Redacción.

Según ha publicado el diario británico «The Guardian» en su página web, el Gobierno del Reino Unido ordenó a sus servicios de inteligencia espiar a los delegados de las cumbres del G-20 en 2009, y también planeaba hacerlo en la cumbre de Commonwealth que se celebró en Trinidad ese mismo año.

Al parecer los servicios de inteligencia interceptaron las llamadas telefónicas de móviles y los correos electrónicos de muchos de los asistentes a la mencionada cumbre.

Nuevamente, la información publicada por «The Guardian» se basa en los documentos revelados por el ex trabajador de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Mark Snowden, que asegura que el Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno de Reino Unido (GCHQ), utilizó tecnología punta para interceptar las comunicaciones de los miembros de delegaciones extranjeras.

Presuntamente, el espionaje no sólo consistió en la intervención de las comunicaciones vía móvil, si no que se pusieron en marcha cibercafés programados para controlar los correos electrónicos y claves de los delegados, información que llegaba a 45 analistas de inteligencia desplegados especialmente para ello, que la hacían llegar a su vez a los negociadores británicos en tiempo real.

El objetivo del espionaje de las comunicaciones de participantes en la cumbre era conocer, de manera anticipada, cuáles era la verdadera postura de cada una de las delegaciones al respecto de las negociaciones, con lo que la británica contaba con ventaja sustancial para negociar de acuerdo a sus intereses.

Hasta el momento, las autoridades británicas no han querido confirmar ni desmentir toda esta información, aunque sí han asegurado que sus servicios de inteligencia han actuado siempre conforme a la ley. La Comisión de Inteligencia y Seguridad de los Comunes será la responsable de realizar la investigación sobre la supuesta trama de espionaje.

La publicación de esta nueva «entrega» de los documentos de Snowden coincide con la celebración de la cumbre de jefes de Estado o de Gobierno del G-8 que se celebra este lunes y el martes en Irlanda del Norte, de nuevo, bajo la presidencia británica (que la ostentaba en el 2009).