GB. Agustín Alcázar Segura (R).
La muerte de Morelos incrementó la desorganización de las tropas insurgentes, así como la descoordinación entre los distintos jefes, que faltos de una cabeza rectora, hacían una guerra movida por intereses particulares que no provocaban ningún resultado positivo para la causa de la independencia.
Mientras sucedía esto, se había designado en la Península un sucesor para Calleja, recayendo el nombramiento en el teniente general don Juan Ruiz de Apodaca, que había sido embajador de España en Londres y capitán general de la isla de Cuba.
Sus primeras acciones fueron una sucesión de triunfos, finalizando el año con la total recuperación de la zona de Veracruz. Al comenzar 1817, todo hacía suponer que el país se dirigía hacia un período de tranquilidad y de orden que le haría descansar de tantos años de desolación y desastres como había producido la guerra. Sin embargo, el conflicto cobró vida de nuevo, de la mano de un joven liberal español de 28 años, que se puso a la cabeza de la revolución: Francisco Javier Mina Larrea.
Tras su paso por Inglaterra y los Estados Unidos, desde donde viajó a Haití para mantener una entrevista con Bolívar, de la que no se obtuvo acuerdo alguno, Mina se hizo a la mar el 17 de Abril de 1817, con destino a México para desembarcar en Soto la Marina (provincia de Tamaulipas, en el golfo de México).
No encontró ninguna resistencia, pero con respecto a la insurgencia tuvo una gran decepción, ya que a su llegada se encontró con el Congreso, disperso y el general Guadalupe Victoria[1], que había prometido esperarle, escondido en las montañas. Pese a todo, Mina decidió internarse hasta Guanajuato, donde esperaba conectar con los dirigentes del movimiento insurgente.
El día 24 de Mayo, realiza una incursión sobre una hacienda denominada del Cojo, donde se apodera de más de 600 caballos. El 3 de Junio toma Ciudad del Maíz; (provincia de San Luis Potosí) obteniendo su primera victoria sobre fuerzas realistas en la villa de Peotillas (provincia de San Luis Potosi).
El segundo combate, también resuelto a su favor, tuvo lugar en San Juan de los Llanos (a medio camino entre San Felipe y Guanajuato). En este lugar, al frente tan solo de 300 hombres, venció al coronel realista Ordóñez que contaba con una fuerza de 800.
Dispuesto a terminar con la insurrección, el virrey mandó formar en Querétaro una división cuyo mando confió al general Liñán, e integrada por 1080 infantes de los Regimientos “Navarra” y “Zaragoza”, 250 del mexicano del “Toluca” y 1.211 de caballería también mexicanos. En total, 2.541 hombres distribuidos en tres Brigadas, más diez cañones y cuatro obuses.
La primera derrota de Mina se produjo el 27 de Julio, y tuvo lugar en la provincia de Guanajuato, en el llamado cerro del Sombrero. Las fuerzas insurgentes sumaban 17 piezas de artillería, 700 soldados y 300 trabajadores de las fortificaciones.
El primero en atacar fue Liñán, que resultó rechazado, haciéndolo a continuación Mina, que fue repelido también. Convencido de que en las condiciones en que se encontraba tendría que rendirse si no obtenía los refuerzos necesarios, decidió ir él personalmente a buscarlos. Al cabo de tres días volvió de nuevo al cerro del Sombrero con cien jinetes, víveres suficientes y agua, pero no consiguió introducirse en el fuerte, ya que, al acercarse con sus hombres fue descubierto por los realistas, viéndose obligado a huir.
A partir de este momento, la figura de Mina entra en declive, manteniéndose en una permanente huida. Refugiado en el rancho de Venadito, cerca de Silao (en la zona oeste de la provincia de Guanajuato), fue sorprendido por los realistas y arrestado. El 11 de Noviembre de 1817, fue conducido al Cerro del Borrego, frente al fuerte de los Remedios (próximo a Pénjamo, al sur del estado de Guanajuato), y fusilado por la espalda por soldados del batallón Zaragoza.
En explotación de todos sus éxitos, las tropas realistas pudieron llegar a zonas donde jamás habían estado, en tanto que en el movimiento insurgente habían desaparecido sus figuras más prestigiosas; las fuerzas quedaron reducidas a partidas desperdigadas por todo el país sin organización ni mando que las dirigiera con eficacia; el Congreso de Chilpancingo se había disuelto… En estos momentos podemos afirmar que había finalizado la guerra insurgente, sin embargo, no se había conseguido extirpar el sentimiento de independencia; éste tan solo se encontraba a la espera del líder que lo dirigiera y el momento más oportuno para resucitarlo de nuevo.
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[1] Nació en 1786 en Tamazula (Durango). Estudió en el seminario de su ciudad, que abandonó para combatir con Morelos. Controló la zona de Veracruz hasta 1817 en que fue derrotado por Armijo. A partir de entonces, su zona de operaciones se redujo a una angosta franja al Norte del puerto de Veracruz. Combatió contra el imperio de Itúrbide y tras su caída formó parte del Triunvirato de Gobierno y más tarde elegido primer presidente de la República de México.
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