo informe de Presidencia del Gobierno, publicado por el diario El Aguijón, en España hay 118.005 políticos profesionales, llamémosles «de primer nivel». Esta cifra incluye nuestros 650 diputados y senadores, 1.206 diputados autonómicos, 8.122 alcaldes, 65.896 concejales, 1.031 diputados provinciales, 1.100 representantes en la Unión Europea y los 40,000 asesores y cargos de confianza que les rodean. Estamos hablando de que el 0,2% de nuestra población, rige los destinos del 99,8% restante.
Sin decir un gran dispartae, un pesimista diría que la política es un arte sencillo que consiste en precisamente en que ese 0,2% se dedique afanosamente, primero a dividir y luego a enfrentar, al 99,8% de la población restante. Piénselo: usted convive perfectamente con gentes de todo tipo de ideología. Charla, se relaciona, va de copas, comparte puesto de trabajo, tapea, hace deporte. Es más, usted apenas habla de política. Y sin embargo, sus representantes están todo el día a la gresca y diciéndole a usted lo que tiene que pensar y a qué mitad de España debe usted odiar. Le sirven a sus adversarios políticos en bandeja. Manipulación sistemática y descarada de su conciencia política. Abra un periódico o vea un telediario y comprobará que usted está peleado con medio país.
España real, España oficial
Pero ya no cuela. Se está instalando en la opinión pública el claro sentimiento de que nuestros políticos no están a la altura de sus administrados. Se rompe la baraja porque el ciudadano de a pie, que convive y soporta tantos sacrificios, nota como la sociedad más que en derecha, izquierda y nacionalismos; se divide en «arriba y abajo», España real y España oficial. Arriba los políticos y sus ejércitos de privilegiados y abajo los que pechan con todo o sencillamente subsisten precariamente. Lo de siempre, vamos.
Nos duelen los oídos de que nos digan que estamos en crisis, en emergencia nacional, al límite, que no podemos seguir así… pero luego comprobamos como cada facción social, cada partido, cada bando arrima el ascua única y exclusivamente a su sardina. El enfrentamiento llega a ser obsceno en algunos casos: ¿cómo es posible que se permitan enfrentarse un ministro y un consejero autonómico cuando los presupuestos no cubren ni las nóminas?
España, país de presidentes
Son tiempos de unidad, de responsabilidad, de tomar nuestras manos y unirlas. Que el ejercicio de la autonomía y de la libertad, sea precisamente juntar nuestros hombros. Pero esto es difícil en un páis como el nuestro, con tantos cargos, machitos y caciquillos de taifas. España es un país del mundo con más presidentes por metro cuadrado.
En Estados Unidos hay líderes, aquí tenemos presidentes: del Gobierno, de comunidad autónoma, de ayuntamiento («alcalde-presidente»), de diputación, de consejo de administración, de caseta de feria, de comunidad de regantes, de comunidad de vecinos, de escalera, de club de aeromodelistmo, de ONG, de plataforma de afectados, de club de fans, de todo… Aquí hay más presidentes que presididos, oiga.
Difícil lograr la unidad en un país con tanto político profesional, tanto presidente y tan poca solidaridad social donde prevalece el «no me toques lo mío que te mato». Por más que se nos llene la boca de decir que somos una sociedad solidaria no lo somos, aquí nadie quiere renunciar a nada.
Generosidad colectiva
Ahora el reto es que todos hagamos examen de conciencia y ejerzamos la generosidad de la que somos capaces. La gente no quiere solucinnes mágicas, quiere unidad, incluso si nos equivocamos, que sea juntos. Y los primeros que tienen que dar ejemplo son los de arriba, los presidentes y presidentes de presidentes…
Por eso invito a nuestros 118.005 políticos profesionales y a nuestros 45 millones de presidentes a intentarlo. Unamos todos nuestras manitas y caminemos juntos. Verán como no es tan difícil.
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