Redacción.
El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, ha firmado este martes la ley que pone límites a las actividades de la Agencia Nacional de Seguridad, de manera que tendrá menos poder para espiar las comunicaciones electrónicas de los ciudadanos, por primera vez desde los atentados del 11 de Septiembre de 2001.
El Senado aprobó la reforma de la USA Freedom Act por 67 votos a favor y 32 en contra, tras un intenso día de debates, y a pesar de los constantes intentos de algunos senadores (principalmente republicanos) de introducir enmiendas que aminoren los controles que se establecen a la NSA.
Tras la aprobación en el Senado y la Cámara de representantes, era firmada por Obama, que se ha mostrado partidario de esta reforma que ponga límite a las actividades de la agencia, que lleva más de una década operando sin cortapisas.
Una de las reformas más significativas que se han introducido en la ley, es la prohibición a la NSA de almacenar datos sobre las llamadas telefónicas de millones de estadounidenses, quedando dichos datos en manos de las compañías telefónicas. De este modo, la NSA sólo podría acceder a ellos mediante autorización judicial expresa para cada caso que lo requiriera. Para ello, tendrá que solicitarlo formalmente, y el Tribunal de Supervisión de Inteligencia Extranjera decidirá si la petición se ajusta a derecho.
Equilibrio entre seguridad e intimidad
Precisamente, la mayor transparencia para las sentencias del Tribunal en cuestión, ha sido otro de los escollos para sacar adelante la ley, ya que los líderes republicanos se opusieron a este punto hasta el último momento.
La reforma, sin embargo, no limita la capacidad de Estados Unidos para interceptar comunicaciones fuera de sus fronteras, algo que podrá seguir haciendo con la misma escasa transparencia que hasta ahora.
Aunque es complicado hallarlo, la reforma ha procurado buscar el equilibrio entre aquellos que defienden un espionaje sin límites prácticamente, y los que son detractores absolutos del espionaje electrónico que la agencia ejerce.
Los primeros consideran que la lucha contra el terrorismo debe estar por encima de la privacidad, en contra de los segundos, que son defensores de los derechos civiles, y no consideran que deba sacrificarse por completo la intimidad en pos, supuestamente, de la seguridad.
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